Cuando algunos alimentos se recalientan, pueden liberar toxinas debido a procesos microbiológicos y químicos que ocurren durante su almacenamiento y calentamiento. Un ejemplo común es el arroz, que puede albergar esporas de Bacillus cereus, una bacteria que produce toxinas resistentes al calor.

Al recalentar el arroz, estas esporas pueden convertirse en bacterias activas, y si no se alcanzan temperaturas lo suficientemente altas, las toxinas producidas pueden persistir y representar un riesgo para la salud.

Se han hecho múltiples análisis al respecto. El “International Journal of Food Microbiology” publicó un estudio (Jeyaram et al., 2013) que analiza la presencia de Bacillus cereus en alimentos, incluyendo arroz, y los riesgos asociados con la intoxicación alimentaria.

Las papas, por otro lado, contienen solanina,una sustancia tóxica que puede acumularse en la piel y en áreas verdes de la papa. Al recalentarlas, especialmente a altas temperaturas, la solanina puede liberarse en mayores cantidades, lo que podría resultar perjudicial para quienes consumen el alimento.

Los huevos cocidos son propensos a la contaminación bacteriana, y recalentarlos inadecuadamente puede no eliminar todas las bacterias presentes. Esto puede dar lugar a la producción de sustancias tóxicas, lo que subraya la importancia de refrigerar adecuadamente los huevos cocidos si no se consumen de inmediato.

En el caso de los hongos, estos son alimentos que pueden contaminarse fácilmente. Si no se manejan y almacenan correctamente, las esporas y toxinas presentes pueden persistir y no eliminarse completamente al recalentarlos, aumentando el riesgo de intoxicación alimentaria.

Recalentar los aceites vegetales a altas temperaturas puede desencadenar la liberación de radicales libres y sustancias tóxicas. Es preferible usar aceite fresco para cocinar cada vez que sea necesario.

La doctora Camila Echeverri, explica en el Canal del Hospital San Ignacio que durante esta época de navidad los casos de intoxicación con alimentos abundan. Para identificar esta condición, la experta manifiesta que “en general va a empezar corto tiempo después de haber ingerido el alimento y puede tener dolor de barriga que puede ser de manera generalizada, como los cólicos o como retorcijones, y estar acompañada de diarreas que son deposiciones líquidas y de vómitos o ganas de vomitar”.

Según Echeverri, la atención debe estar puesta en las personas que presenten estos síntomas y no puedan hidratarse “porque el tratamiento de una intoxicación alimentaria es la hidratación”, aseguró.

La adecuada manipulación y almacenamiento de los alimentos, así como la atención a las temperaturas de cocción y recalentamiento, son fundamentales para prevenir la proliferación de bacterias y la formación de toxinas. Conocer los riesgos asociados con ciertos alimentos al recalentarlos puede contribuir a una práctica culinaria más segura y saludable.