A estas alturas usted debe haberse enterado del conciertazo que ofreció Ana Isabelle el domingo en la Sala de Festivales del Centro de Bellas Artes. Seguramente ha visto -y si no, le invito a que busque los videos en redes sociales- los momentos importantes que protagonizó con esa voz que no tiene limitaciones de géneros o registros y con ese cuerpo que se dobla y desdobla al aderezar con movimientos desde las baladas hasta el hip hop. En el escenario luce cómoda, liviana, deslizándose a gusto y gana en su hábitat natural.

Le habrán contado, y si no lo hago aquí, que tuvo un junte espectacular con Juan Vélez, al que minutos después se unió Dagmar, logrando una trilogía perfecta de almas y voces… que realizó un dueto con Elysanij que dejó al público sin aire y que unió su voz a Angel (Son by 4) en una impresionante interpretación del hit “A puro dolor”. A mitad de velada subió su tía, Libeth, una cantante que le ronca la manigueta y que sazona con su interpretación los temas típicos de las bohemias. Juntas en complicidad, interpretaron un tema cortavenas que fue cortavenas de verdad.

Las actrices Sara Jarque y Denise Quiñones llegaron también para danzar y cantar junto a Ana Isabelle temas de los musicales “In the Heights” y “Chicago” en una maravillosa puesta en escena.

Estos datos, que son sólo unos cuantos de un show completo y variado, estuvieron hilvanados por videos que mostraron a Ana en las artes desde niña y que recogieron instantes junto a su mentor, Luis Fonsi; otros en el musical “Evita”, en “West Side Story”, junto a Steven Spilberg, la serie que acaba de filmar en España y por ahí pa’ bajo la retahíla de éxitos que ha logrado y que han pasado un tanto inadvertidos porque en Puerto Rico tenemos la mala costumbre de ignorar los artistas que no tienen escándalos, y de seguir la vida y milagro de quienes sí.

Basta escucharle a un artista algún disparate, alguna expresión política o algún escandalete de calzoncillos y refajos y ahí estamos pendientes, convirtiéndoles en figura, repitiendo sus sandeces. Y no me diga que no, que usted sabe que sí.

Lo que quizás usted no sabe y me place contarle hoy, es que lo que se vio en el escenario es el producto de muchos años de estudio y esfuerzo, y de la crianza en una casa modesta de clase media en la que se vivía del arte. Su mamá, Ana, dirigía el Coro de Niños de Caguas y su papá, Carmelo, era un trompetista destacado. Sin embargo, no ha sido fácil el camino para Ana Isabelle. La industria musical es injusta con las féminas que deciden lanzarse el mundo de la canción. La cantidad de artistas varones que reciben apoyo es mucho mayor al de las mujeres. Lo digo porque lo sé, porque lo he comprobado en casi 40 años trabajando en una industria musical puertorriqueña inmensa, rica en talentos, pero de puertas pesadas para las féminas. Se puja más por ser mujer. Punto. Y si no me cree, pregúntele a cualquiera de ellas, desde Ednita hasta Ivy Queen.

Ana Isabelle es una artista completa. Para eso se educó y en ello ha invertido el corazón. Y lo que en su país natal le ha costado tanto trabajo, en el extranjero se ve y se aprecia. No dude usted que el mercado extranjero siga abriéndole los brazos y que pronto la veamos en nuevos proyectos y hasta en alguna alfombra roja internacional. ¡El éxito se lo merece!