Arecibo. Imagínese que hoy le digan a un baloncelista que el canasto estará a 12 pies de altura y que mañana se lo bajarán a 9 pies.

Cambios desajustantes como esos aplican en el surfing dentro de una misma competencia y requieren que el atleta esté listo para ajustar.

“Por eso practicamos en todas las condiciones, en la bajita, alta, con viento, sin viento... Es parte de nuestro deporte”, dijo el surfer boricua Brian Toth.

El Mundial de Surfing de Tabla Corta que se está celebrando en Arecibo ha reflejado muchos de los elementos que hacen complicado a este deporte, como la peligrosidad dentro del agua.

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El surfer es como el jinete, que va montado en una animal en movimiento. El surfista, claro está, va montado sobre una tabla en movimiento.

Al jinete le espera la dura pista si pierde el control del caballo. También le espera, si está en el suelo, las patadas de los otros caballos que le pasarán por encima. Al surfer le espera el agua, que no es tan peligrosa como los arrecifes que hay debajo de ésta y que han provocado graves lesiones en los atletas.

Si la sala de emergencias del hospital Metropolitano Susoni de Arecibo que le da servicios a los atletas del Mundial pudiera hablar, ya tiene múltiples ejemplos que contar del evento actual que ilustrarían sobre la peligrosidad del surfing.

“El hospital tiene un vagón de primeros auxilios a metros de la competencia. Lo más que hemos visto son heridas de erizos, que a veces son difíciles de remover, así como dolores estomacales. Por la Ley IPA hay otras cosas que no se pueden decir, pero hemos tenido atletas de Corea y de la República Checa que han tenido emergencias mayores. La orden del día son los erizos y cantazos que se trabajan en la sala y que no han tenido fracturas mayores”, dijo el director ejecutivo del hospital, jugador de Voleibol Superior y licenciado, Ramón Burgos.

El juicio de tomar una ola o dejarla pasar lleva un análisis de estrategia, además de que regulado por un reloj.
El juicio de tomar una ola o dejarla pasar lleva un análisis de estrategia, además de que regulado por un reloj. (Ramon "Tonito" Zayas)

La toma de decisión del surfer es crítica, como lo es también para muchos otros deportistas.

El surfer tiene que observar la formación de la ola, del mismo modo que un centrocampista mira la posición de sus laterales y de quiénes le defienden para decidir cuando debe pasar el balón, a qué jugador y con qué velocidad. A veces le centrocampista tiene que retrasar el balón.

Del mismo modo, el surfer tiene que estar estratégicamente sentado sobre el agua para mirar la ola, analizar si la más próxima o la que le sucede es la ola que le conviene tomar para comenzar a correrla. Igual puede dejar pasar un set completo de olas, aunque esté mirando a sus rivales tomar las olas que dejó pasar.

“Hay que ser pacientes, aunque hay otras personas en el agua que también van a estar cogiendo olas para ganar la serie. Hay que estar tranquila porque van a venir más olas”, dijo la surfer boricua, Havanna Cabrera.

Como en el baloncesto o el fútbol, los surfers también tienen que correr para atrás, aunque en su caso es nadar, lo que complica porque es consenso mundial que un atleta se mueve con más efectividad sobre tierra firme.

En el básquet la transición de ofensiva a defensiva es vital, sobre todo luego de un fallido intento al canasto. En el futbol, un contra ataque se evita precisamente corriendo para atrás y evitando el desbalance.

El surfer, por su parte, tiene que nadar para atrás, al punto de tomar la ola luego de haber corrido una. Tiene que hacerlo para tomar otra ola y lo debe hacer con prisa porque tiene un reloj en contra y porque mejores serán sus oportunidades de ganar en la medida en que más olas toma. En ese va y viene, el surfer está corriendo la ola, regresando a ésta, evadiendo por debajo del agua a los rivales que corren una ola, por un término de 20 minutos, a veces sin parar.

Nadar de regreso a la ola es literalmente nadar en contra de la corriente.
Nadar de regreso a la ola es literalmente nadar en contra de la corriente. (Ramon "Tonito" Zayas)

Y como ocurre con la gimnasia, el resultado de un surfer depende del ojo de un juez, que le da una nota al atleta según lo que apreció de éste sobre el agua. Las rutinas de la gimnasia consideran el balance, altura, forma y la nota que reciba puede ser de su agrado y desacuerdo.

En el agua, los jueces ponen su nota para bien o para mal del surfer según criterios de balance, velocidad, poder. El atleta está consciente de que es juzgado y, en su afán de impresionar al juez, puede caer en el error de tratar de hacer demasiado.

El juicio complica todo, como si le hiciera falta más elementos que superar al atleta.

“Es complicado”, catalogó el entrenador de surfing de Grecia, el peruano Sebastián Alarcón, “porque cada atleta tiene su manera de expresarse, de correr al surf. Y por otra parte hay criterio general que manejan los jueces. Entonces tienes que hacer lo que ellos te piden con tu estilo. Pero sí... a veces uno hace las cosas lo mejor que puede que para los jueces no están dentro de su criterio. Ahí entonces hay que alar hilo, un poco de lo que los jueces quieren y de lo que el atleta quiere”.