Ángel Pérez Rodríguez, líder del grupo Creando Conciencia, esperó 4,467 días para ver y abrazar a su hija. Su lucha personal, que se tornó en colectiva mientras esperaba el atesorado momento, encontró numerosas barreras levantadas en los tribunales y la red de agencias que regula las relaciones paternofiliales, las cuales lo arrinconaron aún más mediante una orden de alejamiento. Pero él nunca se dio por vencido.

Ahora, este Día de Padres, finalmente podrá celebrar en grande junto al ser al que le faltó su amor por la distancia impuesta por las circunstancias ajenas a la voluntad de ambos. Es un proceso difícil, de mucha comunicación, a veces de algunos reproches y de conocerse como adultos, ya que la joven alcanza la mayoría de edad.

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“Empecé hace 10, ya casi 11 años luchando por mi niña. Logré trabajar para otros papás, otros proyectos, y de momento -hace ya setenta y pico de días- mi niña llegó hacia mí... ese contacto fue a través de un mensaje de texto en el que ella me preguntó si ese era mi número. Yo estaba en mi trabajo laborando y no lo podía creer hasta que ella me llamó y confirmó que era ella y empezamos ese día a escribirnos hasta que se fue a vivir conmigo”, detallo Pérez Rodríguez.

Tras leer el mensaje le dio un vuelco a su corazón, que comenzó a latir acelerado, sudó frío, le temblaban las manos y hasta perdió el apetito. Ella le hizo varias llamadas, pero no podía hablar, hasta que se rompió el hielo.

Cuando finalmente se encontraron, lloraron, se abrazaron y se expresaron su amor, a pesar de que la joven estaba ajena de todos sus esfuerzos, protestas, luchas, recursos en los tribunales y a través de redes sociales y medios de comunicación en los que se visitó de Santa Claus, se encarceló, en varias ocasiones se encadenó y hasta se acostó en un ataúd para que supiera que la quería ver y recobrar su relación con ella.

Además, dramatizaba lo cuesta arriba que son las revisiones de las tablas de pensiones alimenticias con las que tenían que cumplir sin falta, aunque se les privaba de ver a sus hijos.

“Llegó emocionada, no paraba de llorar, hablamos y poco a poco está entendiendo lo que ha pasado, el proceso… le doy su espacio... Ella no tiene conocimiento de las luchas que yo hice por ella desde el 2002, alzando mi voz desde diferentes agencias del gobierno, el Departamento de la Familia, en los Tribunales, ella no sabía nada “, narró Pérez Rodríguez, con brillo en su mirada.

¿Pensaba que usted la abandonó?

“Entiendo que sí, que fue parte de lo que es la enajenación parental, esa fue mi lucha la cual hoy es ley. Se logró hacer ese proyecto de Ley, lo cual da pena mencionarlo en el sentido de que hay jueces que tampoco la están aplicando. Los papás sufrimos, pero también los hijos sufren y emocionalmente llegan afectados luego a nosotros”.

Este es un patrón que consiste en conductas que lleva a cabo el padre o la madre que tiene la custodia de un hijo o hija, e injustificadamente impide las visitas y convivencias con el otro progenitor, causando en el niño o niña un proceso de transformación de conciencia, que puede ir desde el miedo y el rechazo.

Considera que los padres, al igual que las madres tienen un sexto sentido que les permite percibir lo que sienten, no importa que estén separados.

“La vida ahora es muy feliz. Estoy contento porque tanto que yo luché por tenerla, es un cambio brutal, estoy empezando algo nuevo, estoy como si estuviera criando a una bebé. Claro, tiene 22 años, que me estoy disfrutando estos momentos, es otra etapa de adolescente que me lo estoy disfrutando también y aprendiendo de ella”, expuso con emoción.

Su hija que vive con él, comenzó estudios y cada día les ofrece una nueva oportunidad de conocerse más y disfrutar de los pequeños detalles que creían perdidos.

