Viajo a menudo a España como parte de unas experiencias internacionales que la Universidad del Sagrado Corazón realiza con sus estudiantes de la maestría en Comunicación.  Esta oportunidad me ha permitido conocer, de primera mano, la cultura española de la cual nosotros, los puertorriqueños, somos herederos.  Es una excelente manera de conocerse mejor.

Por supuesto, una de las herencias principales que nos legaron nuestros antiguos dueños lo fue el idioma.  A pesar de que ya han pasado más de 120 años desde que la bandera española dejó de ondear sobre nuestro suelo, y del intento de los Estados Unidos, por casi medio siglo, de imponer el inglés en las escuelas, hoy día seguimos hablando español.  Esto no ocurrió de esa manera en Filipinas, por ejemplo, en donde el español rápidamente se diluyó luego de que España perdiera también esa colonia en 1898.  Hoy día, allí, el español es casi inexistente.

Ahora bien, aunque en Puerto Rico hablemos español, eso no quiere decir que no haya marcadas diferencias entre nuestra manera de expresarnos y el vocabulario de los peninsulares.  No es de asombrarse que esto sea así, si pensamos que dentro de nuestra misma islita de 100x35 existen formas diferentes de llamar las cosas según el pueblo en donde nos encontremos (pastelillo o empanadilla, olla o caldero, ficha o vellón, etcétera). Así que si existen esas diferencias entre nosotros, que ocurra con los de la Madre Patria no es de sorprender.

Comencemos con aspectos básicos de la alimentación.  Si vas a un restaurante, deberás tener mucho cuidado con lo que ordenas, no vaya a ser que te sirvan algo diferente.  Por ejemplo, para nosotros en Puerto Rico, un sándwich es un emparedado servido en pan criollo.  Sin embargo, un sándwich en España es un emparedado, pero servido en pan de molde.  Si lo quieres en pan criollo o ‘baguette’, entonces debes pedir un bocadillo.  Y ahí la cosa se complica, porque un bocadillo para nosotros es un sándwich servido en un pan amarillo, parecido al de los ‘hot-dogs’.  Y si a eso le añades papitas, en España no te van a entender porque allá le llaman ‘patatas’. 

Lo otro que puedes pedir es una pizza, pero si te gustan con setas, ni lo intentes: allí no le dicen así.  Puedes pedirla con champiñones o, peor aún, con hongos.  Te soy honesto: la idea de comerme una pizza con hongos no me resulta nada apetitoso.  Tal vez te llame más la atención echarle unas ‘gambas’.  ¿Que qué son gambas?  Pues, camarones…

Una pizza va muy bien con una buena cerveza fría.  Allí puedes pedir una ‘caña’, que es cerveza de barril, y si lo dices en diminutivo (‘cañita’), entonces te la dan en un vaso más pequeño.  Si estás de fiesta, tal vez te inviten a un ‘chupito’ de tu alcohol favorito (lo que en inglés le llaman un ‘shot’).  Ahora bien, si lo que quieres es algo más saludable, entonces puedes tomarte un ‘zumo de naranja’.  No se te ocurra pedir un ‘jugo de china’, como decimos los boricuas, porque ellos no te van a entender y, probablemente, te dirán lo que me dijeron a mí una vez: “No, tío, aquí no tenemos zumos de China, tenemos de España”.  Ah, y el zumo de naranja, pídelo con una paja (no con un sorbeto).  Al final, pagarás todo con la ‘pasta’ (dinero) que tengas disponible.  

El español de España es diferente al nuestro en muchas otras instancias.  Cuando viajes a la Madre Patria, asegúrate de educarte sobre lo que puedes y no puedes decir.  

¡Olé!