Morovis. Amahai era el motor de la familia Viruet De Jesús, la que llenaba de alegría la casa, y ese es el gran recuerdo que les dejó a sus familiares que hoy desconsolados se despidieron de ella en el Cementerio Municipal.

La pequeña de tres años murió el pasado 11 de noviembre al recibir un impacto de bala en la cabeza cuando se encontraba en una de las habitaciones de la residencia ubicada en el barrio Buena Vista, donde vivía con su mamá Lillybeth de Jesús Vega, su padrastro Carlos Manuel Meléndez García, además de dos hermanas, una de 4 años y otra de 14.

Las circunstancias que rodean el crimen de la infante aun no se han esclarecido, aunque informes previos de la Policía indicaban que había sido víctima de una bala perdida. 

La tristeza y el dolor de la pérdida era evidente entre los familiares, quienes previamente llegaron hasta la casa de los abuelos -don Julio De Jesús y Elizabeth Vega, en el mismo barrio- para hacer una guardia al féretro blanco de la pequeña, quien parecía dormir junto a sus unicornios -sus juguetes favoritos-  su bobo y su mantita, la que siempre la acompañaba. Flores de color rosa y blanco, globos, así como varios caballitos de palo y muñecas acompañaban el ataúd.

“¡Ay, mi nena!”, dijo el desconsolado abuelo al cerrar el ataúd antes de partir hacia el cementerio. Y es que Amahai era la quinta de sus seis nietas y la más apegada a él.

“Ella era el motor de todos nosotros. En los momentos que quizás no era un buen día, ella nos traía alegría, siempre tenía su sonrisita en su cara. La que nos hacía reír todo el tiempo. (Con el abuelo) siempre estaba para arriba y para abajo. No lo soltaba ni en las cuestas ", recordó Lizbeth De Jesús, tía de la menor.

Sobre lo que sucedió el fatídico 11 de noviembre en horas de la mañana, simplemente dijo no saber qué ocurrió y de cierta manera le sorprendió, porque sostiene que el barrio donde vive su hermana y sus padres es tranquilo. Del informe policiaco se desprende que los hechos ocurrieron a las 10:15 a.m. cuando se escuchó una detonación y a la niña llorando. Cuando su mamá entra en el cuarto, donde jugaba con su hermanita de cuatro años, la encontró herida en la cabeza.

“No sabemos y con tanta cosa, tampoco hemos tenido el tiempo para saber realmente lo que sucedió”, indicó.

Al momento de los hechos, en la residencia se encontraba el padrastro de las niñas, Carlos Manuel Meléndez García, quien posteriormente fue acusado por violación a la Ley de Armas luego de ocuparse un cargador con municiones en la vivienda, pero ningún arma de fuego.

No obstante, quedó en libertad con un grillete electrónico tras prestar una fianza de $10,000 a través del Programa de Servicios con Antelación a Juicio. La residencia fue allanada el pasado jueves y solo se ocuparon tres balas de calibre .40.

Durante el velatorio, la mamá de Amahai, Lillybeth De Jesús Vega, tuvo que recibir asistencia de los familiares al desvanecerse frente al cuerpo de su hija más pequeña.

 “Lo que pedimos es oración y que todo se esclarezca. Esta es una familia unida”, dijo por su parte Esmeralda Martínez Vega, portavoz de la familia y prima de la abuela de Amahai.

“Estamos destruidos. (Amahai) era una niña jocosa, traviesa, era algo muy especial”, añadió la mujer, quien luego tuvo que recibir asistencia médica, al igual que otros familiares.

Los investigadores a cargo de la pesquisa todavía esperan el informe de autopsia y los resultados del análisis de balística reconstructiva para determinar la forma en la que se disparó, a qué distancia, su movimiento de traslación, entre otros aspectos para corroborar la teoría de que el disparo mortal pudo realizarse desde el interior de la estructura.

Entre globos y coloridos unicornios, sus allegados le dijeron adiós a la menor de tres años, quien murió de un balazo en la cabeza

Morovis de desborda en solidaridad

A eso de las 10:40 de la mañana, entre llantos, el pequeño ataúd fue colocado en el coche de la Funeraria Torrecillas, que llegó hasta la residencia de los abuelos y se hizo cargo del sepelio. La empresa no cobró por sus servicios. Adornaban el coche flores y los globos en forma de unicornio que tanto le gustaban a la pequeña.

En el trayecto al cementerio, vecinos del lugar salían a la calle mostrando su solidaridad y aplausos a la familia. Una vez en el camposanto, don Julio le agradeció a los familiares, amigos y desconocidos que llegaron hasta allí para expresarle sus condolencias. De igual manera, les recordó a los presentes lo especial que era su nieta.

“Analizando yo, a veces me sentaba solo en la hamaca a llorar, a pensar por qué mi nena era tan apegada a mí, por qué mi nena era así con todo el que llegaba… eso era algo especial. Uno se pregunta, son niños, me empezó en Head Start, cuando yo vaya para la graduación de ella, de primero y sigue por ahí para arriba, ¿qué estudiará, de qué se graduará? El último uniforme que se puso fue de chef, porque su papá es profesional de chef y Dios le dio la oportunidad de ponérselo, pero Dios dijo: ‘ese no es, tú vas para el cielo, tú eres un ángel y  vas a cuidar de todos nosotros”, relató don Julio durante el duelo.

“Siempre ella se pasaba con un bobo y un pañito, eso no le podía faltar. Ahora yo sé por qué era el pañito, porque ahora ella está con el paño de la Virgen y la Virgen la está protegiendo. Necesitamos sus oraciones. Ahora mi nieta va con mis papás, que es su biznieta, que no la conocieron y va a descansar con mis papás”, añadió.