No te equivoques al respecto: la violación conyugal o de pareja es una forma grave de violencia, un componente frecuente de la violencia doméstica y, en Puerto Rico, es ilegal. Aún así, sigue siendo uno de los delitos menos denunciados. Podría deberse a la cultura: “esta es la expectativa de mi cultura, que se supone que debo someterme a lo que diga mi pareja”. Algunos sobrevivientes creen que se supone que deben tener relaciones sexuales con sus parejas, incluso cuando no quieren y dicen que no.

Una de cada 10 mujeres en Estados Unidos (9.4%, o aproximadamente 11.1 millones) ha sido violada por una pareja íntima en su vida. La violación puede ocurrir, y ocurre, en las relaciones. No importa cuántas veces hayas tenido sexo con alguien, cuando te obligue a hacerlo en contra de tu voluntad o sin tu consentimiento, es una violación.

La violencia sexual de la pareja íntima puede ocurrir en todo tipo de relaciones, independientemente de la identidad de género u orientación sexual. La violencia sexual de la pareja íntima no se define por género o sexualidad, sino por comportamiento abusivo.

Algunas mujeres describieron ser violadas con regularidad y, en ocasiones, con violencia. Varias mujeres narran que, al despertar, sus parejas las están penetrando sin su consentimiento. Otras dicen que cumplen con las demandas sexuales de su pareja para evitar más abusos. El sexo enérgico y agresivo se convirtió en “la norma” y “aprendieron a utilizar el piloto automático”. La mayoría dice que no hubo amor de por medio y que su pareja les dijo descaradamente “no se trata de complacerte, se trata de que tú me complazcas a mí”. Creen que fue “normal”.

El abuso sexual de la pareja íntima incluye, pero no se limita a:

  • usar la fuerza, amenazas o coacción para obtener relaciones sexuales o actos sexuales;
  • relaciones sexuales vaginales, orales y/o anales no deseadas;
  • obligar a ver o a participar en pornografía;
  • degradación y humillación sexual;
  • avergonzar la sexualidad o las preferencias sexuales de la víctima;
  • interferencia con el uso de métodos anticonceptivos y las prácticas sexuales seguras; y
  • no respetar la privacidad sexual de la víctima.

La violación es uno de los delitos menos denunciados. Las víctimas de violación conyugal o de pareja consensual están incluso menos dispuestas a denunciar el delito que las víctimas de violación por un extraño. Varios factores contribuyen a este subregistro:

  • lealtad a su pareja/privacidad de la familia;
  • falta de voluntad para aceptar su propia victimización;
  • renuncia a etiquetar la experiencia como “violación”;
  • malentendidos sobre el papel de la mujer en el matrimonio y las responsabilidades matrimoniales; y
  • la inexperiencia sexual e incertidumbre sobre lo que constituyen relaciones sexuales “normales” y “forzadas”.

Hacer frente a una violación por parte de una pareja puede ser extremadamente difícil. Es alguien a quien amabas y en quien confiabas, y que pensabas que siempre te trataría con amor y respeto. Puede hacerte sentir conmocionada, herida y traicionada. Incluso, podría hacerte sentir culpable y que lo que sucedió fue, de alguna manera, tu culpa. Las personas que sobreviven a la violación por parte de su pareja a menudo se sienten culpables y avergonzadas, y esto puede provocar depresión, enojo y pérdida de la autoestima. También puede hacer que los sobrevivientes pierdan la confianza en las relaciones y las personas, haciéndoles sentir que no pueden volver a tener relaciones íntimas.

Qué hacer si te está pasando:

  • Recuerda que no es tu culpa.
  • Mantente en contacto con amigos y familiares. Pueden ofrecerte apoyo emocional y ayudarte a investigar tus opciones.
  • Puedes llamar a la Línea de Orientación y Ayuda del Programa Salud Justicia de la Escuela de Medicina San Juan Bautista, LOA, al 787-337-3737.

La autora es ginecóloga obstetra, consultora en salud sexual en la Clínica Las Américas Suite 108, 400 Ave. Roosevelt. Para información, llama al 787-360-4751.