No fue hasta que se perdió en el umbral de la puerta que lo llevó al salón donde conversó con su defensa que un reportero comentó “ese es El Manco”.

Esposado con cadenas a los pies, el hombre que enfrentará un cargo de asesinato por la muerte del niño Lorenzo González Cacho, ocurrida el 9 de marzo de 2010, lucía distinto al sumariado delgado, de cabello corto y con uniforme mostaza que muestran las fotografías de hace seis años, cuando enfrentó cargos por la muerte del deambulante Oscar Pacheco.

Ayer, Rivera Seijo, de 37 años, llegó al centro judicial con cabello largo, una barba densa y un evidente aumento de peso.

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Acompañada por una amiga y de una funcionaria del Programa de Ayuda a Víctimas, también llegó Ana Cacho, madre del menor asesinado y testigo de cargo.

Con las partes presentes, a las 10:30 a.m. inició la vista a puerta cerrada ante la jueza Jessica Morales Correa. La prensa no tiene acceso a las vistas de Regla 6 o de causa para arresto.

La vista se extendió unas dos horas y durante el proceso los fiscales presentaron declaraciones juradas. A las 12:37 p.m. se abrió la puerta de la sala de la jueza Morales Correa y del recinto salió el licenciado Mario Moczó González.

“¿Hubo causa?”, preguntó un periodista. “Claro, que sí”, soltó el letrado.

La jueza  fijó una fianza de $3 millones. La vista preliminar quedó citada para el 29 de marzo.

Poco después Cacho, acompañada por su amiga, abandonó el lugar sin realizar expresiones. Rivera Seijo, por su parte, regresó al Hospital Psiquiátrico de Río Piedras. El hombre se encuentra bajo la supervisión médica del Estado desde el 1 de noviembre de 2010.