Las calles, las aceras y los patios de las residencias del barrio Amelia de Guayabo están invadidas por árboles caídos, planchas de zinc, cortinas de aluminio, postes, tendido eléctrico, focos, rejas y paredes de cemento tras el fuerte azote del huracán María. 

Las casas de madera perdieron sus techos, y las pertenencias de sus residentes prácticamente se han reducido a escombros.  

Vecinos del sector, uno de los más afectados de este municipio, se lanzaron a la calle para despejar los caminos residenciales, así como para limpiar los desagües. En un recorrido de El Nuevo Día y Primera Hora esta mañana con el alcalde de Guaynabo, Ángel Pérez, pudimos constatar rostros de residentes en total incredulidad ante el desastre y otros con ojos llorosos, pero a la vez esperanzados en que van a levantarse y van a recibir las ayudas necesarias. 

Cooperación y solidaridad entre los mismos vecinos fue la orden del día. Muchos ofrecieron refugio a aquellos que no estaban seguros en sus hogares mientras pasaba el huracán, y hoy se veían regalando panas y aguacates, frutos de los árboles que cayeron en sus terrenos. 

Residentes como Luis Oliveras Rivera, de 76 años y con impedimentos físicos, recibía la mano amiga de sus vecinos, quienes le reforzaban su techo en zinc, en la residencia donde vive solo. 

Zoraida Serrano recogía algunas de sus pertenencias junto a sus hermanos Isidro y Elba luego de perder la casa de madera en la que ha vivido toda su vida. "Esto era lo único que yo tenía. No tengo mucho optimismo, pero en el nombre de Dios espero poder salir hacia adelante y volver a mi casita", dijo entre lágrimas. "Pasó Irma y no se fue, pasó Hugo y no se fue, hasta que llegó María". 

Por otra parte, John Rodríguez, puertorriqueño que regresó a la Isla hace tres años, no salía de su asombro cuando relataba lo que veía en el momento en que comenzó a sentir las ráfagas, se le rompió el operador de una ventana y se le comenzó a meter el agua al interior de su residencia. "En verdad fue un fenómeno. Se decía que el huracán se iba a sentir a las 6 de la mañana y fue antes. El cielo se veía diferente, el color era como anaranjado y se veían las ráfagas de viento en espiral. Era un terror. Me quedé mirando y traté de captarlo con mi celular. Era un espectáculo, pero a la vez daba terror", relató el hombre, quien llegó a pensar que incluso podía ocurrir un tsunami. "Llegué a pensar en todo y en que me iba a morir. Preferí quedarme despierto", dijo. 

Otras de las preocupaciones de los residentes era el tendido eléctrico que cayó en las calles, con el que se sienten amenazados.  

"Le solicitamos a los residentes mucha calma. Yo sé que hay mucha desesperación. Guayabo y el resto de los municipios ha sido devastado. Miles y miles de personas se han quedado sin hogar. Lo que le pedimos es mucha calma. Nosotros vamos a llegar a todos los residentes. Nuestro personal está en la calle dando el todo por el todo para poder asistir y ayudar a nuestra gente", expresó Pérez a la vez que resaltó que cientos de sus empleados municipales también lo perdieron todo. 

"Lo que les pido es calma, que no están solos, aquí el gobierno estatal, el gobierno federal, así como el gobierno municipal vamos a estar de su lado y vamos a estar levantando y restaurando a Guaynabo nuevamente y a Puerto Rico, con la ayuda de Dios y con la ayuda de todo el pueblo", enfatizó.

En cuanto a la carencia de agua, el alcalde indicó que van a estar haciendo una ruta para establecer oasis en diferentes sectores para ciertos días y horas específicas. Al momento, el municipio de Guaynabo cuenta con cerca de 300 refugiados.