Hace cuatro años es pastor ordenado y hace cerca de 15 le hicieron su primer tatuaje, discreto, un tímido alambre de púas en lo alto del brazo, nada que ver con el inmenso ave que el artista Julio Rivera, de Body Temple Tattoo, le dibujaba.

“Para servir al Señor no encontramos que eso [los tatuajes] sean un impedimento, no encontramos que el pecado sea un impedimento porque ya Dios lo ha quitado”, afirmó López sentado en la camilla. “Nunca ha habido rechazo en la iglesia.”

Pero claro que provoca extrañezas, incluso al mismo artista que en la tarde del pasado jueves comenzó la primera de varias sesiones que tomará completar la manga de López.

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“A mí, de primera intención me chocó. Vino aquí, nos conocimos, él me dijo que es el pastor de la iglesia aquí en frente y yo dije ‘ok, dale para atrás, ¿quién?’”, contó Rivera sonriendo. No es el primero en hacerse la misma pregunta, en comentar que “no parece pastor”.

“Yo no necesito parecer pastor”, contestó López. Cuando alguien pregunta por el San Martín de Porres que tiene en su brazo derecho, o el pez koi en el izquierdo, el predicador aprovecha para hablar de Dios, para explicar cada una de las imágenes con calma y con una pasión de quienes han hecho de la fe su vida entera.

También lleva tatuada la Rosa de Lutero, el símbolo del movimiento religioso inspirado en las enseñanzas de Martín Lutero.

“Esto es realmente un arte que uno porta. Mucha gente quieren carros bonitos o quieren tener cuadros en sus casas… Pues a mí me gusta llevar el arte en la piel y está relacionado a mí. Además de que lo puedo usar también para evangelizar porque la gente se para y te pregunta”, afirmó.

En su caso, cada tatuaje conlleva un mensaje personal y una enseñanza divina, agrega, al tiempo que aclara que “puedo ser pastor con tatuajes y sin tatuajes y todos podemos hacer la misma” obra”.

Cada tatuaje en su cuerpo lleva un mensaje especial y con su voz inspira a quienes se acerquen al templo.