En esta época navideña todo el mundo te desea un ‘feliz año nuevo’.

“Muchas felicidades en este nuevo año”, te suelen decir.

Sé que son frases hechas, que repetimos como el papagayo sin analizarlas mucho, como cuando nos encontramos a alguien conocido en la calle:

-Hola, ¿cómo estás?

-Yo estoy muy bien, ¿y tú?

-Muy bien, gracias.

-Qué bueno.

-Igual.

No pensamos lo que estamos diciendo; solo repetimos las frases en piloto automático.

Pero hoy quiero detenerme contigo y reflexionar sobre ese deseo de que seas feliz.

Y lo que te voy a decir no es mi opinión, ni es una filosofía hueca de vida, ni un invento mío sacado de la manga. Lo que te voy a explicar es la conclusión de un estudio científico realizado de manera ininterrumpida por más de 80 años, desde el año 1938 hasta nuestros días, a lo largo de la existencia de un grupo de 268 estudiantes universitarios y, luego, de 1,300 de sus hijos. Y esta investigación no la hizo Chencho “el que mata puercos”, sino que proviene, nada más y nada menos, que de la prestigiosa Universidad de Harvard. El título del estudio es: Harvard Study of Adult Development. Búscalo.

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El propósito de esta investigación longitudinal es evaluar el grado de felicidad de cada uno de los sujetos basado en sus trayectorias, decisiones tomadas y estilos de vida.

El resultado ha sido altamente revelador.

La felicidad de los participantes, a lo largo de sus vidas, no estuvo basada en la cantidad de dinero acumulado, ni en las propiedades adquiridas, ni en los trabajos realizados, ni en la cantidad de noches de lujuria experimentadas, ni en las grandes metas completadas, ni en la fama alcanzada. No estuvo atada a aquellas cosas que nos dan, tal vez, una sensación de bienestar pasajera, desechable, ficticia.

El estudio reveló que la felicidad auténtica y perdurable está directamente fundamentada con la calidad de nuestras relaciones.

Se comprobó, más allá de toda duda, que existe una correlación poderosa entre la vida plena y las relaciones que sostenemos con nuestra familia, nuestros amigos y nuestra comunidad. Incluso, la investigación demostró que esto no solo produce existencias más felices, sino que también tiene un efecto directo en la salud física de las personas.

Según el estudio, no es el nivel de colesterol en la sangre de una persona de 50 años lo que predice la salud que tendrá en sus años de vejez; el mejor predictor es la calidad de sus relaciones con otros. Tendrás mejor salud a tus 80 años si en el pasado le dedicaste tiempo valioso a tus seres queridos.

En conclusión, aquellas personas que mantienen buenas relaciones humanas viven más, con mejor salud y mayor felicidad.

Recuerda: la clave está en tus relaciones.

Haz como yo hice en estos días: escribe en un papel una lista de las personas que son importantes para ti (tu pareja, tus hijos, tu familia extendida, tus buenos amigos, la gente que quieres). Decide, como resolución de año nuevo, dedicarle más a cada una de las personas de la lista, por separado. Llámalos más a menudo. Invítalos a comer. Pasea con ellos. Ten buenas y frecuentes conversaciones con cada persona. Escúchalos. Tómate tu tiempo, sin prisa, para compartir.

Cultiva tus relaciones.

Empieza hoy.

Hace poco leí una cita que me llamó mucho la atención. Decía que lo importante en la vida no era el camino ni el destino, sino la compañía…

Es cierto. Piénsalo.

Tu red social y sentimental es lo más valioso que posees. No busques en otro sitio.

Lo dice la ciencia.

¡Feliz año nuevo!