Comerío.-  Marilyn Cruz González se aferró a su frágil casa, en el barrio La Prieta de este pueblo, hasta las 6:00 p.m. de hoy, cuando personal del Departamento de la Familia le advirtió que si ella no se movía a un lugar seguro, ellos cargarían con sus dos hijos pequeños a un refugio.

Cruz González accedió a la advertencia. Personal del Departamento de la Familia junto a la Policía estatal la llevó con los dos menores a la escuela Claudio Ferrer Cotto, donde otras 17 personas habían decidido pasar la noche en que la tormenta tropical Erika azotaría el país. 

Sentada en un catre, con varias bolsas y una mochila donde acomodó su ropa y pertenencias, Cruz González se lamentaba porque la casa de madera y zinc, levantada en antiguos zocos de madera, no resistiría los embates de fuertes ráfagas de viento.

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“La casa se me está cayendo. No creo que vaya a poder regresar a ella”, dijo. “Me quedaré aquí hasta que me consigan donde ir a vivir”, indicó Cruz González, cuyos hijos tienen 11 y 5 años de edad.

Poco después de las 6:30 p.m., ya había 21 refugiados en la escuela Claudio Ferrer Cotto, entre ellos seis menores de edad. La mayoría de ellos eran vecinos de la comunidad La Vuelta del Dos, un sector vulnerable a inundaciones debido a que una quebrada cruza el vecindario.

No todos los vecinos de la comunidad La Vuelta del Dos decidieron acudir al refugio. Varias familias, entre ellas la de Carmen Pagán Matos, recogieron parte de sus pertenencias, entre ellos leche y juguetes para infantes, para pasar la noche en la casa de unos amigos. 

“Tenemos un biznietos de tres años y no lo vamos a arriesgar”, dijo Pagán Matos, cuyo patio es el cauce de una quebrada que cuando llueve mucho, amenaza con entrar a los hogares.

Pagán Matos comenzó a recoger sus pertenencias luego que personal del municipio hiciera una ronda en una guagua con altoparlantes desde donde los orientaba a que buscaran refugio con tiempo. 

“Como dicen que esta vez nos va a atacar (la tormenta Erika) no quiero correr riesgo, por la seguridad de todos nosotros”, indicó Pagán Matos, mientras un grupo de jovencitos jugaba a la entrada del vecindario. Otras familias aseguraron que no acudirían al refugio porque sus casas no corrían peligro.

Los que sí llegaron al refugio fue el matrimonio de José Cobián y Ana Mercedes Torres, del barrio Naranjo, en Comerío. Torres, madre de dos hijos de 21 y 17 años, explicó que su casa es de madera y el techo de planchas zinc, por lo que no resistiría fuertes vientos. 

“La estructura no es adecuada”, dijo Cobián. “Por mi casa cruza una quebrada, y por precaución, decidimos salir”, abundó la mujera, quien destacó que también le preocupa la cantidad de árboles que hay junto a la estructura.

El refugio aun recibía personas de diversos sectores de Comerío. Mientras, el alcalde de ese municipio, José A. Santiago, se unía al de Naranjito, Orlando Ortiz, para cerrar la carretera PR-167, principal vía de acceso entre estos dos municipios y el vecino pueblo de Bayamón. 

Santiago explicó que el cierre obedece a que se trata de un vía que cuando llueve ocurren muchos desprendimientos de roca. La carretera sería reabierta mañana, viernes, sujeto a las condiciones de tiempo.