Fiona llegó a nuestra zona, como casi todas las tormentas o huracanes, en la víspera del aniversario de los grandes desastres de nuestro país. Después de todo, estamos en el pico de la temporada de huracanes.

Ayer fue el aniversario del huracán Hugo, que en 1989 tomó por sorpresa al país, habían pasado décadas sin que un ciclón tropical azotara la isla y varias generaciones no habíamos conocido lo poderoso que podía ser un fenómeno como ese.

Resulta que Hugo fue una práctica, porque nueve años después, el huracán Georges, dejó una estela de destrucción todavía mayor. Ya nos creíamos expertos, hasta que llegó María. Desde muy lejos en el Atlántico, aquella tormenta lucía determinada en su trayectoria y, como se anticipó, cruzó la Isla.

No les voy a hacer el recuento de María, porque para todos está muy fresco en la memoria ese 20 de septiembre. ¿Y cómo no va a estarlo?, si todos los días tenemos un recordatorio del desastre. Los apagones diarios y los toldos azules bajo los cuales todavía viven tres mil familias en toda la Isla son solo uno de los ejemplos.

Esperamos el paso de Fiona con un número de casas todavía sin reparar, que según ha trascendido en la prensa, podría rondar las 10 mil en toda la isla. No es posible hablar de recuperación cuando algo tan básico -como el techo que nos cobija- es todavía un toldo azul para miles de personas. De unas 17 mil casas que necesitaban una reparación mayor, solo 6 mil han sido arregladas o reconstruidas. El estado de las demás no se sabe con certeza.

El gobierno federal asignó casi $80 mil millones que están destinados a los trabajos de recuperación, pero de esos poco más de $20 mil millones han sido utilizados. Quiere decir que más de la mitad de las obras están todavía en proceso, ya sea de subasta, diseño, permisos o construcción. La destrucción fue tanta que atender la emergencia tomó casi un año. Así que los próximos cuatro lo hemos pasado con el dinero asignado y la burocracia instalada en todos los procesos.

Hemos escuchado las explicaciones que, en algunos casos, el dinero se provee por reembolso, que hay que ofrecer ciertas garantías al gobierno federal, que no hay trabajadores suficientes para la magnitud de los trabajos. Si bien es cierto que este año se avanzó mucho más que en los pasados tres, falta demasiado por hacer.

Principalmente, en el asunto de la energía, el gobierno federal asignó sobre $13 mil millones para las utilidades, agua y luz. Pero de esa astronómica cifra solo se han utilizado $40 millones.

La propia FEMA dijo a medios en los Estados Unidos, algo que jamás diría aquí: que LUMA se ha limitado a realizar reparaciones sin importancia de postes y luminarias, pero no ha hecho algo que ayude a sustancialmente mejorar el servicio.

Está tan atrasada la reconstrucción de la red eléctrica que el proyecto podría tornarse innecesario, considerando la velocidad que lleva la instalación de las placas solares en cientos de hogares todos los días. Se podría predecir que, cuando finalmente empiece la reconstrucción, es posible que queden muy pocos clientes que atender.