Los trazos de Iris Nelly Ramos Rullán son fuertes, valientes y no por la técnica sino por lo que la inspira a hacer sus mejores lienzos. 

Ramos Rullán impartía cursos de Biología a desertores escolares y como pasatiempo matizaba el rostro humano a través del pincel. Ahora es su fulltime luego que nacieran las razones más importantes de su vida y las que le dieron otros motivos para continuar el rumbo hacia adelante.

La también artista plástica y artesana se estrenó como madre a la edad de 34, cuando de su vientre brotó un ángel de cabello ensortijado y ojos profundos a quien llamó Juan Diego. Más tarde vino al mundo el pequeño Víctor Hugo quien ahora tiene un añito. Pero la maternidad llegó con ciertos retos que Ramos Rullán enfrentó con amor, pues su primogénito fue diagnosticado con autismo a la edad de tres, y el benjamín del hogar con síndrome down y una condición del corazón.

La juanadina transformó sus vivencias en ejemplo de tenacidad, a través de una sublime obra que comienza en la casa y se desplaza a otros rincones.

“Todo ha surgido por casualidad, porque yo aprendí a pintar como a los 20 años, cuando estaba terminando mi bachillerato en la (Pontificia Universidad) Católica. No fue algo que hacía de niña, aunque siempre hacía manualidades, pero nunca pinté”, recordó la virtuosa, quien tiene maestría en Gerencia y Liderazgo Educativo, y un bachillerato en Ciencias en Educación Secundaria en Biología, de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico. 

Fue mediante el pintor y profesor Israel González Borrero, que además de enseñarle los conceptos básicos en dibujo y pintura, despertó un talento innato al darle la oportunidad de asistirle en varios murales que hacía en Peñuelas.

Mas esta incansable juanadina no se quedó de brazos cruzados, sino que siguió puliendo su talento en la tranquilidad de su hogar. 

“Trabajé 10 años de maestra, pero especialmente en educación de adultos; entre estos un programa de desertores escolares. Realmente dejé de trabajar porque perdí el empleo y eso coincidió con mi primer embarazo y entonces decidí quedarme en casa porque ¿quién va a contratar a una embarazada?”, expuso la artista de 41 años, quien cuenta con el apoyo incondicional de su esposo Carlos Reyes.

“Mi primer hijo tiene autismo y eso lo supe a los tres años, y el segundo, que acaba de cumplir un año, tiene síndrome down y condición del corazón, ya lo operaron. El mayor tiene ya casi siete años y todavía no habla, así que ellos necesitan de mí y por ellos estoy en pie”, confesó Ramos, que ahora estudia un doctorado en Educación.

Así fue que esta sureña criada en el barrio Singapur de Juana Díaz, convirtió su pasatiempo en un trabajo profesional. Desde entonces, Ramos Rullán se ha dedicado a retratar los semblantes de aquellos que añoran un recuerdo especial.

“Todo ha sido por casualidad, pero desde que decidí dejar de trabajar, es una forma de acercarme a mis familiares y me gusta mucho. Me entretengo pintando a mis hijos, me gustan los paisajes y si puedo aportar en algo que disfruto pues, la satisfacción es enorme”, dijo la artista que prefiere el óleo, aunque también ha experimentado con acrílico y otras técnicas del arte.

Ramos también creó una serie de Quijotes que embelleció al ingenioso hidalgo al pintarlo con una flor adherida al cabello.

Su camino en el lienzo ha mantenido unos trazos firmes, al participar de varias colectivas en distintas partes de la Isla, junto a artistas reconocidos y emergentes.

Asimismo, pertenece a la Asociación de Artistas Plásticos de Puerto Rico (AAPPR) y posee Certificación Artesanal de la Compañía de Fomento Industrial de Puerto Rico en el renglón de estampas típicas sobre papel reciclado hecho a mano.

“Me gustaría tener mi propio taller y compartir quizás las técnicas un poquito, porque al ser maestra era algo que me abría la puerta. Me gusta enseñar y quizá hacerlo en algo que me apasiona, pues, sería magnífico”, apuntó.

Para detalles puede escribir a: pintorairisramos@gmail.com.