Días previos al 20 de septiembre de 2017, el municipio de Yabucoa enviaba una barcaza con suministros para los hermanos de las islas caribeñas afectadas por el paso del poderoso huracán Irma, sin imaginar que poco después nuestra Isla sería golpeada por el fenómeno más poderoso de la era moderna.

“Recuerdo que el sábado antes de la llegada de María, estábamos sacando una barcaza desde el puerto para llevarles las provisiones que habíamos recogido. Pero, saliendo la barcaza, empezamos a escuchar los informes del tiempo que señalaban que la ruta que traía el huracán María lo ponían entrando por Yabucoa. Saber que un huracán como ese amenazaba con entrar por Yabucoa nos alarmó”, recordó el alcalde Rafael Surillo Ruiz. 

Ya para la madrugada del 20 de septiembre comenzaron a sentirse los espeluznantes vientos y el impacto del ciclón ya era un hecho. 

El monstruo cruzó la Isla sin ningún tipo de clemencia. Cuando terminó la destrucción, comenzó una nueva historia para la Isla y, por ende, para este pueblo costero del sureste.

“A pesar de que con Irma pudimos activar el protocolo de preparación, los preparativos se quedaron cortos porque fue mucho mayor la magnitud de los estragos”, confirmó el alcalde yabucoeño. 

Los días posteriores a María fueron un suplicio para el ejecutivo municipal: cerca de 2,000 residencias habían sufrido daños, la Casa Alcaldía fue seriamente afectada, así como otras estructuras municipales. El trabajo de décadas se había perdido en tan solo un día.

“Fue un sentimiento de angustia y dolor el ver cómo edificios y estructuras, que las construimos con tanto sacrificio, tanto mi administración como administraciones pasadas, como la alcaldía, el parque de pelota, el Centro de Arte y Cultura, habían sido destruidas en su totalidad en tan solo 24 horas”, lamentó Surillo, quien se estremeció al constatar la destrucción que María había ocasionado en los hogares de sus compueblanos. 

Esto le llevó a un cuestionamiento espiritual que le sirvió para seguir adelante con la respuesta ante la emergencia.

“Eso te digo que me dio fuerte. Veíamos familias y hasta compañeros empleados que lo habían perdido todo. Al tercer día, cuando me levanto a las 5:00 de la mañana, comencé a llorar. Le pedía fortaleza a Dios, pero primero vino el cuestionamiento de por qué me tocaba esto a mí. Después viene la contestación: ´si te toca es porque te escogí para esta misión´. No podía presentar esa cara a mi pueblo, sino la cara del líder, de qué estamos aquí, vamos a echar esto hacia adelante juntos”, relató todavía afectado.

Los días siguientes fueron cada vez más preocupantes para Surillo, quien recuerda la desesperación que vivió cuando supo de primera mano que había gente pasando hambre, pues no podían hacer sus compras de alimentos con tarjetas electrónicas.

“Hay muchas situaciones que no me dejaron dormir, pero la que a mí nunca se me olvidará fue la falta de alimento, que me creó una ansiedad enorme. Eso no me dejaba ni comer, porque cada vez que iba a comer no podía hacerlo pensando en los ciudadanos que no tenían comida. No solamente las personas beneficiadas del PAN, pues vi gente de dinero ir donde nosotros a buscar agua y alimentos”, recordó angustiado. 

En ese momento, dice haberse movilizado al Centro de Convenciones (donde el gobierno central ubicó su centro de mando) en busca de una solución, y al día de hoy lamenta que no pudo obtener la ayuda que necesitaban.

“Para mí y para muchos se convirtió en un centro de recreación, de coger aire acondicionado, porque las preocupaciones que uno llevaba era bien difícil canalizarlas. Había una burocracia extrema. Les dije que la gente en Yabucoa tenía hambre y les sugerí al Departamento de la Familia que hicieran unos vales, porque si la persona tenía dinero en su tarjeta era como no tener nada porque no podía comprar su comida, pero no hicieron nada”, comentó el alcalde.

Dentro de todo el panorama sombrío que rodeaba su gestión, con un pueblo a oscuras, sin comida, sin comunicaciones y sin ayuda, el primer ejecutivo recuerda lo que fue “el día más feliz” de su vida.

