En unos 41 días, el Movimiento Victoria Ciudadana tendrá su prueba de fuego en las urnas. Las expectativas son altas, ya que presenta una candidata taquillera a la gobernación de la Isla. En el año 2016, Alexandra Lúgaro se convirtió en un fenómeno electoral al capturar 175,831 votos.

En la historia política de Puerto Rico, nunca antes se había registrado una demostración de esa fuerza por parte de un candidato independiente. Su figura juvenil, unido a un discurso atrevido en el cual proponía romper esquemas, logró que el voto joven le diera la espalda a opciones tradicionales y endosaran su candidatura. Sin embargo, no estuvo sola en la gesta. Manuel Cidre, un exitoso comerciante, empresario y líder cívico capturó 90,494 votos. Entre los dos, registraron casi un 17% del voto total emitido en la contienda electoral de ese año.

Ciertamente, existe una masa que está “jarta” de cómo se ha administrado el país. Cansados de los discursos, en los que el otro es peor que yo. De no querer asumir responsabilidad por la debacle económica y social que vivimos. Que está cansada de ver la corrupción pasearse cuatrienio tras cuatrienio ante nuestras narices y sin que se sonrojen los rojos y los azules. Ahora bien, ¿será suficiente ese malestar ciudadano para producir un cambio de mando a favor de un tercer partido que no sea el PPD o el PNP? Pienso que no.

Victoria Ciudadana debe concentrarse más allá de la quimera de ganar una elección. Deben concentrarse en importantes triunfos que le pudieran permitir construir un instrumento electoral de futuro.

Primero, quedar inscritos. Desde el Partido Nuevo Progresista (PNP), no se ha tenido una colectividad que haya logrado sobrevivir más de dos elecciones tras su fundación. Claro, el PNP fue una fractura del viejo Partido Republicano que se vació en la naciente franquicia electoral que, a su vez, aprovechó la división del Partido Popular Democrático (PPD) para no tan solo ganar la elección, sino atraer a un grupo considerable de populares. Victoria Ciudadana no tiene estructura política alguna que le permita heredar cierta maquinaria. Es por ello, que es importante quedar inscritos para seguir creciendo de cara a los próximos compromisos electorales. La figura de Alexandra es tan importante, pues deberá ser el instrumento que permita la canalización de esa confianza a través del voto.

Como segunda meta, deben concentrarse en llevar candidatos a la Asamblea Legislativa. Creo que fue arriesgado presentar dos candidatos por acumulación. Corren el riesgo de dividir ese voto.

Una estrategia como lo ha hecho el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) en el pasado pudo haber sido más eficiente. Ahora bien, esto no está escrito en piedra, pues actualmente en el Senado está Juan Dalmau del PIP y el senador independiente José Vargas Vidot. Ambos competían por el mismo voto de personas desafectas y lo lograron. Así que la posibilidad está ahí, aunque vuelvo e insisto, es un gran reto.

El que logren elegir esos candidatos le va a permitir a la nueva estructura tener mayor visibilidad y la responsabilidad de hacer una fiscalización eficiente. En este cuatrienio, el PPD se colgó en ese renglón. Así que tienen una cancha para demostrar con ejemplos contundentes como proponer legislación de avanzada y velar a los rojos y los azules.

Claro, esto no es una varita mágica, pues desde los años 70, el PIP ha colado candidatos de manera ocasional y no ha significado crecimiento electoral. Pero Victoria Ciudadana no tiene que cargar con la ideología de la independencia que asusta y resta votos a ese partido, que ha sido principalmente ideológico.

Esto presenta otro reto de cara al futuro. El naciente partido debe mantenerse al margen de las ideologías. Ese campo está ocupado. Deben ser un partido de centro, que quepan todos sin banderías o etiquetas. Decir centro, no es ser pro ELA. Esa fórmula está herida y desprestigiada. Pero ese tema deberá tocarse a la hora de que surja un proyecto serio encaminado a la solución final. ¿Cuándo será eso? Cuando el Tío Sam quiera. Ellos tienen las cartas para finalizar el tranque. Así que lo principal es atender el paciente que está comatoso en aspectos sociales, económicos, infraestructura y salud.

San Juan es una carrera a mirar con atención. Manuel Natal tiene cualidades que pudieran permitir hacer una demostración fuera de lo común. Tal vez se quede corto, pero un segundo lugar llevaría a uno de los partidos tradicionales a quedar en una tercera posición en tan importante plaza. Ante ello, están preocupados ciertos sectores.

Sé que, tal vez, este análisis no sea del agrado de muchos de los integrantes de ese movimiento. Tienen un panorama positivo en sus manos. Tienen líderes llamativos y jóvenes. Tienen futuro. Concéntrese en sembrar la semilla. Luego tienen la misión de abonarla para que florezca.

Con paciencia y dedicación lograrán su meta de romper el bipartidismo a largo plazo. Apresurarse o permitir que el ego se manifieste de manera destructiva sería condenar a un Apocalipsis a una estructura naciente que pudiera llegar a ser partido en todas la de la ley. Tiempo al tiempo.