Las tasas elevadas de cáncer en la población LGBTQ+ están vinculadas a las disparidades de la salud. Definidas por el Instituto Nacional del Cáncer (NCI, por sus siglas en inglés) como “diferencias adversas entre determinados grupos de la población en cuanto a las medidas del cáncer [en este caso]”, representan un grave problema de salud pública.

Tanto la incidencia como la prevalencia, la morbilidad, la mortalidad, la supervivencia, las tasas de participación en los exámenes de detección y la calidad de vida son elementos considerados al determinar las disparidades de la salud por cáncer. La falta de acceso confiable a los servicios de salud y de diversidad en la participación de las investigaciones clínicas son algunos de los factores que repercuten en la carga de cáncer desproporcionada entre los diferentes grupos de la población, según especifica el NCI.

“Las personas que se identifican como LGBTQ+ pueden tener un mayor riesgo de contraer cáncer que las que se identifican como heterosexuales y/o cisgénero”, expuso mediante comunicado de prensa la Fundación para la Prevención del Cáncer (PCF, por sus siglas en inglés).

En la publicación, se hace referencia a cómo la carencia de datos sobre orientación sexual e identidad de género, y de investigación acerca de la experiencia de las personas LGBTQ+ con sus proveedores de asistencia sanitaria afecta los resultados de su atención.

Por su parte, el Kit de información y recursos sobre los principales problemas de salud de la población LGBT, de la Administración de Servicios de Salud Mental y Abuso de Sustancias (SAMHSA, por sus siglas en inglés), apunta “el riesgo significativamente mayor” de desarrollar cáncer de mama en las mujeres lesbianas en comparación con las mujeres heterosexuales.

Asimismo, la información difundida por la agencia presenta que “un estudio realizado en Estados Unidos con mujeres de entre 50 a 79 años ha indicado que las mujeres bisexuales son más propensas a declarar tasas más altas de cánceres, en concreto, el de mama”.

Entre los factores de riesgo considerados para esta prevalencia elevada se encuentran menos embarazos a término. “Se cree que estas hormonas [las que son liberadas durante el embarazo y la lactancia] protegen a las mujeres contra diferentes tipos de cánceres”.

Por su parte, el NCI detalla que las tasas de tabaquismo y consumo de bebidas alcohólicas —factores de riesgo del cáncer— son más altas en jóvenes lesbianas y bisexuales que en jóvenes heterosexuales. “Los estudios sugieren que las diferencias observadas en la incidencia y la mortalidad por cáncer entre diversos grupos de población son el resultado de una compleja interacción de factores genéticos, ambientales y sociales”, expresó el instituto acerca de la investigación sobre las disparidades sanitarias del cáncer.

Otras circunstancias como la desconfianza en el sistema de atención médica debido a la discriminación están vinculadas a las disparidades de la salud. Los factores conductuales como el uso del alcohol son atribuidos, en parte, al efecto de la marginación y el trato desigual y prejuicioso que reciben en la salud mental y emocional.

Además, se han identificado tasas más bajas en el acceso a seguro médico y una menor posibilidad de buscar atención sanitaria y de someterse a pruebas de detección temprana debido a la falta de sensibilidad y el sesgo en salud (en este caso, inclinación en contra de una persona por su orientación sexual e identidad de género). En relación con las estadísticas referentes al cáncer en la población LGBTQ+, específicas para Puerto Rico, la doctora Edna Mora, directora del Biobanco de Investigación del Centro Comprensivo de Cáncer, indicó que no hay disponibles.

Acerca del Sistema de Vigilancia de los Factores de Riesgo Conductuales (BRFSS, por sus siglas en inglés), la también catedrática del Departamento de Cirugía del Recinto de Ciencias Médicas dijo que los cuestionarios incluyen un apartado para recopilar información sobre la orientación sexual y la identidad de género. Esto es importante para obtener datos precisos que permitan desarrollar un plan de acción eficaz y completo para los procesos de reducción y erradicación de las disparidades de la salud.

“En 2013, los CDC [Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades] desarrollaron un módulo de preguntas para el BRFSS, con el fin de recoger datos sobre la orientación sexual y la identidad de género (SO/GI). Los CDC empezaron a dar a los estados la opción de añadir este módulo a sus cuestionarios del BRFSS en 2014 y, actualmente, es uno de los 25 módulos opcionales que deciden los estados cada año”, se explica en la página web de los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid.

Sin embargo, tal como señaló Mora, en la encuesta BRFSS de adultos de Puerto Rico no se incluye el módulo de orientación sexual e identidad de género. De esta manera, las deficiencias en la recolección de datos perpetúan las prácticas estigmatizantes y de invisibilización. La experta sostuvo que esto repercute, a su vez, en la política pública dirigida a atender las disparidades de la salud y en la manera en que las personas acceden a las pruebas de prevención y cernimiento, e hizo un llamado a la inclusión. En referencia a la importancia de las preguntas sobre orientación sexual e identidad de género en las encuestas epidemiológicas y en el sistema de atención sanitaria, el Instituto Nacional de Salud de las Minorías y Disparidades de la Salud (NIMHD, por sus siglas en inglés) puntualiza que ha provocado una significativa falta de inclusión de la población LGBTQ+ en ensayos clínicos y estudios de intervención. “Desarrollar formas de mejorar el acceso a una atención oncológica de calidad —desde el acceso a los programas para dejar de fumar y a las pruebas de detección del cáncer recomendadas hasta el tratamiento oportuno— sigue siendo uno de los retos más difíciles a los que se enfrenta la comunidad investigadora del cáncer”, afirma el NIMHD.