Cada cuatro años el pueblo se dirige a las urnas para elegir a las personas que llevarán las riendas de Puerto Rico. Cada elector analiza a los candidatos y evalúa su honestidad, trayectoria y deseos de trabajar por su país. Cuando se elige a un candidato se hace en plena confianza de que el mismo velara por el bienestar del pueblo, de que hará lo que tiene que hacer y de que buscará el bien común. Lamentablemente y como hemos visto en los pasados días la realidad no necesariamente es esta. Hay candidatos y personas que fueron elegidas por el pueblo para guiar sus riendas y que deben encargarse de velar por el bienestar de la sociedad que abusan de su poder. Esto con el único propósito de lucrarse o para lucrar a otros violando la ley y sobre todo afectando la calidad de vida de los que en determinado momento confiaron en él.

Por otro lado, se han hecho públicas 889 páginas de chats donde estas mismas personas han dedicado parte del tiempo que deben invertir en trabajar por P.R para denigrar, mofarse y humillar a sectores desventajados.

Este tipo de conductas van en detrimento de la salud mental de todos los puertorriqueños ya que traen incertidumbre y desesperanza. Como creer en alguien que habla mal de los que confiaron en él y le dieron el voto, como pedir un Alto a la violencia de género cuando se denigra a la mujer, como respaldar la equidad cuando la comunidad LGBTTIQ es burlada y denigrada. Los pobres, las víctimas del huracán, las mujeres, en fin, todos hemos sido tocados por estos actos que carecen de respeto y sensibilidad.

Muy a pesar de los comentarios jocosos de la sociedad, de los memes que inundan las redes y de las manifestaciones, la corrupción gubernamental tiene un efecto nefasto en el individuo.

Cuando un ciudadano se ve afectado por la corrupción gubernamental se afecta su ejecutoria como ente social ya que emergen sentimientos negativos. 

Entre estos podemos mencionar:

Incertidumbre
Vergüenza
Tensión
Sentimientos de indignación
Coraje
Desilusión
Desconfianza
Desesperanza
Falta de respeto a la ley
Migración

Un pueblo que pierde la confianza en sus líderes se siente a la deriva y su conducta general puede llegar a estar influenciada por los sentimientos que este lamentable mal social trae consigo.

Es normal sentirnos defraudados, pero debemos fomentar la unión como pueblo y levantarnos.

El fomentar una cultura de honestidad es la piedra angular para que incidentes como este no vuelvan a ocurrir.

Nuestro pueblo está de luto, es triste vivir lo que estamos viviendo, no es una fiesta, no es una ocasión para sentirnos felices, debe ser un periodo de reflexión y análisis. De las crisis nacen los cambios, que esta crisis de pueblo nos haga más consientes y activos en trabajar por el bienestar común.

Levantarse de forma organizada y pacífica es enseñar a los que nos han defraudado que los buenos somos más.

Debemos estar conscientes de que a pesar de las emociones negativas que estos incidentes traen a nuestra psiquis debemos tener control, no fomentar la violencia aun siendo víctimas de violencia verbal, respetar a los efectivos que laboran para mantener el orden y verlos como lo que son, seres humanos que están en momentos difíciles haciendo su trabajo. Debemos respetar los puntos de vista de cada individuo a pesar de que no sean los mismos nuestros ya que al final de todo, cuando las aguas lleguen a su nivel, lo importante es el enseñar a los que nos fallaron, a los que nos ven de otras partes del mundo, a nuestros hijos, que la entereza, la unidad y la honestidad de un pueblo es más fuerte que cualquier intento por destruirlo.

Fortaleza mental, entereza, ahínco, paz y serenidad que sea lo que nos distinga hoy y por siempre.