“El día más feliz de mi vida fue cuando el dueño del supermercado en Yabucoa logró instalar unas antenitas, consiguió internet y comenzó a validar las tarjetas electrónicas. Ese fue el día más importante para mí, porque no había manera de validar una transacción electrónica, porque la banca colapsó. Era una situación que jamás en mi vida pensé que íbamos a tener que vivir”, rememoró.

Otro gran problema que persiguió a Yabucoa hasta julio pasado fue la falta de electricidad. Según confirmó Surillo, la calidad de vida se afectó tanto al grado de ocasionar una crisis de salud mental.

“Eso creó en Yabucoa un estado de ansiedad y muchas personas estaban atentando contra sus vidas. En abril tuvimos 11 intentos de suicidio. Hubo un joven que se trepó en una torre eléctrica para dramatizar su situación y llamar la atención de la gente. Fue un día a día difícil de enfrentar. Hubo un discrimen a nivel social porque cómo va a ser que el pueblo por donde entró el huracán tuvieran que esperar 75 días para que llegara una brigada de la AEE. Eso verdaderamente fue bien doloroso”, sostuvo. 

La falta de electricidad también disparó a niveles históricos la cifra de muertes en su ayuntamiento y dice haber sido testigo de que las personas estaban perdiendo la vida a causa de esta situación. 

“Las estadísticas del cementerio municipal, entre septiembre 2017 y junio 2018 son de más de 290 entierros, lo que equivale entre 45 y 50 entierros más de lo que se habían reportado anteriormente”, especificó.

“Conozco amistades que murieron porque no tenían el servicio eléctrico. Una amiga muere porque le dio ataque de asma, no tenía luz para su máquina, entonces se mueve al CDT, pero como eran las 11:00 de la noche estaba cerrado, porque lo estábamos operando solo 12 horas con generador eléctrico. De camino al cuartel murió. Hubo otra persona que llegó muerto al estacionamiento del CDT porque su esposo estaba haciendo la fila para la gasolina y cuando llegó su esposa había infartado, pero como no había teléfono, no pudo comunicarse”, dijo el alcalde, quien destacó que “en un solo día hubo cinco entierros en el cementerio municipal y eso nunca se había visto”. 

A un año de aquel terrible suceso, Surillo confirmó que su municipio no está ni a un 50% de su recuperación, pues todavía las carreteras se encuentran en mal estado y las estructuras municipales no han podido ser reconstruidas. 

“Poco a poco vemos cómo hemos ido superándonos, pero todavía falta mucho. Tengo 100% de luz y agua, pero la mayoría de mis caminos municipales están seriamente afectados y las carreteras estatales también. A un año de María en Yabucoa no tenemos ni un solo semáforo funcionando. Es difícil ir trabajando con todo eso sin los reembolsos de FEMA. Esto no nos ha permitido recuperarnos. Puedo decir que no estamos ni a un 50% porque todo lo que nos destruyó el huracán todavía no lo hemos podido reconstruir”.

A pesar de las duras vivencias, Surillo destaca que tanto él como su pueblo y el gobierno central, deben haber aprendido de las situaciones que trajo consigo esta emergencia para que el sufrimiento de cada puertorriqueño no haya sido en vano.

“No digo que se olvidaron de Yabucoa, pero el gobierno no supo manejar la crisis adecuadamente y, por la complejidad, tuvieron muchas fallas en el manejo. Esta experiencia de María tiene que servirnos de escuela a todos para no repetir los errores”, dijo.

¿Guarda la famosa vela de la discordia?

“La vela está guardada en un rincón de nuestra oficina y ese capítulo ya lo pasé. Es que esa vela me llegó el mismo día en que tuvimos cinco entierros en Yabucoa y, verdaderamente, como primer ejecutivo sientes que todos tus ciudadanos son hijos tuyos. Perder a uno te causa dolor, imagínate perder cinco personas el mismo día y saber que murieron porque estaban viviendo en condiciones de necesidad. Entonces llegas y te encuentras con eso (vela)… cualquiera que quiera a su pueblo, que ame a su gente va a sentir la molestia porque estoy aquí para defender los intereses de mi gente”, indicó.  

La crisis de Yabucoa en cifras:

-2,000: Viviendas afectadas

-160: Refugiados

-10 meses: Tiempo para estar en un 100% de energización

-Julio 2018: Mes en que lograron tener energía en todos los sectores