Somos únicos. 

Y si teníamos duda de ello, solo basta con mirar nuestra Navidad y compararla con la del resto del mundo.

Empecemos con la música.

Las típicas canciones universales de la Navidad suelen estar enfocadas en palabras que evocan la paz, la nieve, las campanitas. Las melodías son suaves, armoniosas, celestiales.  Pudieses, incluso, entrar en un estado de relajación total al escuchar la música navideña tradicional de otros países…

-      “Silent night, holy night, all is calm, all is bright”

-      “We wish you a merry Christmas, and a happy new year”

-      “Jingle jells, jingle bells, jingle all the way”

-      “I’m dreaming of a white Christmas, just like the one I used to know” 

En Puerto Rico, la Navidad no funciona así.

Para empezar, nuestras canciones típicas navideñas tienen una clara preferencia por la comida y la bebida.  No pienso que exista otro país en el mundo con tantas canciones que hablen de lo que te vas a ingerir durante la época festiva:

-      “Yo me tomo el ron, la cerveza fría, porque en Bayamón, llueve to’ los días”

-      “Ese pobre lechón que murió de repente”

-      “A comer pasteles, a comer lechón…”

-      “El lechón se coge se mata y se pela”

-      “A las 2 de la mañana nos comimos un sopón”

-      “Si no me dan de beber, lloro”

-      “Si me dan pasteles dénmelos caliente, que pasteles fríos empachan a la gente”

-      “De la montaña venimos para invitarte a comer un lechoncito en su vara y ron pitorro a beber”

Y así sigue la cosa.

Fíjate que el tema recurrente en muchas de estas canciones es el lechón.  Es que una Navidad puertorriqueña sin un buen lechón sería como un Día de Acción de Gracias estadounidense sin un pavo relleno.  

Por cierto, ¿sabías de dónde viene ese término, ‘lechón’?  Viene de ‘leche’, porque inicialmente la palabra se refería al cochinillo bebé que aún amamantaba.  Ya después pasó a referirse a cualquier cerdo asado.  Por su parte, el término ‘lechonera’, para referirse al establecimiento donde se vende el lechón asado, es netamente puertorriqueño.

Asimismo, eso de estar en la Navidad todos recogidos alrededor del arbolito, como que no va con nosotros.  Tal vez tenga que ver con nuestra temperatura (tanto la climática como la sanguínea), pero lo nuestro es salir a la calle, sacar las maracas, los palitos y las panderetas, e irnos de parranda, de casa en casa, cantando aguinaldos.

¿Sabías que hay dos tipos de parrandas?  Están el ‘asalto’ y la ‘trulla’.  ¿Conoces la diferencia?  Es sencillo: los ‘asaltos’ son urbanos (ocurren en las ciudades de Puerto Rico), mientas que las ‘trullas’ son rurales (ocurren en los campos).

Por otro lado, en todas estas fiestas no puede faltar un pitorrito.  En otras épocas se le conocía a esta bebida como ‘lágrima del mangle’, ya que se solía esconder en los mangles este producto ilegal.

Y el que toma mucho pitorro, acaba con una borrachera navideña, también conocida como ‘turca’. Ese término viene del hecho de que los turcos, según lo establece su religión, no deben beber alcohol; sin embargo, cuando lo hacen, se entregan tanto a sus encantos que sus borracheras suelen ser de dimensiones épicas.  De ahí viene ‘coger una turca’.  

Al final de la época, luego de tanta fiesta, comida, bebida y compra de regalos para la familia directa, la extendida, los vecinos y los amigos, nos quedamos, en el nuevo año, “más pela’os que un chucho”.  Esta expresión hace referencia a la chucha del dominó, la ficha del doble cero que no tiene número, como nuestros bolsillos que no tienen chavos.  

Pero no hay pelambrera que nos detenga.  El boricua siempre se recupera y se prepara de cara a la próxima temporada festiva, en la que volveremos, como es tradición, a ser el país más alegre de la Navidad.