Toronto - Faltaban dos horas para que comenzara la presentación del grupo puertorriqueño de música urbana Calle 13 y miles de personas ansiosas esperaban frente a la tarima del Madison Phillips Square.

Niños, adolescentes, adultos y ancianos de diferentes nacionalidades luchaban por estar lo más cerca posible de la tarima. Ondeaban alto banderas de Chile, Uruguay, Colombia, Canadá, Puerto Rico, Honduras, Costa Rica, Cuba y México.

Cuatro canadienses que llegaron desde Montreal para ver a la afamada agrupación cantar en el cierre del penúltimo día del festival Panamania colocaron una neverita en sus pies y colaban cervezas y botellas de licor escondidas en bolsas de papel.

Relacionadas

Mientras más se acercaba la hora, mayor era la cantidad de personas que se aglutinaba en el recinto. La plaza estaba repleta de fanáticos sudorosos que se chocaban unos con otros.

Bajó el sol y las luces de la tarima se apagaron. Prendieron cerca de 10 pantallas dando paso a la banda que entonaba Fiesta de Locos.

El público -que nunca paró de bailar- gritaba con tanta fuerza que parecía imposible que no les dolieran las gargantas. Aunque algunos no hablaban español, se esforzaban por seguir las letras de las canciones.

El espectáculo continuó con Baile de Pobres seguido por El Aguante, tema que atrajo euforia y brincos que hacían temblar el suelo.

“En la vida uno sobrevive aguantando, pero hay cosas que no tenemos que aguantar, como nuestros gobiernos que no hacen su trabajo. Como la desaparición de 43 estudiantes en México”, dijo René Pérez a un público que aplaudía cada palabra y brincaba con cada uno de los temas.

El intérprete conocido como Residente exclamó todos sus mensajes en español y en inglés.

Continuaron con Nadie como tú y había una melodía única en los diferentes acentos que se unieron para entontar el coro.

Llegó la Cumbia de los Aburridos y Residente, como es costumbre en sus conciertos, se despojó de su camisa. Esta vez, no llevaba mensajes escritos en su ropa o su cuerpo.

“¿Estamos vivos?”, gritó. “Are we alive? ¿Estamos vivos cabr**es?”, dijo aumentando la fogosidad de los miles de espectadores. “Quiero que todo el mundo se abrace, no importa si no se conocen, somos hermanos. ¡No voy a seguir cantando si no se abrazan!”, añadió dando paso a un multitudianario abrazo colectivo.

Luego los mandó a brincar y una impresionante marejada de personas se movía sin parar al unísono y apretadísimos.

Antes de comenzar con el tema Adentro, que fue interpretado con el vídeo musical en varias de las pantallas, hizo una crítica a las llamadas ‘tiraeras’ entre los reguetoneros y contra “todos los raperos que no aportan nada con las letras de su música”.

Uno de los momentos más emocionantes del breve concierto fue cuando comenzó el tema Pa’l Norte. “Esto es para todos los inmigrantes, no human is ilegal”, repitió varias veces, en una ciudad que está demasiado orgullosa de su multiculturalidad y donde cerca del 43% de los residentes son inmigrantes.

La Vuelta al Mundo, Multiviral, Tango del Pecado y La Perla fueron otros de los temas que agitaron al público, pero la mayor euforia surgió tan pronto sonaron las primeras notas de Atrevete-te-te. El piso volvió a temblar y las mujeres movían sensuales sus caderas hacia el suelo.

El cierre se lo llevó Latinoamérica y la multitud insaciable pedía otra que no llegó. La organización de esta puntual ciudad les lanzó una advertencia para que no se pasaran de hora.

El espectáculo cerró con un ‘show’ de fuegos artificiales que realiza la ciudad todas las noches desde el comienzo de los Juegos Panamericanos.

El público, aún sediento de más temas de Calle 13, se marchó cantando a capella y bailando sin música. No importó la diferencia de edad o nacionalidad, la música sonó y Toronto habló el mismo idioma.