Por: Eliezer Ronda Pagán, Sociólogo y Pastor de la Iglesia Cristiana Discípulos de Cristo Metropolitana

Las pasadas semanas han sido muy caóticas para los que vivimos en Puerto Rico. Ha temblado mucho. Hemos  experimentado movimientos de 6.4, 5.9, 5.8 y otros tantos más que ya son parte de nuestras conversaciones diarias. Varias de nuestras estructuras las cuales se habían considerado espacios seguros se nos cayeron. El desmoronamiento de escuelas, templos y casas ha puesto al descubierto construcciones que han dado la impresión de ser sólidas y habitables cuando en efecto no lo habían sido.

De momento nos llegó otro terremoto inesperado. Nuestro apreciado y admirado Alex Cora, quien tanto nos ha dado a Puerto Rico en el béisbol, ha sido señalado en un informe de las Grandes Ligas por un esquema de robo ilegal de señas por los Astros de Houston en la temporada de 2017 en la cual fueron coronados como los campeones de la Serie Mundial. Tal acción ha sido suficiente para costarle el trabajo a quien fue el dirigente, AJ Hinch y el gerente general, Jeff Luhnow.

Se nos movió la tierra. Se nos cayó el caballo boricua. Alex no ha sido cualquier representante del beisbol puertorriqueño. Ha sido vocal en su amor por nuestra tierra. Fue el artífice de #LosNuestros antes que le llamaran #TeamRubio. Hizo que la gerencia de los Medias Rojas de Boston trajeran el trofeo del campeonato mundial en el 2018 a su pueblo natal de Caguas. Fue portavoz de la importancia de la liga invernal y mentor de la nueva generación de peloteros. Abogó por ayuda y colaboró con nuestras comunidades ante la devastación del huracán María. A penas, días antes de la sentencia a los Astros, estuvo compartiendo con los refugiados de los temblores que hemos pasado estos pasados días en el sur. En otras palabras, Alex mas que jugar en el diamante, es un diamante para nuestra tierra.

Lamentablemente su reputación ha sido manchada. Lo que hizo, ha lacerado su imagen. Si es tal como le indica el informe preliminar estuvo mal.  Ante esa realidad, salir de la dirección de las Medias Rojas era esperado. No hay manera que pudiera permanecer en esa posición con tal esquema.  Sin lugar a dudas, es un nuevo terremoto. Esta vez en el diamante del deporte y en diamante que ha sido Alex.

Los errores que cometen personas que están en la mirada pública son duros y dolorosos. Nos hieren a todos, por que los hacemos parte de nosotros. Más, cuando se tornan en embajadores de nuestra tierra por el poder delegado de la admiración del pueblo. Son familia nuestra con el apellido de puertorriqueños. Eso definitivamente produce una herida profunda en nuestro corazón.

El germen de la corrupción en algún momento nos visita. De primera instancia, es probable que no nos percatemos y ahí está el peligro por que siempre se disfraza de beneficio, reconocimiento y logros.  Nos toca identificarlo y no darle cabida. Ya lo hemos visto en funcionarios de gobierno, servidores públicos, líderes religiosos, oficiales de la policía y en deportistas. Yo lo llamo pecado que en su definición es errar en el blanco. Es fallar hacia donde tenemos que apuntar. Todos estamos propensos a fallar.

Estamos a la merced de la determinación de las Grandes Ligas con nuestro querido Alex. Digo querido, por que su error no debe llevarnos por el trayecto de darle la espalda. El castigo del comisionado Manfred entendemos que será duro y difícil. De eso no hay duda. Sin embargo, nos toca enseñar a la nueva generación de peloteros y sobretodo de puertorriqueños que los errores nos pueden hacer perder juegos, temporadas y hasta campeonatos. Toda pérdida es difícil y traumática. Lo correcto es dejarnos corregir y aprender para poder sanar.

Esta vez, el terremoto tuvo su epicentro en el diamante. Quedarnos en el señalamiento público de lo frágil de las estructuras que cayeron no aporta mucho para quienes perdieron Ese momento llegará. Ahora es tiempo de acompañar y ayudar a Alex a levantarse. Puerto Rico necesita una nueva generación que ante la denuncia de lo malo, también anuncie que es posible volver a levantarse.