Apenas empieza y ya está poniéndose bueno el Mundial de Fútbol en Brasil, y más y más aficionados están pegados como chicle a sus televisores tratando de no perderse ni un minuto de los juegos. La pasión deportiva está muy bien, pero cuando comprometes tu salud para saber quién va al frente estás entrando en terreno peligroso.

El caso más reciente que ha sido reportado fue el de un joven de 25 años que, aparentemente, pasó tanto tiempo frente al televisor siguiendo los juegos que lo encontraron muerto pocas horas después de la derrota de España ante Holanda, con marcador 1-5. Si bien China no está entre los equipos del Mundial, los habitantes de este país asiático son asiduos seguidores del fútbol y debido a la diferencia horaria (unas 11 horas) se ven obligados a ver los partidos de madrugada, limitando sus horas de sueño.

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En el caso que nos ocupa, el cuerpo del aficionado fue enviado al hospital Popular de Xiangcheng, cuyos médicos dictaminaron que la muerte estuvo relacionada con una excesiva falta de sueño, aunque no precisaron si la causa fue el agotamiento físico o un posible ataque al corazón, según recoge la Agencia EFE. La nota de la agencia recoge también que en los mundiales de Sudáfrica (2010) y Alemania (2006) se reportaron muertes por agotamiento o trastornos físicos.

¿Cuándo es "mucho con demasia'o"?

La locura futbolística es cosa seria, pero eso de literalmente morirse por un partido es preocupante. Sobre este tema, el doctor Reinaldo Oquendo, profesional certificado en terapia de pareja y familias, opinó que "si eres fanático full, la expectativa es que estés pegado al evento la mayor parte del tiempo. No obstante, lo que es fuera de la norma es que una persona se prive de sueño para estar pendiente a los resultados de un juego, sentado dos o tres horas viendo uno y luego esperar el próximo. Puedes ser sumamente fanático, pero te estás saliendo de la norma".

Sobre el joven de China, Oquendo no cree que fuera necesariamente el juego lo que lo mató, aunque fue claro en que hay que esperar al informe forense. "Probablemente este jovencito que muere frente al televisor era un súper fanático pero ya habían condiciones previas, y lo que hacía falta era una excitación mayor para provocar el evento que le causó la muerte", teoriza el psicólogo. 

Sin embargo, la realidad es que los Mundiales enloquecen a muchos y está el agregado de que se activan los centros de placer del cerebro. "El deporte genera, a nivel neuroquímico, las hormonas serotonina y norepinefrina, que son estimulantes y dan un bienestar brutal, por lo que se quiere estar conectado todo el tiempo", explica el psicólogo. "Otro factor para tomar la decisión de dedicarle todo el tiempo es obviar un estado depresivo, una separación, conflicto intrafamiliar, económico, laboral o problemas en la vida marital... es cuando quieres aislarte de todo el pesar y buscar algo que genere placer.  Estamos bregando con una persona en depresión que está obviando los estresores que lo agobian y se refugia en el deporte, o un casino, o el sexo o cualquier otra obsesión".

Siguiendo la teoría de Charles E. Osgood (1916–1991), Oquendo recalca que "el ser humano tiene la tendencia natural a elegir lo que genera placer y evitar lo que genera dolor. Si esa tendencia natural se vuelve excesiva, se convierte en patológica".

¿Cómo controlarse?

Dentro del marco de que el Mundial se da cada cuatro años, es hasta comprensible no querer perdérselo pero "tiene que haber un equilibrio entre lo que son las responsabilidades del día a día y el tiempo de los juegos. La agenda diaria, que ya de por sí es bastante apretada, no puede acomodar todo. Si hay que sacrificar sueño, pues no: no se puede. El descanso es necesario", advierte el psicólogo.

Si no te puedes perder ni un minuto, "grábalo en DVR o bájalo en el teléfono". Y en cuanto a la avalancha de información que recibimos por las redes sociales -donde todo se da en vivo-, tienes alternativas, según explica Oquendo: "Si quieres saber las estadísticas, te conectas brevemente; date el fogonazo emocional, no necesariamente tiene que ser pegado viendo el juego. Puedes buscar fuentes de información sin que venga alguien y te diga por delante lo que pasó. Hay alternativas para ejercer autocontrol". 

Los amigos y la pareja pueden ayudarte. "Es importante el grupo de amistades. El fanático a rabiar se deja llevar por el entusiasmo, alegría y emoción que genera el juego, y ejercer autocontrol puede ser difícil, como el cabro velando las lechugas... los amigos pueden hacer un pacto de que vamos a seguir equis juego, y ya, para evitar los efectos negativos. Se ve inocuo y alguien puede pensar que es hasta ridículo, porque es 'solo un juego', pero la realidad es que tiene sus consecuencias".

En casa, con tu pareja, "puedes hacer un acuerdo de ver los juegos juntos. En mi caso", confiesa el psicólogo, "me encanta la televisión. Estoy 'jukeao' con House of Cards y ella también. Pues hicimos el arreglo de verlo juntos, aunque ni nos veamos la cara pero estamos juntos y no sacrificamos tiempo de pareja, y si a veces quiero hacer trampa y ver la serie antes ella me autorregula, me dice que no me adelante. Me ayuda a ejercer autocontrol", explica Oquendo.

Con el fútbol es lo mismo. Si corre en tu sangre ver los juegos, chévere. Planifica un día familiar y disfrútalo, o ve con tus amigos. Incluso, métete en las redes a gritar por tu equipo. La clave es MODERACIÓN. Unas horas es una cosa, pero días sin parar son otra y pueden, literalmente, llevarte a la tumba.

Reinaldo Oquendo Vega es profesional certificado en terapia de pareja y familia en BROIS. Para citas, llama al 787-458-0161.