Dicen que cuando el trabajo se hace con gusto, deja de ser un trabajo para convertirse en un pasatiempo, en un placer.

Y es cierto… la pasión que le inyectamos a nuestra profesión u oficio nos puede llenar de grandes satisfacciones.  

Sin embargo, si analizamos las palabras con detenimiento, encontraremos significados y orígenes que nos pueden sorprender.

Comencemos con el origen del término ‘trabajar’.  Esta palabra viene del latín tripalium.

Tri-palium… Tra-bajo.

¿Y sabes lo que era un tripaliumen la época de los romanos?  (Agárrate, porque la respuesta te va a sorprender).

Tripaliumera un instrumento de… ¡tortura!

Sí, nuestro término ‘trabajo’ de hoy día tiene su origen en un método que se utilizaba para castigar a prisioneros y esclavos.  El verbo era tripaliare, que hoy día se traduce como ‘torturar’.

Tripallium significaba, literalmente, ‘tres palos’.  Eran tres maderos que se cruzaban de forma vertical y en los que originalmente se amarraban caballos para inmovilizarlos. Luego se usaron para sujetar a reos por largas horas para provocar confesiones o, simplemente, para hacerlos pagar por sus culpas.  También se utilizaban para atar esclavos con la intención de azotarlos y ‘motivarlos’ a que hicieran un mejor trabajo.

Hoy día, la misma palabra ‘trabajo’ tiene significados que van por esa onda.  Si buscas en el diccionario de la Real Academia Española, verás que, además de referirse a una ‘ocupación retribuida’, también tiene otras acepciones negativas como estas:

-      ‘Dificultad, impedimento o perjuicio’

-      ‘Penalidad, molestia, tormento o suceso infeliz’ 

-      ‘Estrechez, miseria y pobreza o necesidad con que se pasa la vida’ 

Tal parecería que el trabajo tiene una carga maldita que viene directamente desde los orígenes de la humanidad.  ¿Te acuerdas de la manzana aquella que no debía comerse en el Edén y que Eva tuvo la osadía de probar?  Pues como consecuencia de este acto de desobediencia, uno de los castigos que Dios le impuso a la humanidad fue, precisamente, el trabajo.  Búscalo en la Biblia, en el libro de Génesis: “Maldita sea la tierra por tu causa… Comerás el pan con el sudor de tu frente”.  En otras palabras, si antes vivías en el paraíso, ahora te chavaste porque vas a tener que trabajar…

Y esto se ve reflejado no solo en el idioma español, sino en muchos otros idiomas.  Las lenguas romances, que provienen del latín, todas tienen un término que se deriva del tripalium en francés, travaglioen italiano, trabalhoen portugués).  En el alemán, trabajo se le llama arbeit, que también se relaciona con dolor y sufrimiento.  En inglés se dice work, que viene de wrikan, que en gótico significaba ‘persecución’.  

Bueno, pero vivimos en otra época en que se considera que el trabajo dignifica, y que gracias a él somos capaces de sobrevivir, de mantener una familia y de aportar positivamente al desarrollo de una sociedad.  Hoy día, trabajar es una bendición porque el que lo consigue lo celebra y el que lo pierde lo sufre.  El sentirse productivo es el mejor antídoto en contra de la depresión; el trabajo enaltece el alma y nos hace sentir vivos.  

Amarás lo que haces, si haces lo que amas; serás feliz si trabajas para vivir, en vez de vivir para trabajar.  

Hace tiempo que el tripalium dejó de existir como método de tortura.  

Laboremos con ánimo y positivismo.  Retomemos el Jardín del Edén.