Por: Farrah Rodríguez de la Rosa, consultora en administración

Gracias a la UNESCO, hace unos días conmemoramos el Día Internacional de las Personas con Diversidad Funcional. El objetivo era promover los derechos y el bienestar de este sector desprotegido de nuestra comunidad. Aún resta mucho por hacer para crear conciencia de los enormes retos que a diario enfrentan muchas madres y padres para lograr la más amplia y justa inclusión de nuestros hijos en la sociedad. ¡Esa tarea no es nada fácil!

Vivimos en un país intolerante, que todavía arrastra los estigmas del pasado. Así, muchos piensan que nuestros hijos no tienen las capacidades para ser integrados plenamente en la sociedad o que son “cosas raras o peligrosas” que deben aislarse. Tal vez por eso, antiguamente, muchas familias escondían a sus hijos si tenían alguna discapacidad por vergüenza o temor al rechazo, condenándolos a vivir sin educación o integración social.

Mientras el tiempo transcurre, todavía muchos son incapaces de entender sus anhelos de estudiar, divertirse, ir a la iglesia o participar en clases extracurriculares. En síntesis, ellos también sueñan con una vida similar a la que disfrutamos los demás y están dispuestos a luchar y superar sus obstáculos.

Por ellos, hemos luchado por sus derechos y acceso a una educación digna y efectiva.

Farrah Rodríguez de la Rosa
Farrah Rodríguez de la Rosa (Suministrada)

Mientras el gobierno descubre como cumplir sus responsabilidades con esta comunidad, se reclama a la sociedad que ayude a crear un Puerto Rico inclusivo, accesible y sostenible. Los padres, madres y encargados soñamos para ellos que al llegar a la adultez no sean tratados como pacientes mentales o como ciudadanos de segunda clase, sino como lo que son: personas con diversidad funcional.

Hay que crear las condiciones para que tengan una vida adulta digna, con oportunidades laborales reales, centros de educación adaptados a sus necesidades y, sobre todo, viviendas asistidas y casas de acogida con personal capacitado para atenderles con amor y respeto.

El presupuesto existe, solo falta la voluntad. ¡Hagámoslo posible!