Un reverse mortgage es un préstamo hipotecario asegurado por el gobierno federal exclusivamente para personas de 62 años o más que sean dueños de su residencia. No requiere pagos mensuales ni se necesita tener un crédito perfecto para cualificar porque está garantizado por el equity o valor acumulado de la vivienda.

“Funciona exactamente opuesto a cómo funciona un préstamo regular. Actualmente en un préstamo regular tú pagas la hipoteca poco a poco y el monto del principal se va bajando hasta que llega a cero, en treinta años. Este préstamo es al revés, tú no pagas hipoteca pero mensualmente los intereses que no pagaste se acumulan dentro de tu balance”, explicó David Rafael Levis, presidente de Money House.

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Sin embargo, uno de los requisitos para mantener el acuerdo es que las personas vivan permanentemente en la propiedad, lo que para el director de AARP en Puerto Rico, José Acarón, representa un gran problema porque “si llegó un momento en que te dio una condición y te fuiste para la casa de tu hija o a un hogar, tienes que venderla”.

Pero la difícil situación económica del País impacta también al mercado mobiliario y dificulta vender una casa en 12 meses, que es el tiempo máximo establecido para vender la vivienda sin abandonarla. 

“Por ejemplo, una persona hizo un reverse mortgage en una urbanización aquí en San Juan, se tuvo que ir para un hogar de cuido y tenían que vender la casa. No la pudieron vender y la perdieron. Esta casa [tenía un valor] de más de $300,000 y ya estaba paga, [el préstamo fue de] $120,000 y al no poder pagar ese dinero de vuelta perdieron el equity del resto de la casa”, narró Acarón. 

Además de vivirla permanentemente, otros de los requisitos para no sufrir una ejecución incluyen costear cada año los impuestos sobre la vivienda y el seguro hazard. 

Otra de las banderas rojas que levantó Acarón, es la falta de planificación financiera por parte de los clientes que los lleva a gastar la cantidad total de cantazo y quedan desprotegidos ante cualquier otra emergencia de salud o de cualquier otro tipo.

Además advirtió que se puede prestar para maltrato financiero, pues también han visto casos donde los hijos fuerzan a su padre o madre a solicitar el préstamo hipotecario, gastan el dinero y al momento de una emergencia de salud no hay cómo resolver.

“Sí es una alternativa si usted planifica, se organiza, envuelve a su familia, lo toma como un elemento a largo plazo y no lo usa para el consumo presente”, dijo el director de AARP. “Lo tienes que ver como si fuera un complemento al resto de sus ingresos y no para gastarlo de cantazo”.

Rafael Levis, por otra parte, enumeró varios de los beneficios del producto. Uno de ellos es la flexibilidad que tiene el cliente para decidir en qué usar el dinero y, para evitar el despilfarro de la cantidad total, se puede retirar el 60 % del sobrante y dejar el otro 40 % en una línea de crédito “por si tiene alguna emergencia”. 

Además, si el cliente logra vender la casa no se penaliza y si está casado y ambos son mayores de 62 años y titulares de la propiedad, el producto sigue vigente hasta que la segunda persona fallezca.

“El consumidor que más hace ese tipo de producto, y ya hemos hecho más de 7,000 en Puerto Rico, son personas que quieren vivir mejor, no necesariamente personas que viven mal o que estén mal económicamente”, comentó Levis.