El comediante y comentarista Jimmy Kimmel no se quedó callado ante el candente y muy controversial tema de actualidad: la matanza del león Cecil en Zimbabue por parte de un dentista norteamericano de nombre Walter James Palmer.

Como es uso y costumbre en sus monólogos –independientemente de la seriedad o el nivel de polémica que suscite un tema–, Kimmel siempre trata de arrancar risas de su público para minimizar el impacto negativo que el asunto en cuestión pueda tener. Sin embargo, en esta ocasión, pese a todos sus esfuerzos como el profesional que es,  sumamente conmovido por esta tragedia, no pudo evitar verter unas lágrimas y casi rompe en llanto frente a todos a su público.

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Entre otras cosas, Jimmy Kimmel comentó que el día anterior (refiriéndose al pasado martes, 28 de julio), se había revelado que un muy querido león de 13 años, que vivía en una reserva natural en Zimbabue –y que llevaba un collar de GPS porque estaba siendo estudiado por naturalistas de la Universidad de Oxford– había sido matado a tiros por un cazador que había pagado decenas de miles de dólares para “divertirse”, matando un felino salvaje.

El león había alcanzado cierto grado de notoriedad y era un favorito entre turistas, guías turísticos y naturalistas por su majestuosidad y su abundante melena mayormente negra.

Entonces, a mediados de este mes –continuó relatando Kimmel– un cazador “deportivo” lo mató a tiros: 

“Anoche leí un informe”, dijo Jimmy, “en el que se decía que se sospechaba que había sido un español quien había matado al animal y tengo que admitir que cuando leí eso, me sentí aliviado de que no hubiera sido un americano. Sé que es terrible, pero me alegré de que, para variar, no hubiera sido uno de los nuestros. Entonces, esta mañana entré en la Internet y vi que, después de todo, sí fue un americano; un dentista de Minnesota que pagó $50 mil dólares para dispararle al león.

De acuerdo con la noticia, él contrató a una compañía, voló a Zimbabue… Dos locales lo llevaron a la reserva y ataron el cadáver de un animal muerto a la parte trasera de un Jeep para sonsacar al león fuera de dicha reserva porque es ilegal matar animales dentro de la reserva. A eso lo llaman ‘hacer morder el anzuelo’.

Una vez lo sacaron del parque, lo aluzaron con un foco de luz y, a continuación, el dentista hirió a Cecil con un arco y flecha. Pero, la flecha no mató al león, de modo que lo persiguieron y, 40 horas más tarde, lo mataron con un arma de fuego; lo despellejaron, lo decapitaron y dejaron el cuerpo (tirado) allí.

Para mala suerte de ellos (el dentista y quienes lo llevaron), los investigadores de la Universidad de Oxford que estudiaban a Cecil siguieron la señal (que continuaba emitiendo el aparato de GPS que el león tenía en la cabeza) y las autoridades locales ubicaron a los cazadores, quienes dijeron que se habían dado cuenta demasiado tarde de que habían matado a un león con GPS. (De hecho), trataron de destruir el collar de rastreo, pero no pudieron”.

A continuación, Kimmel divulgó el nombre del dentista –Walt Palmer– y añadió que, al presente, estaba escondido y hasta había cerrado su práctica de dentista en Bloomington, Minnesota.

En un muy pobre intento de excusarse, y para tratar de apaciguar los ánimos, el dentista envió un comunicado en el que decía que él no tenía conocimiento de que el león que había matado era un animal muy querido y que, hasta donde él sabía, todo en su cacería había sido legal y debidamente manejado.

La respuesta de Jimmy a esto fue: “Partamos de la premisa de que, en efecto, lo que el hombre hizo era legal y que él no sabía que el león tenía un collar de rastreo… La gran pregunta es: en primer lugar, ¿por qué le estás disparando a un león? Digo, honestamente siento curiosidad por saber por qué un ser humano se podría sentir motivado a hacer algo semejante. ¿Cómo puede ser eso divertido?”.

Entonces, hipotéticamente dirigiéndose al dentista, Jimmy retóricamente preguntó: “¿Es tan difícil para ti para ti conseguir una erección que necesitas matar algo… que sea más fuerte que tú?”.

Acto seguido, el público irrumpió en sonoros vítores y aplausos.

“Si ese es tu caso”, remató Jimmy, “existen pastillas para eso y funcionan muy bien. Quédate en tu casa, trágatela (la pastilla) y ahórrate toda una vida de ser el hombre más odiado en América que nunca anunció pudín de Jell-o en televisión”.

Con este último comentario, Jimmy hacía referencia a Bill Cosby, quien fue portavoz de la antes mencionada marca y quien está acusado de haber abusado sexualmente de múltiples mujeres.

Nuevamente, la audiencia irrumpió en aplausos.

En ese momento, Jimmy Kimmel aclaró que él no estaba en contra del concepto de la cacería, siempre y cuando fuera para controlar una población de animales, si se trata de un asunto cultural o si el propósito es usar los animales como sustento. “Eso es otra cosa”, dijo Jimmy. “Pero si eres un dentista pen***o, que lo que quiere es la cabeza de un león para colgarla sobre la chimenea de su ‘cueva’ masculina, donde los imbéciles de sus amigos pueden comer y tomar whisky, mientras le dicen lo estupendo que él es… ¡eso es vomitivo!”.

En ese momento, Kimmel procedió a mostrar fotos de Palmer y a mencionar otras instancias en las que el dentista había asesinado animales por puro gusto. En cámara, se mostraron fotos del hombre con osos, leopardos y hasta rinocerontes. “Ha matado como a la mitad de los animales del Arca de Noé”, apunto el comentarista.

Finalmente –y aquí es donde la cosa se puso bien seria– Kimmel expresó su sentida esperanza de que algo bueno saliera de “esta desgraciada tragedia”, que es como él la calificó.

Entonces, con la voz casi quebrada por el llanto, Kimmel compartió la dirección del portal de la Wildlife Conservation Research Unit –www.wcru.org– en (la universidad de) Oxford. “Estos son los investigadores que le pusieron el collar (de rastreo) a Cecil. Ellos rastrean a los animales y los estudian. Si ustedes quieren hacer algo… si quieren sacar algo positivo de eso…. Hagan un donativo para apoyarlos. Quizás, así, podamos demostrarle al mundo que no todos los americanos son como este imbécil” cerró, mostrando una última foto del detestado dentista Walt Palmer.