El municipio de Isabela continuó el viernes a toda prisa con el protocolo de desalojo de varios de sus sectores y barrios amenazados por el posible colapso de la represa de Guajataca, que también afectaría varias zonas de Quebradillas y San Sebastián, tras los efectos del paso del huracán María.

El alcalde Carlos ‘Charlie’ Delgado, a través de su hijo Carlos Delgado, informó el mediodía del viernes que el personal de la Autoridad de Energía Eléctrica (AAE) evaluaba la rotura del dique. 

“No hay información certera y completa de la avería. Cuando se sepa tomaremos las medidas preventivas”, leyó en un pedazo de papel. 

Al cierre de esta edición, 210 personas fueron evacuadas del barrio Llanadas, el sector de Canal del Río en el barrio Planas, y los sectores de Poncito e Isabela de Tuna, comunidades cercanas a los canales del río de Guajataca. 

Los habitantes en peligro se dividieron en las escuelas de Francisco Mendoza y Boy & a Girls Club.

El Nuevo día llegó al segundo refugio mencionado donde Genaro Figueroa, que aseguró vivir en Llanadas desde que nació, reconoció la severidad del aviso cuando fue alertado por la Policía para abandonar su hogar. 

“Vengo con un grupo de cuatro personas de San Sebastián que se refugiaron en casa cuando de momento me dijeron que tenía que desalojar mi casa”, relató el químico retirado de 61 años. 

“La Policía me dijo que era inminente (el golpe) y que toda la comunicad se iba a desalojar hasta que se decidiera qué se iba a ser con el caso. Nunca he vivido inundaciones ahí, nada más par de charcos que se forman ahí por algún aguacero fuerte, pero no más de eso. No tengo exactamente el detalle de la represa, pero entiendo que si hay un peligro inminente. Ante la duda, decidí seguir las instrucciones”, agregó. 

De Poncito, Manuel Meléndez indicó que se le hizo difícil dejar su residencia junto a su esposa y tres hijos. 

“El huracán me arrancó un zinc de la casa… Nos mandaron a salir (la Policía y Defensa Civil) de emergencia porque se iba a romper la represa y pues, tuve que salir. Fue duro salir, porque todavía no hay camino. Tuvimos que limpiar entre nosotros, tuvimos que hacer la parte”, contó Meléndez, quien se crió en la comunidad. 

A pesar del mal rato, confía en la orden de desalojo ante el peligro inminente que representar para su sector. 

“Mira el huracán. Nos cogió y el daño que nos hizo”, lamentó no si antes pedir a este medio que le dejara saber a su hermano Alberto, quien vive en Boston, de que estaba a salvo. 

Desinformación e incertidumbre

Horas de incertidumbre y desinformación se vivieron durante la noche del viernes y la madrugada del sábado ante el aviso del Servicio Nacional de Meteorología (SNM) sobre el inminente colapso de la represa de la represa. 

A las 8:00 p.m. del viernes, el SNM envió una alerta para avisar sobre el riesgo que corrían las comunidades cercanas al embalse debida una falla de 36 pulgadas que en cualquier momento podía agrandarse. Recomendó la movilización hacia terreno alto.  

“La situación es de extremo peligro. Autobuses están desalojando a las personas tan rápido como se pueda”, leyó uno de los mensajes de la SNM en sus redes sociales.

Empero, la escena en la Oficina del Manejo Municipal de Emergencias (OMME) de Quebradillas no era de caos y ajoro. El oficial de relaciones públicas de municipio Paul Christian Castillo, destacado en la instalación, aseguró a GFR Media que la información emitida por el SNM fue “algo exagerada”.  

Informó que en Quebradillas se evacuó solo el sector Charca, del barrio Guajataca, donde vive aproximadamente 36 personas. 

Empero, Castillo relató que los quebradillenses se dirigieron al casco urbano luego de la confusión de que la emergencia afectaría al barrio Charca, provocando momentos de tensión entre los habitantes de dicha área que estaba fuera de peligro tras arribar a la zona alta del municipio, lugar donde llegaron camiones de bomberos y de la Guardia Nacional.  

Frente a la instalación de la OMME, se encontraba de salida Luciano Román, ayudante especial del director ejecutivo de la Agencia Estatal para Agencia Estatal para el Manejo de Emergencias y Administración de Desastres (Amead) de Abner Gómez, quien indicó era poco probable que la represa reventara.

“Por ahora las posibilidades bajaron. Ya se desalojó una parte del agua del lago. Pero si lloviera más y crecería nuevamente el lago volvería a crecer el riesgo. La mayor parte que se desalojó fue Isabela. Ahora mismo, las posibilidades son menos. El problema en el pueblo sería que, si bajara esa agua- que tardía en bajar una hora y media- nos llevaría el puente entre Quebradillas e Isabela y dejaría incomunicada esa área. El gobernador (Ricardo Rosselló) dio la orden de tomar las precauciones y sabemos que no habrá pérdidas de vidas”, indicó.  

GFR Media se dirigió a Isabela, donde la Policía Estatal tenía el paso bloqueado en la carretera número 2, intercepción con el barrio Terranova, antes de llegar al puente. 

Allí, a las 8:57 p.m. del viernes, el sargento Edgardo Quiles Alicea, compartió el llamado de la comandante Rosa Valera, del CIS de Aguadilla, de que la represa ya había colapso. 

Minutos después, al tramo de la carretera cerrada arribó el inspector Miguel Vélez, comandante de la región de Arecibo en el turno nocturno, para desmentir la información. 

“Hablamos hace unos minutos con empleados de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE). La información que tengo al momento es que no ha colapsado. La ingeniera a cargo va a subir al área a realizar una inspección de campo y entonces dará instrucciones en el área de Isabela para tener comunicación con nosotros y entonces tomar decisiones. Por el momento, tenemos esta parte de la carreta número 2 cerrada por cuestiones de seguridad porque de ocurrir un derrumbe de la represa traería una presión de agua enrome y podría colapsar el puente”, especificó. 

El tramo estuvo cerrado hasta las 2:00 a.m. del sábado.