SAN LORENZO. - Los estragos que dejó el huracán son muchos más serios que lo que se  pueda cuantificar en pérdidas de infraestructura. Las complicaciones particulares de cada individuo comenzaron a aflorar con las primeras ráfagas de María, y a fortalecerse a pesar de que ya se alejó de la Isla el fenómeno atmosférico. Los rostros compungidos de algunos hablan por sí solos.

Como una masa, miles de ciudadanos de municipios de la región oriental y central comenzaron ayer viernes a aglomerarse en distintos puntos de las zonas urbanas, de acuerdo a su necesidad. Y de un modo u otro, el Huracán María ha dejado al descubierto la vulnerabilidad emocional por momentos.

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"Estamos orientando al público y tomándole los datos de lo que le pasó porque tenemos que levantar la estadística. Les damos los teléfonos de FEMA, y manejamos la situación de las personas enfermas y encamadas. Las llevamos a refugios o transportamos a hospitales. Desde aquí estamos brindando esos servicios", dijo Grisel Alverio, directora de la oficina de Servicio al Ciudadano del Municipio de San Lorenzo, que junto a empleados y voluntarios, laboraban ayer en el Estadio Cristobal 'Caguitas' Colón.

Pero uno de ellos, quizás el que mucha gente requiere y no necesariamente busca, es el de apoyo emocional y espiritual, por lo que Alverio explicó que parte del voluntariado incluye la asistencia por parte de sicólogos voluntarios, y de capellanes.

"Estamos acostumbrados a la comodidad y esto es una situación en que las personas no se prepararon emocionalmente. Las estructuras sí (las protegieron) pero emocionalmente están muy afectados. Estamos bregando con los capellanes. El día antes del huracán hicimos una reunión con los grupos religiosos, para ponerlos en sintonía con la población, que vayan visitando las casas, dándole apoyo a la gente, que se unan a nosotros y visitemos a los refugiados y los enfermos, porque en realidad es mucha, mucha la necesidad", agregó Alverio.

En medio de ese sombrío panorama que demuestra lo afectada que está la siquis del puertorriqueño, ha comenzado a salir el sol con historias positivas como la del apoyo del voluntariado que, incluso sin tener noticias de familiares que viven distantes y quedaron incomunicados, están en la calle ayudando.

"No sabía de mi esposa, mis nenes y mi mamá desde antes del huracán, y aunque hoy teníamos libre, me fui con dos compañeros por nuestra cuenta a tratar de llegar a mi casa", dijo Bonilla, un paramédico que trabaja en el despacho de emergencias médicas en Las Piedras, pero quien, en estos días al igual que sus compañeros, ha realizado múltiples labores externas a sus funciones, incluyendo la limpieza de las vías para que las comunidades tengan acceso.

"Cuando llegamos arriba, no había paso, pero nos bajamos del carro y con machetes y sierras eléctricas, caminamos por 45 minutos", agregó el joven residente en lo más alto y lejano de Tejas, un barrio que comienza en Las Piedras pero que se extiende hasta la jurisdicción de Yabucoa, donde residen Bonilla y su familia.

El paramédico de 23 años, demostró con un brillo en sus ojos la emoción de poder continuar trabajando, ahora que sabe que sus hijos de 6 y 2 años, así como su esposa y su madre están bien. Su madre, de hecho, cumplió años el jueves.

Y aunque en su caso y el de sus colegas son empleados municipales, su labor ha trascendido las funciones oficiales y muchos han dado la milla extra luego de sus p

 "A través de las iglesias hemos levantado un voluntariado que ya está trabajando, unos en el field, otros en la parte administrativa, otros en la cocina. Aun con la devastación que hemos vivido, tengo que decir que la reacción de la gente ha sido extraordinaria", dijo por su parte el alcalde de San Lorenzo, José 'Joe'  Román. "El nombre de sanlorenceño lo han honrado. Han sido solidarios. Tienen una voluntad inquebrantable, y una fe que aun con la devastación, mi pueblo se mantiene de pie y combativo. Ha aflorado de qué estamos hechos el sanlorenceño y el puertorriqueño".