La política es una ciencia que trata del gobierno y la organización de las sociedades humanas, especialmente de los estados.

Esa es su definición más sencilla.

Pero cuando hablamos de politiquería nos referimos a acciones tomadas “con criterios ruines y mezquinos”. Según el mismo diccionario “la palabra politiquería expresa el desencanto popular hacia la clase política”. 

Ese tipo de acción politiquera desencadena actos de desprecio hacia la política en general debido a la corrupción por parte de quienes nos representan.

Pero la politiquería no está enmarcada únicamente en intereses ilegales, la corrupción, el nepotismo, el clientelismo y el oportunismo político; el abuso de poder podría ser definido como el clímax de toda acción politiquera.

Al escuchar las grabaciones del representante Guillermo Miranda Rivera cuestionando a su empleada Ivette Sierra Vivas por no acceder a “aportar” a una rifa para la reelección del representante, no pude sentir otra cosa que indignación y coraje. Pero, ¿es que no aprenden? 

Por los pasados treinta años hemos sido testigos de noticias de actos de corrupción por parte de empleados públicos. Tanto así, que hoy día la ciudadanía asocia político con corrupción, chanchullo y robo. Muchos han sido cómplices al justificar la corrupción y votar por ciertos candidatos porque le dieron un puesto a algún familiar, porque “es buena gente” o porque, mientras están en el puesto, “no importa que robe si los chavos corren”.

Esto ha ido cambiando, aunque falta camino por recorrer. Son pocos los que se atreven a señalar a quienes le roban y llevar, aunque con temor, su testimonio hasta las últimas consecuencias. 

Sierra Vivas, quien alega fue despedida del puesto que ocupaba de técnica en la Comisión de Educación por no acceder a las exigencias de esta joyita de exrepresentante, es una de esas valientes. 

Ahora, Miranda Rivera parece apostar a que su renuncia lo libera de cualquier investigación futura. ¡Pues no! Hay muchas preguntas que contestar y consecuencias que enfrentar.

En la grabación se escucha: “donde estuvimos todos en la reunión y se dijo que todo el mundo iba a poner de su parte para el comité y todo lo demás”. ¿Quiénes son todos? ¿Qué es poner de su parte y qué es todo lo demás? 

Luego dice que le indicó a “Paco que tomara decisiones y si tenía que disponer que ‘disponiera’”, porque hay que seguir disciplina”. O sea, que el que no es corrupto hay que botarlo y eso es disciplina. ¡Que sepan los demás cuáles podrían ser las consecuencias si no “cooperan”!

¿Y qué les parece ésta? “Hay que seguir la ley donde todos estamos aquí beneficiándonos de todo”. Entiéndase que esos estilos son la ley del politiquero, “la cosa nostra”, y si lo obedecen todos van a guisar. ¿Y qué es beneficiarse de todo? ¿Qué es todo?

Tal vez la exempleada en su intención de protegerse tuvo que recurrir a una grabación sin advertencia, lo que es un delito menos grave. Pero eso demuestra el grado de fragilidad e impotencia en que se encuentran los empleados públicos honestos que necesitan del trabajo y laboran bajo la presión del politiquero. 

Yo no quiero seguir escuchando el argumento de que tal vez Donald Trump, presidente de EE.UU., tenía razón al decir que Puerto Rico es un país corrupto. Esta es una nueva oportunidad de demostrar que la impunidad no va a ser tolerada nunca más. 

Quien no se atreva se hace cómplice.

De paso, según el diccionario disponer tiene como pretérito imperfecto subjuntivo: que (yo) dispusiera, que (tú) dispusieras, que (él) dispusiera.

La palabra “disponiera” no aparece en el diccionario de la Real Academia Española.