Así lo explicó la psicóloga clínica y terapeuta de grupos trans en el Centro Comunitario LGBTTQ (Lésbica, Gay, Bisexual, Transexual, Transgénero y Queer ) de Puerto Rico, Sarah Malavé, al destacar  la importancia de que los parientes se involucren  para ayudar a los menores a asimilar mejor el proceso de transición.

Por disposición legal, los menores necesitan consentimiento de ambos padres para comenzar cualquier  tratamiento hormonal o de reasignación de sexo, de lo contrario tendrían que recurrir a la vía legal o esperar a cumplir la mayoría de edad que en Puerto Rico es a los 21 años. Igual ocurre para solicitar el cambio de nombre y género en documentos de identificación oficiales, incluyendo el certificado de nacimiento.

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“Definitivamente, los padres tienen que buscar orientación, sobretodo, para que conozcan que el proceso al que se está sometiendo su hijo o hija no es algo temporero y será una etapa que, posiblemente,  tendrá sus limitaciones. En ese sentido, cuando los padres se involucran están en mejor posición de apoyar a sus  hijos o hijas en esa transición. Es un periodo en el que se necesita mucho amor porque hacer cambios físicos o en tu imagen no resuelve  las situaciones de rechazo o discrimen que surjan alrededor de ese chico o chica trans”, expresó la también catedrática de la Universidad de Puerto Rico, en Cayey.

La Encuesta Estadounidense Trans 2015 (U.S. Transgender Survey o USTS) -estudio que investigó las experiencias de casi 28,000 personas trans en los Estados Unidos (incluyendo a Puerto Rico)- determinó que las personas que respondieron que tuvieron el apoyo de su familia directa tuvieron menos probabilidad de registrar experiencias negativas relacionadas con la estabilidad económica y de la salud, incluyendo estar sin un techo seguro, intentar suicidarse o malestar psicológico grave.

Por ejemplo, la USTS  reflejó que uno de cada 10 encuestados que ya se conocían como trans ante sus familiares directos aseguró que uno de sus parientes fue violentos con ellos a causa de su identidad sexual. Mientras, uno de cada 12 expresó que fue expulsado de su hogar, y uno de cada 10 huyó de su casa.

En Puerto Rico, no hay un censo oficial de personas transgénero, en cambio Malavé considera que la población ha aumentado en los últimos años y son, precisamente, los menores de edad los que más visibilidad han proyectado en luchas de derechos.

Tal fue el caso de Daniela Victoria Arroyo González, una joven trans que los 14 años comenzó el proceso de transición con la aprobación de sus padres y que, desde entonces, abogó públicamente porque el Departamento de Educación asumiera una política pública de inclusión en sus instituciones como, por ejemplo, utilizando los pronombres correctos al dirigirse a una persona trans y permitiéndole ir a un baño que vaya acorde con su identidad sexual.

“Ciertamente, estamos viendo más casos de menores, inclusive de chicos trans, que se están educando, clarificando dudas y levantando su voz…”, dijo la especialista.

Mientras, Karina Torres, portavoz de Trans Tanamá, dijo que la mayoría de los escollos que enfrentan los menores transgéneros ocurren en los planteles, curiosamente, por parte de la facultad escolar.

“Nos llegan padres preocupados porque, incluso, trabajadores sociales incurren en conductas de discrimen y de bullying (acoso). Por ejemplo, son los primeros que se niegan a reconocer la identidad sexual de la persona al momento de llamarlo o llamarla por su nombre. Y todo eso genera depresión y situaciones emocionalmente bien fuertes”, dijo Torres quien junto a otros colaboradores ayuda a los progenitores de menores trans en el proceso legal de cambiar toda la documentación.

Trans Tanamá es un proyecto de la organización sin fines de lucro Coaí, la cual está dedicada a promover la salud, desde una perspectiva de justicia social y derechos humanos en la comunidad LGBTTQ.