En esta fecha “sale lo malo” y hay que tener los ojos más abiertos que de costumbre. 

Jiménez, de 34 años, tuvo que retirarse de su trabajo por razones de salud pero confiesa que lo extraña, que le encantaba. 

“Yo era el primero en ir para las exhumaciones”, comentó el joven, quien vio de todo: desde cuerpos intactos luego de 30 años de sepultados hasta un diente en una cajita que fue todo lo que se pudo encontrar de un hombre que falleció en un accidente aéreo.

“Se ve de todo… una vez, luego de limpiar unos palos, fui con el digger (excavadora) a un monte a botarlos. Cuando me bajé para ver que no tuviera nada atrás que dañara la pala, sentí que se me pararon todos los pelos y me dio un frío… como cuando tienes fiebre. Entonces, entre dos bambúas vi una sombra clarita de una mujer vestida con falda blanca y camisa azul, mirándome de frente”, recordó.

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Se volteó y la figura desapareció, luego la vio más lejos, otra vez observándolo, indicó..

“Pasa de todo. En los baños las plumas se abren solas, se tiran las puertas, oyes voces… los compañeros dijeron que oían la risa de un niño, como si estuviera jugando, pero esa nunca la escuché”, dijo Jiménez.

El sepulturero comentó que también se encontraron brujerías dentro del camposanto.

“Una vez vimos una caja negra en una bolsa. Le dije a mi compañero que no la iba a tocar y entre los dos la abrimos con palas”.

La caja tenía un nombre escrito alrededor, y dentro había una cabeza de gallo y un chango decapitado.

“Otra vez vimos a un hombre y un muchacho que fueron hacia una tumba y con un manojo de matas uno le daba al otro, haciéndole un despojo…”, aceptó. 

Heredan el oficio de sus progenitores 

Keddy Rivera González y Pedro Luis Rodríguez Arce, quienes llevan años practicando el oficio en el Cementerio Municipal de Juana Díaz, contaron algunas de sus vivencias. 

“Una vez vamos a bajar el ataúd y uno de los cuatro muchachos, como no pudo con el peso, soltó la correa y la caja cayó en el panteón. Cayó exactamente donde iba. Los otros tres nos quedamos con cara de ¿en serio?”, recordó Rivera González. 

También ha habido rumbones en pleno cementerio para celebrar al muerto.

Ambos han visto llegar ataúdes en lanchas, carretas de caballos o grúas. Además, han presenciado peleas de gallos y hasta disputas familiares durante algunos sepelios.