Lauris y Paul fueron novios en la escuela superior y se separaron hace 70 años. Se conocieron en Seattle (Washington) y vivieron un año intenso en el que ganaron concursos de baile y se divirtieron mucho. Él decidió terminar la relación antes de empezar a prepararse para la Segunda Guerra Mundial porque no quería que ella tuviera que poner su vida en pausa para esperarlo.

Cada uno se enamoró, formó una familia y perdió a su pareja. Hace tres años, ella empezó a recibir flores de un admirador secreto, nada mal para una señora de 89 años. Con la memoria un poco floja, tardó en hacer la conexión hasta que él la llamó: el "Paul" de las tarjetas que venían con las rosas era su primer novio.

La hija de Lauris, Susan Broaddus, compartió la historia en varios medios de Estados Unidos y la hizo viral. Resulta que Paul se enteró a través de la prima de Lauris, quien en su momento los presentó, que ella había enviudado y no dudó en acercarse. Lo mismo le había pasado a él hace 10 años.

Comenzaron una especie de relación a distancia, dado que ella vive en Roseburg (Oregon) y él sigue a cinco horas de distancia en Seattle. A falta de citas, Paul decidió invitarla a un restaurante para que ella fuera con su hijo. Él se encargó de pagar la cuenta.

Hace una semana, la familia de Lauris decidió que tenía que hacer algo para que los dos se encontraran. Lo llamaron y acordaron una cita en lo que él definió como "el mejor restaurante de Seattle".

Antes del encuentro, Lauris estaba nerviosa. "Me volvió loca, recorriendo su armario un ay otra vez (...) Parecía una adolescente de 16 años yendo a su primera cita, no mi madre de 89", contó la hija. Al verse la cara, conversaron cómodos como si no hubiera pasado ni un minuto desde su separación. Eran viejos amigos. Compartieron una cena con la familia y Millie, la prima que los unió en la escuela.

Después de la cena, prometieron repetirla lo más seguido posible. "¿Qué tal la semana que viene?", bromeó Paul. "La hizo sentir especial y nunca me cansaré de agradecerle", remató Susan.