Esto, no solo porque las vidas de estos jóvenes terminaron de esa forma tan abrupta y violenta, sino porque esas escenas que todos vieron a través de vídeos en los medios de comunicación, es la realidad diaria con la que crecen los niños y jóvenes de los residenciales públicos del País.

"Yo era el director de uno de los centros de Boys and Girls Club y trabajé un tiempo allí (Ramos Antonini) con los jóvenes cuando salían de la escuela. Allí siempre la situación de seguridad fue un 'issue' grande. Los padres, madres y abuelos siempre se preocupaban por la seguridad de los niños. Cuando yo comencé tenía bien poquitos nenes por el miedo a que participaran hasta horas nocturnas y cuando salieran del proyecto se encontraran con esto (escenas de asesinatos) porque a lo mejor ahora lo ponen en las noticias, pero es lo que los jóvenes viven diariamente", expresó Cotto.

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Para lograr convencer a los padres de permitirle a sus hijos participar de estos programas, Amílcar tenía que hacer rondas nocturnas y responsabilizarse de llevar casa por casa a cada niño y asegura que así fue que logró aumentar su matrícula.

Según el ex director de Boys & Girls Club, ese miedo cohibe a esta población y los continúa encerrando en un mundo del que luego es difícil salir a flote.

"Son jóvenes, niños, son personas que de momento se va achicando su mundo. Te encierran en un mundo más pequeño del real y de posibilidades, de tu poder echar pa' lante. Muchas veces tenemos frases de que 'el que es pobre es pobre porque quiere', pero cuando vamos a la profundidad de la problemática en la que viven realmente estos jóvenes, no entienden la magnitud".

"En la mayoría de los casos, para salir de allí hay una sistematización de la pobreza. A los gobiernos les conviene tener gente pobre, poder manipular a la gente y una de sus maneras es así", sostuvo Cotto, quien laboró por seis años en el programa.

Aunque Cotto prefirió no identificar cuáles eran los jóvenes con los que trabajó en el residencial, los mencionó como ejemplos de todos los niños y adolescentes que están presos en esa misma realidad sin que nadie haga nada.

"Es que para mí ellos representan la realidad de todos. El nombre de una persona para mí no es lo importante, es cómo la vida de ese ser puede ser el 'fulano del residencial', 'el fulano de Puerto Rico'. En ellos puedo ver reunida todas las problemáticas, todo lo que vivieron esos jóvenes", dijo el hombre de 40 años. 

A pesar de que ya no trabaja con el Boys & Girls Club, Amílcar sigue marcado por su experiencia y esta masacre desbordó su sentido de impotencia. No obstante, espera que, al menos, se pueda destapar el velo que lleva puesta la sociedad ante la realidad de la vida en el residencial, en los barrios, la realidad de la gente pobre para que así puedan buscarse soluciones.

"Es un sentido de impotencia porque el sistema es un monstruo demasiado grande. Estamos viviendo en un mundo donde se estigmatiza al pobre y ya eso lo pone en desventaja. Hay que eliminar la estigmatización. Aquí hablan de los cuponeros, hablan despectivamente de las personas porque no conocen que de generación en generación esas personas han tratado de levantarse, pero hay un ciclo que le conviene a los gobiernos, no tan solo en Puerto Rico, eso es un modelo que se utiliza en todos los países". 

"Definitivamente hay que buscar equidad porque hay un desfase demasiado grande entre la riqueza y la pobreza, y ahora con la Junta de Control Fiscal y nuestra situación económica como país, lo agrava. Y no solo tan solo es lo que vimos anoche (lunes), es que la posibilidad de que eso siga en aumento es real porque mientras más pobreza creas, más problemas creas. Porque la gente está tratando de salir de ahí por sus medios, ya que no se les están dando alternativas", concluyó Cotto.