ARECIBO. Aquel sillazo de la pasada temporada en Quebradillas sacó a Joel Ortiz del tabloncillo por el 2016, pero no para siempre.

Este año, el veterano oficial del Baloncesto Superior Nacional (BSN) está de regreso en las canchas boricuas luego de que una silla de metal lanzada por un fanático en Quebradillas aterrizara en su cabeza y le causara daños de salud.

Sí lo frenó durante un largo y duro año lleno de estudios de resonancia magnética (MRI), suturas, electroencefalogramas, hospitales, medicamentos, dolor, pérdida de ingresos y angustia familiar. Pero en el inicio de este torneo está de regreso, por lo que el sillazo no consiguió sacarlo de carrera.

“El proceso fue duro y largo. Bien duro. Yo lloraba por no poder caminar, por no poder correr, por no poder estar en la cancha. Mi pasión es el arbitraje”, dijo Ortiz.

“No me siento 100% porque jamás y  nunca va a ser lo mismo, pero me siento bien. No es la misma condición. Estuve un año sin hacer nada”, agregó.

Ortiz recordó que el 12 de abril de 2016 laboraba un juego en el Coliseo Raymond Dalmau, cuando el equipo local, Quebradillas, perdió por un punto en dos tiempos extra ante los Leones de Ponce. A la conclusión del juego, los oficiales fueron agredidos por algunos fanáticos de los Piratas. 

En ese incidente, una silla voló, le pegó en la cabeza y le abrió una herida que requirió nueve puntos de sutura.

No recuerda mucho, pues despertó en el camerino, bañado en sangre, dijo.

Ortiz Rivera, quien además es policía y militar, tuvo que pasar por múltiples exámenes y tratamientos médicos a causa del golpe, tras  el cual se le diagnosticó una conmoción cerebral  que limitó su movilidad por meses.

Entre abril y  agosto del pasado año  no podía hacer nada debido a los mareos y los dolores de cabeza tipo migraña.

Aunque no se detectó un daño cerebral mayor, los dolores de cabeza regresan una o dos veces al mes, y sus médicos le advirtieron que en un futuro podría desarrollar síntomas de epilepsia.

Familia afectada

“El mayor impacto fue a mi familia. Mis dos hijos y mi esposa vieron que  no podía levantarme de la cama... y eso afecta”, dijo Ortiz Rivera, de 50 años y con 24 de experiencia en el BSN. “Mi esposa estaba en contra de que volviera a pitar, pero yo tenía que probar que  podía hacerlo y que no tenía que retirarme por culpa de otro”.

El regreso le tomó hasta principios del 2017, pero ya ha trabajado en siete partidos de la actual temporada.

Dijo que no le guarda rencor a la persona que lanzó la silla y que lo perdonó como parte de sus convicciones cristianas.

Una persona fue arrestada y procesada por el incidente, y aunque en el tribunal se determinó que participó del motín, no se pudo probar que fue quien lanzó la silla que hirió a Ortiz Rivera, por lo que solo se llevó un año de probatoria como castigo.

“No le echo la culpa. Son las emociones. Y le doy gracias a Dios que  fue a mí a quien le pasó eso y no fue a una persona mayor o a un niño, porque lo hubiesen matado”, expresó calmadamente. 

No ha vuelto a pitar en Quebradillas porque la liga no lo ha asignado, dijo, pero no tiene problemas en regresar a La Guarida.

“Dios sabe lo que hace. Por algo me pasó eso a mí. Será que pasó para que no fuese movilizado (militarmente) o tuviese un accidente de auto. Dios tiene un propósito para todo”, finalizó.