Hace 103 años que Antonio Hernández Martínez hizo una promesa a los Reyes Magos para que le permitieran criar a sus hijos, quienes quedaron huérfanos tras el fallecimiento de su esposa Juana Cales.

Y la cumplía cada 6 de enero con una decena de aguinaldos que se entonaban desde el sector La Mata del barrio Seboruco en Peñuelas. Así sus retoños fueron creciendo hasta convertirse en unos seres de bien, tal como lo pidió en 1915.

Pero este hombre jamás imaginó que su entrega echaría raíces en las generaciones futuras y se convertiría en una de las promesas más antiguas de Puerto Rico. Hasta se multiplicaron los aguinaldos cinco veces, ya que ahora son cincuenta.

“Sigue la promesa, van creciendo los muchachos, uno de ellos sale músico cuatrista y entonces, él viene formando parte de la propuesta musical cada año e iban subiendo los aguinaldos, ya no eran 10, sino 25 y entonces mi abuelo José al casarse con Margarita Ortiz Colón siguió con la devoción”, recordó la bisnieta de don Antonio, Myriam Enid Rodríguez Hernández

“Entonces, mi abuelo sube los aguinaldos a 50 y su esposa le añade cinco a la Virgen Milagrosa, pero con la petición de que esos fueran los últimos que se cantaran en la promesa y que quería a su familia toda de rodillas frente al altar”, agregó Rodríguez Hernández sobre sus abuelos que se casaron en 1948.

De ahí, comenzó una nueva etapa de la promesa que continúa con medio centenar de aguinaldos a los Reyes, cinco aguinaldos a la Virgen Milagrosa y a toda una familia orando de rodillas durante décadas.

La promesa empieza a las 3:00 de la tarde y continúa hasta la medianoche. (Para Primera Hora / Sandra Torres Guzmán)
La promesa empieza a las 3:00 de la tarde y continúa hasta la medianoche. (Para Primera Hora / Sandra Torres Guzmán)

Mas esta tradición no se quedó en el seno familiar, sino que se transformó en uno de los eventos religioso cultural de mayor devoción en el pueblo. Y se realiza en la residencia de la familia Rodríguez Hernández ubicada en el mencionado barrio peñolano, donde llegan personas de toda la Isla.

“Yo le explico a la gente que una fiesta y una promesa son dos cosas diferentes, porque se hacen muchas fiestas de Reyes, pero lo de nosotros es devoción. Nosotros no empezamos una promesa si no invocamos la presencia del Señor y de la Virgen, y da la casualidad, que mucha gente que llega aquí ese día expresa que aquí se siente una paz increíble”, contó la mujer de 53 años.

“Por aquí han pasado trovadores de la talla de Víctor Manuel Reyes, Adam Troche, Aurea Maldonado y diferentes exponentes de la trova que buscan esta promesa porque saben que esto es más que una promesa, yo le llamo un acto de amor hacia los Reyes”, relató.

La promesa empieza a las 3:00 de la tarde y continúa hasta la medianoche. Durante ese tiempo, reciben a los Reyes Magos a eso de las 7:00 de la noche, quienes llegan con dulces y juguetes para los niños presentes.

“Desde los tiempos de mi abuelo, él tomó la costumbre de regalarle juguetes a los niños ese día y como iniciativa de mi tía Josefa, tres de nuestros primos se visten de reyes y aproximadamente a las 7:00 de la noche hacen entrada los reyes. Los niños se alborotan, primero se entregan dulces, luego regalos, se hace un intervalo, mami reparte comida y después va corriendo su ritmo la promesa hasta que llega la hora de los arrodillaos”, expresó.

La tradición no se quedó en el seno familiar, sino que se transformó en uno de los eventos religioso cultural de mayor devoción en Peñuelas. (Para Primera Hora / Sandra Torres Guzmán)
La tradición no se quedó en el seno familiar, sino que se transformó en uno de los eventos religioso cultural de mayor devoción en Peñuelas. (Para Primera Hora / Sandra Torres Guzmán)

Según Myriam Enid, la hora de “los arrodillaos” es un momento donde la familia se inclina frente al altar, ataviado de flores, imágenes de los Reyes Magos y el cuadro original de la promesa.

Rodríguez Hernández aseguró que son muchos los milagros concedidos a su familia, entre estos, a su prima, la ahora representante Jacqueline Rodríguez.

“Ella tenía unos cuatro o cinco años y como todo muchacho entrometido, se fue a jugar al patio y había un saco de cemento abierto, y se echó eso en los ojitos y estuvo cuatro días sin ver nada. Eso fue unos días antes de la promesa, y en la parte de los arrodillados la nena salió gritando ‘mami, mira la virgencita qué linda”, confesó.

“Una vez vino un señor de Cidra y le pidió a mami que quería pasar a arrodillarse, así que pasó, oró y pidió sin nadie saber lo que pedía porque eso es personal. Al otro año llega este señor, busca a mami y le dice ‘señora vengo a decirle que cuando yo pedí orar, tenía cáncer y yo fui al médico y estoy sano”, reveló.

Ahora la familia Rodríguez Hernández se prepara para recibir a cientos de devotos el 6 de enero de 2019, cuando se realizará la edición 104 de esta legendaria promesa.

“Este año será muy difícil para nosotros, porque en junio perdí a papi y perdí a mi tía, la hermana de mami. Pero queremos que la gente venga, porque ya esta promesa es una tradición para nuestro pueblo y la gente necesita volver a creer”, resaltó acompañada de su madre Dora Hernández Cortés y su tía, Josefa Hernández Cortés.