Parece que los Premios Lo Nuestro de por sí no fueron ni una sombra de lo que veíamos anteriormente y es que lo que se ha destacado no son los ganadores, sino el encuentro entre parejas.

Primero fue el encuentro entre Jackie Guerrido y Don Omar, que me pareció muy bien de parte de los dos. El noviazgo pasó, la boda pasó, el divorcio pasó y siguiendo ambos en el mundo del espectáculo, tarde o temprano se encontrarían y eso fue ahora.

¿Querían que ella le dijera dos o tres o que él la ignorara? Eso no es así.

Hay que recordar que Jackie estuvo junto a él en una época, cuando el juicio en el Tribunal de Carolina. La vimos ir día tras día a apoyarlo y esas cosas no se olvidan.

Cuando estás mal o tienes una situación difícil es cuando los verdaderos amigos que te quieren aparecen, mientras los otros se esconden para ver cómo te tumban. Ujum.

Pero como éramos cercanos a esa relación sabíamos que no eran los chismes de pasillo o cuernos como algunos insinuaron; lo que los distanció fue el trabajo de ambos. Cada cual quería brillar; ambos estaban en muy buen momento y seguir juntos fue cuesta arriba.

Me alegro muchísimo por los dos de que el mundo entero viera que ni puños, ni empujones y mucho menos desplantes. Como dos seres civilizados. Muy bien.

El otro pleplé que se usó para llamar la atención de los sosos Premios fue el encuentro entre Angeliquita Vale y Chayanne.

Angelica María, la actriz madre de Angeliquita, hizo de su casa lo que se llamaba la embajada de Puerto Rico en el D.F. Los artistas, desde Ricky Martin, Chayanne, el actor Pedro Juan Figueroa y algunas actrices contratadas por Televisa hacían de la casa de Angelica una extensión de la Isla.

Allí fue que creció la gran de Angeliquita con Ricky Martin y con Chayanne. Por eso verlos juntos celebrando al encontrarse no es para hacer un teatro, sino para celebrar que por lo menos todavía en el mundo del espectáculo hay gente que recuerda los buenos tiempos cuando comenzaba y lo ayudaron, y eso se agradece. Claro, Chayanne es harina de otro costal.

Pero la nota discordante la volvió a dar Ángela Aguilar, quien no ha aprendido disciplina de sus padres o abuelos y cada día está más creída como estrellita marinera.

Cuando vino a Puerto Rico a los premios se portó superagradable, pero el régimen de dieta que lleva la mata; casi come como pajarito y eso la irrita. Nada, que mientras la carguen por ser hija de Pepe Aguilar no tendrá que mover muchos dedos. Pero en México se han dado cuenta que su prima Mayo es más accesible y no dude que pronto sea una contra la otra, pues cantan lo mismo. Veremos si las changerías ganan o el talento. Mientras, los Premios son más de lo mismo.

Ah, por favor, quién le dice a Yandel que elimine esa imagen “trashy” que tiene ahora. Cuando estaba en Cayey quería triunfar. No tenía mucho dinero, pero siempre estaba de punta en blanco.

Jamás lo vimos como ahora. O es que ahora guarda el dinero y no gasta ni en navajas ni en barberos o se cansó de arreglarse. Juipiti.

Y Wisin, con su beach look, desentonó también.

En Puerto Rico le llamaron los premios mexicanos, pero es que había muchas categorías donde realmente los que pueden competir son los que tocan esa música que se escucha en México en cada esquina. Las disqueras están molestas por la proliferación de las producciones de marquesina, que no les producen nada. Son productos independientes a ellos y casi todo va para el cantante, nada para ellos. Por eso están devaluadas.

Hace varios años, los cantantes urbanos acapararon los premios, pero no es un secreto que ni la salsa, la balada ni el merengue los tocan en radio como la música urbana, ni con la frecuencia que se debe. Así que no se quejen, pues en México sí tocan su música. Cuando los programadores vean que mucho de los urbano es lo mismo dejaremos de escuchar el bom, bom.