Peñuelas. Samuel Ruiz González experimentó esta mañana, en su propia casa, los efectos de los gases lacrimógenos lanzados por la Policía a manifestantes que protestaban por el depósito de cenizas de carbón en el vertedero Peñuelas Valley Landfill (PVL).

Ruiz González, de 56 años, se encontraba en el balcón de su residencia ubicada en la calle 1 de las parcelas del barrio Tallaboa, que es también la marginal de la PR-2, cuando la nube blanca se apoderó del espacio y le provocó irritación instantánea.

“Los oficiales que estaban del lado de allá (en la PR-2) estaban tirando gases lacrimógenos hacia acá (la marginal). Aquí viven viejitos, ancianos. Tuve que ayudar a unas mujeres que entraron a mi casa, echarles agua fría. La casa se me llenó de gases”, describió el residente.

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El gas lacrimógeno es un compuesto químico que provoca irritación en los ojos, nariz, boca, piel y las vías respiratorias, y es considerada un arma incapacitante no letal que se utiliza para dispersar multitudes.

Ruiz González relató que cuatro mujeres y un muchacho que participaban en la manifestación buscaron resguardo en su vivienda, pero los gases los afectaron a todos.

“Mojé unos paños con agua fría y se los di a las señoras. Dos abaniquitos que tengo ahí, una señora los usó para echarse fresco. Esta es la primera vez que pruebo eso. Arde, intoxica y me afectó mayormente la vista”, indicó.

Ruiz González agradeció que su nieto de cuatro años no se hubiera quedado a dormir en su casa anoche, pues también se hubiese afectado.

“Yo espero que la próxima vez no suceda porque van a coger al nieto mío y me lo van a intoxicar”, dijo.

También pidió que la Policía no lance gases de manera indiscriminada, en lugares donde pudieran afectarse civiles que no participan de las protestas.

“Que tiren los gases a donde vayan a tirarlos, pero que para acá no. Para las propiedades me imagino que ellos (la Policía) no tienen permiso (para hacerlo). Si van a intervenir, que sepan cómo hacer las cosas. Eso es horrible”, manifestó el peñolano.

Por su parte, Rosa Rivera, de 72 años, contó que estaba en la marquesina cuando lanzaron los gases. En su casa cayó un cilindro sobre el techo de una estructura que hay en el patio.

“Siento un ‘pum’, como una bomba fuerte, y era como si el cielo estuviera en casa. Era un humito que para mí fue azul y la gente que entró a mi casa, porque no tengo portón, gritó ‘agua, agua’, pero cuando le echo agua en la cara me dijeron que fue el peor error que cometí”, detalló Rivera, a quien el agua le empeoró los efectos de los gases.

“Yo no podía ver nada. Solo caminaba”, agregó la mujer, que tiene lentes intraoculares en ambos ojos, al igual que su esposo Edwin Ramos.

Luego prepararon una mezcla de agua, vinagre y líquido de fregar para echarse en la cara.

“Me empecé a echar ese líquido y se me fue aliviando un poco, pero el ardor de los ojos todavía lo tengo y ahora mismo siento la garganta como cuando tienes catarro, que se pela”, expresó Rivera.

La residente de Tallaboa mostró su enojo con lo sucedido, además, porque tiene cuatro perros a los que no pudo proteger.

“Impotencia es lo que uno siente, rabia. Con las cenizas por un lado y los gases lacrimógenos por el otro, esto es horrible. Es una experiencia que jamás y nunca pensé vivirla”, sostuvo Rivera.

Agentes de SWAT lanzaron los gases lacrimógenos para dispersar los manifestantes que paralizaron el tránsito en la PR-2 por más de una hora esta mañana, en un intento por impedir el paso de camiones cargados con las cenizas de carbón que desecha Applied Energy Systems.

La Policía dijo que tomó esta acción luego de que manifestantes les lanzaran piedras. Incluso, la Uniformada reportó que el sargento Edgardo Irizarry, de Yauco, recibió una pedrada en el abdomen y  que la agente Rosa Díaz, de San Juan, fue agredida con una piedra en la mano y el hombro derecho.

Díaz acudió a un hospital y se encuentra estable, mientras el sargento dijo que iría luego a recibir atención médica, según la Policía.