Un residente de la barriada Los Filtros, en Guaynabo, declaró hoy que la mañana del 14 julio de 2012, día en que murió Carmen Paredes Cintrón, observó a una persona de tez blanca lanzar un objeto, que luego identificó como una pistola, desde un Mercedes Benz gris hacia la acera del Supermercado Amigo de la Avenida Santa Ana.

En la reanudación del juicio por jurado que se sigue contra Pablo Casellas Toro, por el asesinato de su esposa, Luis Alberto Guzmán –un paciente en tratamiento de metadona– narró que esa mañana, luego de acudir a su cita a un centro de metadona, caminaba al supermercado a comprar el periódico Primera Hora cuando observó una mano que le pareció de un hombre lanzar un objeto desde el Mercedes Benz que "rebotó en la grama y cayó en la acera".

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El día de la muerte de su esposa, Casellas Toro manejaba un Mercedes Benz gris.

A preguntas de la fiscal Phoebe Isales Forsythe, relató que caminó hacia el lugar donde cayó el objeto, observó que se trataba de una pistola y se la colocó en la cintura.

Ante el juez José Ramírez Lluch, del Tribunal de Bayamón, Guzmán narró que regresó a su casa y notó que la pistola tenía dos "astilladas", una arriba donde se cargaba el arma y otra abajo. También tenía las iniciales FN.

Después se dirigió al punto de drogas de su comunidad, donde le "vendió" el arma a un amigo, Joselito Rivera, apodado Chely. Según aseguró, unas personas que estaban en el punto le dijeron que el arma valía $3,000 en la calle, pero le pidió $1,000 a su amigo.

"Me dio $100 pesos y algo de marihuana", agregó.

Guzmán, quien se describió como un chivero o persona que realiza distintos tipos de trabajo, indicó que esa tarde se enteró de la muerte de Paredes Cintrón.

"Veo las noticias. Más tarde veo la Comay. Veo que habían matado una señora más arriba de casa. Veo el carro, un Mercedes gris, que es el mismo que tiró el arma", apuntó sobre las noticias de ese sábado.

También indicó que en tres ocasiones mintió a las autoridades sobre el arma, pero que luego decidió contar la verdad porque la persona a quien le había vendido el arma lo había choteado y porque quería que se hiciera justicia en este caso.

En el contrainterrogatorio, el licenciado Harry Padilla Martínez intentó minar la credibilidad del testigo subrayando su largo historial de uso de drogas e insistió en una línea de preguntas para tratar de establecer que el testigo pudo haber mentido para evitar la cárcel.

A cambio de su declaración, el Ministerio Público ofreció al testigo inmunidad y no le radicó cargos de posesión y venta de un arma ilegal. Por estos cargos, se exponía a una pena de 35 años de cárcel.

Padilla también confrontó a Guzmán con las discrepancias entre su testimonio en sala y su declaración jurada, del 8 de septiembre de 2012. En la declaración jurada, no ofreció la hora en que observó a la persona lanzar el objeto, pero hoy, a preguntas del abogado, indicó que ocurrió entre 9:00 y 10:00 a.m.

Tampoco mencionó que recibió otros $300 por el arma.

En otra línea de preguntas, el abogado de defensa pareció tratar de establecer que el entrevistado guarda un parecido físico con la descripción del hombre que Casellas Toro alegó ver salir de casa poco antes de descubrir a su esposa muerta en la terraza de su residencia. Sin embargo, según Guzmán, las autoridades no le leyeron las advertencias en las primeras entrevistas ni lo trataron como sospechoso.

Surgen algunas contradicciones

 Sin embargo, el testimonio de Luis Alberto Guzmán entró en contradicciones con las declaraciones de Joselito Rivera, el dueño del punto de drogas que recibió la pistola y posteriormente la vendió al dueño de una barra.

En su testimonio, Rivera indicó que el 14 de julio Guzmán le ofreció una pistola FN para que la vendiera y luego le pagara $1,000.

El dueño del punto de drogas que estaba en la barriada Los Filtros, quien actualmente se encuentra en el Albergue de Víctimas y Testigos y tiene un acuerdo de inmunidad, negó que en ese momento le diera a su amigo $100 y marihuana valorada en $75 por el arma. Pero luego aceptó que le entregó $200 y en otra ocasión le dio $300.

Rivera, que se encuentra fugitivo por un caso de drogas en Pennsylvania, también indicó que su amigo le contó que encontró la pistola en una acera de la barriada Los Filtros.

Según la teoría del Ministerio Público, Casellas Toro fingió un "carjacking" para reportar como hurtada el arma FN Five Seven que usó para matar a su esposa.

Casellas Toro enfrenta cargos de asesinato, violación a la Ley de Armas, destrucción de evidencia y por ofrecer una declaración falsa de un delito.

El juicio continúa mañana.



Pablo Casellas Toro está acusado por el asesinato de su esposa Carmen Paredes Cintrón.