Bajo fuertes medidas de seguridad, el gobernador Pedro Pierluisi hizo hoy su entrada oficial en La Fortaleza, luego de su ceremonia de juramentación que incluyó una celebración ante unos 400 invitados en el lado norte del Capitolio.

Pierluisi cruzó el portón principal de la Mansión Ejecutiva, donde, según anticipó, residirá durante los cuatro años de su mandato. Una vez dentro intercambió saludos con sus familiares inmediatos que le aguardaba en las afueras del histórico edificio.

Contrario a juramentaciones anteriores, el gobernador no hizo la caminata desde el Capitolio, sino que se limitó al corto tramo al final de la calle Fortaleza.

Acto seguido, Puerluisi acudió brevemente a recibir la bendición de las monjas del convento de las Siervas de María, contiguo a La Fortaleza. Allí, se arrodilló frente al altar para rezar por unos minutos, mientras las monjas cantaban alabanzas.

En unas escuetas expresiones mientras caminaba de vuelta a Fortaleza, el gobernador aseguró que tendría un almuerzo con su familia y de inmediato se pondría a laborar, “porque hay que trabajar”.

Comentó que la orden ejecutiva actual que emitió la gobernadora saliente Wanda Vázquez con restricciones para combatir la pandemia del COVID-19, “se queda en vigor hasta el 7 (de enero), y entonces yo estaré emitiendo una nueva orden ejecutiva con efectividad del 8 (de enero) en adelante”. Agregó que emitiría esa nueva orden “en algún momento a mediados de la próxima semana”, para poder contar con el asesoramiento de una coalición científica que le está ayudando.

Luego, como ya es tradición, se asomó a uno de los emblemáticos balcones de La Fortaleza y desde allí, junto a su familia inmediata, saludó a Puerto Rico y deseó a todos un feliz año nuevo. Luego volvió a asomarse un instante para presentar a la nueva mascota del Palacio de Santa Catalina, la perrita Amaia, que todavía es cachorrita y estaba adornada con un lazo rosa.

La entrada a Fortaleza del nuevo gobernador no contó con mucho público en los alrededores, por las limitaciones que se establecieron debido a la emergencia sanitaria por el COVID-19.

No obstante, algunas pocas personas se acercaron a la calle Fortaleza para saludar y presenciar su entrada, y al menos una persona realizó una protesta pacífica, con un letrero en el que reclamaba que cesara la construcción indiscriminada a través de Puerto Rico y se protegiera el medio ambiente.

Su protesta transcurrió sin incidentes, siguiendo las instrucciones que le dieron las autoridades que velaban por la seguridad en el lugar. Don Miguel Enrique Rodríguez Arroyo comentó que lleva años haciendo esa protesta, en la condena que los gobiernos “han llenado la Isla de cemento... cuanto espacio verde había, eso fue así. Y no quiero que eso ocurra ahora, que sabemos que hay un montón de dinero de Washington. Hay que reconstruir, pero reconstruir bien. Eso se puede hacer”.