Lo más difícil de todo el proceso ha sido estar 11 años sin verla, sentir el sufrimiento de su familia y no poder disfrutar de todas las etapas de su desarrollo, de los logros, sus metas, sus cumpleaños y actividades. “Me perdí todo ese tiempo”.

Con sutileza le ha mostrado sus gestos, las fotos de reportajes y la evidencia de su esfuerzo sin cesar, solo por ella. “Me dice: ‘papá, no sabía que eras tan famoso por mí’ y yo le digo: ‘mi amor, eso lo hice por ti y por otros niños que están pasando por lo mismo’”.

El día que marcó el inicio de su batalla fue el 27 de diciembre de 2010, cuando de camino a llevarla a la casa de su mamá tuvieron un accidente de tránsito y llamó a su expareja para que la recogiera en el lugar, ya que no iba a poder llevar ni cumplir con el horario que le regía.

“La recogió su abuela y de ahí en adelante perdí el contacto con la menor sin explicación. A los varios días yo me comuniqué con la mamá para saber cómo estaba la nena por lo del accidente, ella me había dicho que estaba todo bien, que solo tenía un poquito de dolor”, narró.

Cuando comenzó el curso escolar la procuraba por teléfono y la progenitora le decía “que estaba ocupada, bañando, durmiendo, haciendo las tareas, que estaba con los amiguitos y siempre me ponía excusas”.

Fue al plantel y su hija no estaba en el registro escolar, porque la cambiaban a menudo de escuela y se preocupó a tal grado que le colocaron una orden de alejamiento y “comencé a buscar ayuda del mismo sistema”. Los investigadores encontraron fundamentos a su favor, no obstante, sus esfuerzos no le favorecían y terminaba sometido a exámenes psicológicos o pruebas de dopaje, le suspendían las vistas hasta que cuando su hija tenía 15 años desistió del caso.

“Me pusieron obstáculos y llegó el momento en que estaba gastando mucho dinero en el tribunal y me puse a ayudar a otros papás que estaban viviendo lo que yo vivo. En esa lucha se me acercó una persona y me dijo: ‘tú estás viviendo lo que es la alienación parental’ entonces empecé a buscan información y lo empecé a leer de otros países, porque aquí en Puerto Rico lo comentaban, pero no era una cosa muy sonada y entonces yo dije: ‘esa es mi causa’”, sentenció.

Para crear conciencia a este problema se encadenó disfrazado de Santa Claus en el Tribunal de Carolina, luego se movió a otros tribunales y a través de los medios de comunicación por la seriedad del asunto, hasta que conversó con el representante Jorge Navarro Alicea, quien se convirtió en autor del proyecto de Ley hasta que en el mes de julio de 2020 la gobernadora designada, Wanda Vázquez Garced, firmó la Ley 70 del 2020 que define el concepto de enajenación parental.

Pérez Rodríguez no va a parar en su búsqueda de hacer justicia y coordinará una reunión con Navarro Alicea para darle garras a la ley para evitar que se convierta en letra muerta.

Este tipo de patrón explicó, crea traumas en los tanto psicológicos, emocionales y en el área académica, al igual que enmarca a los padres no custodios y a todo el núcleo familiares.

“Uno se desanima, a veces uno pierde hasta la fe, a veces uno no quiere ni vivir o está pensando si esa niña comió, habrá dormido, habrá ido a la escuela, uno no sabe dónde está ese menor, afecta. A ellos los afecta emocionalmente en todo, porque llegan con ese daño emocional, con otra mentalidad, vienen sufridos, piensan en el abandono, te reclaman ‘¿por qué no me buscaste?’”

Hoy día ve la vida diferente, “me siento completo porque tengo una joven adulta, va a seguir siendo mi niña, pero me estoy viviendo una etapa bien bonita con ella”.

A los padres que atraviesan por una situación similar a la de él les aconsejó que tengan fe y que no se rindan, porque en un momento sus hijos se lo van a agradecer.