Nelson Mandela, el hombre que dijo que el ser humano que ha cumplido con su pueblo y su país puede descansar en paz, murió ayer en su domicilio en Johannesburgo, Sudáfrica, nación de la que fue el primer presidente negro.

En julio pasado  Madiba, como se le conoce, cumplió 95 años mientras combatía una grave afección pulmonar por la que fue hospitalizado en estado grave el 8 de junio. Ese mismo mes su estado pasó a ser crítico.

De los 95 años que vivió, 27 los pasó encarcelado por haber desafiado el apartheid, un sistema de segregación racial impuesto por los blancos colonizadores ingleses.

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Bajo ese régimen, Mandela fue declarado culpable de sabotaje e intentos de derrocar al gobierno y condenado a cadena perpetua.

“Siempre he atesorado el ideal de una sociedad libre y democrática, en la que las personas puedan vivir juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal para el que he vivido. Es un ideal por el que espero vivir, y si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir”, fueron las palabras que dijo en corte cuando fue condenado.

Uno de sus  abogados, George Bizos, ha dicho que lo increíble de Mandela es que nunca se comportó como un prisionero. Mantenía su frente en alto, como quien tiene intacta su dignidad.

Nelson Mandela nació en realidad como Rolihlahla Dalibhunga en 1918. Su nombre  significa “tirar de la rama de un árbol”, pero coloquialmente es sinónimo de “alborotador”, lo que en inglés por ahí le dicen troublemaker. Fue uno de los 13 hijos que tuvo su padre con cuatro esposas. Madiba es un apodo tomado de su clan, de la etnia xhosa.

Huérfano de padre a los nueve años, recibió el cuidado de sus padrinos adoptivos y educación formal en una misión metodista. A los 23 años se fue a Johannesburgo.

Estudió derecho y empezó a batallar contra el apartheid, lo que incluyó actos de desobediencia civil que finalizaron en acusaciones de alta traición y, eventualmente, su encierro.

“En prisión uno está frente a frente con el paso del tiempo. No hay nada más aterrador”, fue una de sus muchas reflexiones de su periodo en la cárcel.

En 1990, ya con su salud deteriorada, el prisionero 46664 fue dejado en libertad y cuatro años más tarde se convirtió en el primer presidente negro elegido democráticamente. Un año antes había sido reconocido con el Premio Nobel de la Paz. “En mi país primero vamos a la cárcel y luego nos convertimos en Presidente”, bromeó en algún momento.

Cuando en junio de 2004 Mandela anunció su retiro de la vida pública, sus palabras fueron: “No me llamen, yo los llamaré”.

El 18 de julio, día de su nacimiento, está reconocido por las Naciones Unidas como el día internacional de Mandela. Es un llamado a que cada persona, desde el espacio que sea, haga algo para mejorar el mundo.

El expresidente de Sudáfrica fue un férreo defensor de los derechos humanos en su lucha contra el "apartheid", causa por la que fue encarcelado durante 27 años.
Imágenes históricas del líder sudafricano.