José “Piculín” Ortiz miraba alrededor del coliseo Arquelio Torres Ramírez y no podía evitar que a su mente llegaran momentos inolvidables de su paso por los Atléticos: la primera vez que viajó de Cayey a una práctica en San Germán; sus tres campeonatos (1985, 1991 y 1994); o las grandes batallas en el tabloncillo con Frankie Torruellas Mario Butler, Rolando Frazier y muchos otros.

Sin embargo, tampoco olvida a una fiel fanaticada que siempre lo respaldó, en las buenas y, sobretodo, en las malas.

Por eso, hasta de la experiencia más amarga en San Germán, Ortiz también sacó uno de los recuerdos más atesorados de su paso por el Monstruo Anaranjado.

El llamado “Concord”, en alusión al avión gigante, fue homenajeado el pasado domingo, luego que el Baloncesto Superior Nacional (BSN) y los Atléticos le dedicaran la temporada 2019 y retiraran el número cuatro de la camiseta de San Germán. 

En un aparte con este medio, Ortiz reflexionó sobre lo que fue su paso por esta franquicia, sus altas y bajas y también lo que entiende hace falta para que el BSN alcance nuevamente su mayor potencial como una de las principales ligas de baloncesto.

“Volver a San Germán trae muchos sentimientos, tanto personales como con mucha gente que veo y saludo porque tengo tantas emociones vividas con ellos que es un momento bien bonito”, sostuvo Ortiz.

“Siempre he apreciado mucho a San Germán y la oportunidad que me dio. Es una franquicia que estimo mucho, porque gran parte de mi trayectoria se la debo a este pueblo”, añadió.

Sin embargo, en sus 16 años con el quinteto sangermeño no todo fue color de rosas. 

El propio Ortiz acepta que su abrupta salida de los Atléticos le dejó “un mal sabor” que todavía siente cuando lo recuerda porque, a su juicio, nunca se dijo la verdad de lo que sucedió.

Corría el año 1996. Ortiz venía de tener una inmensa demostración en los Juegos Olímpicos de Atenas cuando surge la noticia de que el canastero boricua había alcanzado un acuerdo contractual por dos años con el prestigioso club Aris de Grecia.

“Yo siempre pensé terminar de jugar aquí en San Germán antes de irme a Grecia, pero en ese momento se pensó que me iría después de las Olimpiadas (Atlanta ’96) y que no regresaría”, recordó Ortiz. 

“Cuando llegué a practicar después de las Olimpiadas, me botaron. Ese día fue bien difícil para mí”, apuntó el destacado canastero, considerado uno de los mejores centros en la historia del baloncesto internacional. 

Eventualmente, Ortiz fue cambiado a los Cangrejeros de Santurce y en el 1998, cuando regresó a jugar en el BSN, tuvo que regresar al coliseo Arquelio Torres, ahora con otro uniforme. No sabía cómo el público iba a reaccionar.

Sin embargo, tan pronto puso un pie en el tabloncillo fue recibido con un aplauso del soberano, algo que “Piculín” jamás olvidará.

“Dos años después de que me botaran, tuve el recuerdo más bonito, porque el público no es tonto. No se puede engañar”, sostuvo Ortiz.

Ya retirado del baloncesto, aunque siempre conectado emocionalmente con el deporte que ama, “Picu” considera que el BSN tiene potencial para mejorar su oferta y servir más al desarrollo de jugadores del patio.

“Debemos mirarla un poco más adentro de ella (La Liga). Creo que tiene muchos espacios para mejorarla. Quizás no sea la persona para decir qué hagan o no, pero creo que nuestro País no se merece que esta liga muera, sino que mejore”, enfatizó el ex centro de la selección nacional, quien jugó 24 temporadas en el baloncesto boricua.

Como ejemplo, Ortiz indicó que una opción sería extender el torneo a siete meses en vez de jugar solo tres en el verano.

“Como es actualmente, no es beneficioso para la coordinación con los eventos internacionales. Eso es cónsono con el resto del mundo. Segundo, entiendo que, haciéndolo de esa manera, puedes desarrollar los talentos mucho más y no se juega tan atropellado para cuidar más a los jugadores. También protegerías el bolsillo del público. Creo que sería una alternativa nueva”, subrayó Ortiz, quien se retiró del BSN en el 2006 con los Capitanes de Arecibo.

“Hay que trabajar mucho con la base. Yo creo que la intención está. Lo que se necesita es tener la certeza de empezarlo. A veces le tenemos miedo a las cosas nuevas y ahí está el problema”, concluyó.