En la continuación este jueves del juicio contra Roberto Quiñones Rivera por la muerte de la desaparecida bailarina, Yexeira Torres Pacheco, y destrucción de evidencia, la defensa del acusado se concentró en sembrar dudas sobre la consistencia del testimonio de la agente investigadora Lorimel Aquino Fariña.

Durante el contrainterrogatorio, que se extendió todo el día en el Tribunal de Carolina, el abogado Jorge Gordon Menéndez desmenuzó las inconsistencias entre la declaración jurada y el testimonio previo de la agente Aquino sobre el registro e inspección de una guagua van blanca ocupada a Quiñones, así como las aparentes divergencias entre cómo ella observó y documentó manchas que a su juicio aparentaban ser de sangre.

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En una de esas instancias, el abogado confrontó a la agente con su propia declaración jurada, del 5 de enero de 2012.

“Por lo que usted ha dicho hasta ahora, al momento de ver las manchas, ¿es cierto que ya usted le había hecho las advertencias de ley a Roberto?”, sostuvo Gordon, a lo que la testigo asintió.

 Sin embargo, en la declaración jurada de la agente, el orden de los hechos varía, porque indica que la agente hizo las advertencias después de ver las manchas y comunicar sus hallazgos a su supervisor, el sargento Miguel Santiago.

 “Es una investigación larguísima de tres años y medio y yo no puedo recortar todos los detalles”, se defendió la testigo cuando tuvo oportunidad.

Gordon también cuestionó por qué la agente dejó fuera de sus informes observaciones básicas y trámites de rigor sobre la guagua van blanca ocupada en noviembre de 2011, así como el hecho de que se tomara más de 48 horas en pedir órdenes de registro y allanamiento a pesar de que la evidencia podría correr riesgo.

“Usted no hizo constar que estuviera en presencia de una posible escena (del crimen). Usted no hizo constar que vio una lona retractable, tampoco que había un abrigo marrón”, planteó el abogado sobre el inventario que llenó la agente tras la intervención, a lo cual la testigo contestó afirmativamente.

 El licenciado prosiguió enumerando todos los renglones que la agente dejó sin llenar en el formulario de inventario que se requiere cuando la Policía ocupa un vehículo para investigación.

 En ese reporte, según admitió la investigadora, no consignó a quién ni dónde ocupó la guagua, tampoco si en efecto le hizo las advertencias a Quiñones de que era sospechoso ni que había observado manchas que aparentaran ser de sangre.

 Luego de que en varias ocasiones la testigo procurara abundar en preguntas que requerían respuestas directas de sí o no, el juez Francisco Borelli reprendió a la agente, no sólo por argumentar cuando no procedía, sino también por su conducta desde el estrado.

“Es poco profesional hacer muecas, sonreírse, cuando el abogado le hace preguntas. Limítese a contestar”, le instruyó el juez Borelli.

“Defender el caso le corresponde a la señora fiscal”, acentuó el magistrado.

Durante la sesión de la tarde, a preguntas de Gordon, la testigo también reconoció que aunque otro agente levantó las pruebas de manchas que aparentaban ser sangre en el vehículo, ella se adjudicó el procedimiento en el informe. 

El licenciado intentó además sembrar dudas sobre la figura de Javier Sánchez Salamán, sobrino del acusado, al confirmar que también “era sospechoso de la comisión de un delito contra Yexeira” y que con esa información fue que la testigo consiguió la orden del tribunal para tomarle muestras bucales y comparar el ADN con las manchas de sangre.

“¿Sería cierto decirle al señor juez que, a base de la entrevista que usted le hizo al señor Javier Sánchez Salamán, él le indicó que conocía a Yexeira? ¿Y que había compartido con ella? ¿Eso es cierto?”, preguntó.

 “Sí”, ripostó la agente. 

El juicio continúa mañana con el interrogatorio de la fiscalía a Aquino Fariña.