Viena. El puro entretenimiento es tanto el medio como el fin de la quinta entrega de "Mission: Impossible", un cinta de acción en la que su protagonista, Tom Cruise, vuela, bucea, dispara y pelea en lucha contra un enemigo en la sombra.

"Mission: Impossible. Rogue Nation" es así un típico producto de entretenimiento, bien producido, con escenas trepidantes, su punto de humor, su villano de rostro inquietante y pocas pretensiones intelectuales.

"Creo que lo que tratamos de hacer es tocar lo suficiente el mundo real para que la película esté fundamentada en algo de realidad, pero no tanto que te recuerde tus problemas. Simplemente queremos que la gente venga a la película y se lo pase bien", dijo el director de la cinta Christopher McQuarrie.

Relacionadas

En "Rogue Nation" Cruise es de nuevo Ethan Hunt, el superagente de la ultra secreta agencia IMF.

El enemigo esta vez es The Syndicate, un grupo de villanos tan oscuro y misterioso que hace que su existencia sea casi un mito, lo que hace más difícil detener sus planes de cambiar el orden social mediante sutiles ataques terroristas.

Con tanta competencia de películas de acción en el mercado, McQuarrie señala que la novedad se ha centrado en crear una nueva dinámica en el grupo de espías liderado por Hunt y conocidos ya por el público, introduciendo un nuevo personaje, la misteriosa y mortal Ilsa Faust, interpretada por Rebecca Ferguson.

Uno de esos espías, que ya estuvo en las dos últimas cintas de la saga, es Benji Dunn, interpretado por Simon Pegg, y que ejerce de personaje chistoso y con los pies en la tierra que compensa tanto paisaje exótico y tanto agente invencible.

Aunque Pegg reconoce que esta nueva "Mission: Impossible" es esencialmente una "gran película de diversión" de la que disfrutar comiendo palomitas, también afirma que incluye un mensaje, y un reflejo de la sociedad actual y sus preocupaciones.

"Esta película trata mucho del villano invisible. Hasta la Guerra Fría era un gran y definido enemigo, siempre un país o un régimen. En la actualidad, es difícil identificar dónde están los malos, si es una corporación o un banco o un grupo de agentes secretos conspirando para hacer desaparecer el mundo", explicó.

La trama lleva a Hunt-Cruise a jugarse la vida en medio mundo.

Se sube a un avión en marcha en Bielorrusia (una escena real que rodó el propio actor); lucha entre los bastidores de la Ópera de Viena; o bucea hasta casi ahogarse en una inexpugnable instalación subacuática en Marruecos.

El uso de imágenes creadas por ordenador ha sido reducida al mínimo y las escenas de acción, el mayor atractivo de la cinta, incluidas trepidantes persecuciones con motos y coches, fueron filmadas por los actores protagonistas.

Pese a sus 53 años, Cruise sigue apostando por rodar escenas reales y seguir haciendo él mismo buena parte del trabajo que normalmente las estrellas dejan a los especialistas y dobles.

Acróbata Cruise en esta cinta