Todo empezó con un golpe al pecho y al rostro.

El representante José Luis Rivera Guerra lanzó un codazo al líder sindical Julio Vargas Cruz, quien llegó hasta el Capitolio en representación de la Universidad de Puerto Rico, iniciando un intercambio de golpes del que terminaron con heridas leves en ambos.

 Los hombres se fueron a las manos cuando Rivera Guerra, dijo, se sintió en “riesgo” al no poder entrar a la Casa de las Leyes.

El primer golpe, según lo evidencian los vídeos publicados en redes sociales, lo lanzó Rivera Guerra con su codo derecho, que aterrizó en el rostro de Vargas Cruz.

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El representante explicó en declaraciones escritas que previo al altercado “alguien me agarró por la cintura. En ese momento, me defendí para que me soltaran”.

“Inmediatamente, todo el grupo comenzó a agredirme, me escupieron. Me habían amenazado de muerte, mi vida estaba en riesgo. Actué en defensa propia”, especificó Rivera Guerra, quien practicaba artes marciales, según ha dicho en entrevistas anteriores.

Vargas Cruz, por su parte, denunció que “ni los policías se metieron, porque vieron que yo me estaba defendiendo. Me rompió la lengua, me dio en el ojo y en la cabeza. Yo le tiré pa’ atrás. No sé cómo quedó”, explicó.

El líder sindical acudió al cuartel de la Policía en el Capitolio pero, tras 10 minutos de espera decidió irse y buscar a su abogado, según confirmó el capitán Luis Cordero, vía telefónica, desde el Cuartel General. 

A Rivera Guerra lo entrevistó el agente Rodríguez, del cuartel del Capitolio, y -según Cordero- radicaría cargos.

Centenares de unionados se congregaron ayer desde horas de la mañana en el ala norte del Capitolio para exigir que no se aprobara el Proyecto 938, alegando que provocaría el despido de más de 45 mil empleados públicos.

Finalmente, la Cámara de Representantes dio luz verde al proyecto anoche en votación partidista. 

El toma y dame provocó la reacción de varios políticos, como el portavoz de la mayoría en la Cámara de Representantes, Gabriel Rodríguez Aguiló, quien exigió la renuncia de la superintendente de la Policía, Michelle Hernández de Fraley, al denunciar que la funcionaria permitió el secuestro de empleados y legisladores en el propio Capitolio.

“Es inaudito que la superintendente permita que una de las tres ramas del gobierno de Puerto Rico sea secuestrada en su lugar de trabajo, no tan solo por impedir el libre acceso, sino por la restricción de la libertad y el libre movimiento de los que laboramos en el Capitolio”, dijo en un comunicado de prensa Rodríguez Aguiló.

Hernández de Fraley, por su parte, indicó que “la Policía de Puerto Rico ha velado por el derecho de libertad de expresión y que se ejerza de acuerdo a la ley y orden”.

Intensa jornada

Durante el día, que comenzó a las 8:00 a.m. bajo un sol asfixiante, los ánimos se fueron caldeando entre los unionados. 

Cobijándose debajo de las palmas, con sombrillas o a la sombra de los edificios históricos y bajo la mirada atenta de los policías que cerraban las escalinatas, siguieron aumentando en número mientras llegaban reportes de que un grupo bloqueó el paso en la avenida Kennedy, generando aplausos. 

El grupo buscaba acción y en un momento, se acercó a las escalinatas, provocando la movilización de la fuerza de choque, aunque el asunto no pasó de insultos y burlas a los agentes, quienes se mantenían inmóviles con las manos agarrando el cuello de sus chalecos antibalas. 

Si un legislador se atrevía a asomarse recibida un aguacero de insultos. Pronto cerraron todas las puertas de acceso. 

Líderes de los manifestantes se acercaron a una puerta lateral, del lado del Senado. Con golpes, exigían que abrieran la puerta y, del otro lado, los policías tenían una barricada. Pronto se cansaron y se movieron al otro lado del edificio, donde se repitió el reclamo y hasta astillaron una ventana. La Policía, sin embargo, siguió firme. 

El escenario no fue el mismo en el acceso del anexo de la Cámara hacia la Casa de las Leyes. Los unionados hicieron un túnel humano y cuando se asomó el asesor Edwin Mundo a tratar de coordinar la movilización de representantes de un lado a otro, le gritaron desde pillo hasta basura. Mundo sonreía y no intervino con los manifestantes.

En un momento, un grupo que salió del anexo fue atacado con una botella de agua y un representante reaccionó lanzando un manotazo. Los unionados se alzaron y entre gritos se fueron a las manos, momento en el cual respondió la Policía con tasers y empujones. Un periodista resultó con una herida leve en la cabeza en medio de la escaramuza, que se resolvió rápidamente con acuerdos de bando y bando de bajar las tensiones.

En medio de un forcejeo, entraron Jorge Navarro, Gabriel Rodríguez Aguiló y Nelson del Valle, quien cuestionó con palabras soeces a la Policía por entender que no hacía su trabajo.

 Horas después, Del Valle ofreció disculpas públicas a cualquier miembro de la uniformada que se haya sentido ofendido por sus expresiones. 

Además, se unió al pedido de renuncia de Hernández de Fraley.

Pasadas las 3:00 p.m. y tras conocerse que el proyecto 938 no sería retirado, el líder de la Unión Independiente Auténtica (UIA), Pedro Irene Maymí, explicó que el organismo permanecería “en la calle, fuera de los centros de trabajo y en la manifestación del 1 de mayo frente la Junta de Control Fiscal”. 

“No vamos a permitir que en Puerto Rico venga una junta dictatorial”, añadió.

“Como cada acción tiene una respuesta, no vamos a participar del plebiscito. Y vuelvo y repito, el trabajador que se respete a sí mismo, aunque sea del partido que sea que milite, no puede participar de eso”, insistió Irene Maymí.

Según lo evidenciaron los vídeos publicados en redes sociales, el representante José Luis Rivera Guerra lanzó el primer golpe, un codazo, que desembocó en la pelea.

(JUAN.MARTINEZ@GFRMEDIA.COM 2017)

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