Todo parecería transcurrir con completa normalidad  y tranquilidad en la barriada San José en Hato Rey,  de no ser por  el velorio de un joven “jugando dominó”  en un bar, recostado de una pared, con las  fichas colocadas en una mesa, en una jugada que no terminó.

Solo él jugaba su última partida; las otras tres sillas estaban vacías, aunque por momentos por el día algunos se sentaron en las restantes sillas.

A la corta edad de 23 años,  Jomar Aguayo Collazo murió abatido a tiros durante una balacera ocurrida el pasado domingo, en el negocio El Regreso, en la calle Calzada de la barriada San José.

Esta vez se encontraba en otro negocio, el Bar Carmín, discretamente ubicado en una calle en la que se cerró el paso. 

Se escuchaba la música de una vellonera. 

Al entrar al bar,  propiedad de la madre del occiso, bombas de diversos colores decoraban el lugar. 

En una esquina cercana a la barra había  una mesa blanca de plástico y allí,  vestido con una indumentaria deportiva azul pavo, se observaba el cadáver sentado del joven, con su cabeza cubierta por una gorra, también azul, cabizbajo, mirando la jugada.

A juzgar por la forma como lo velaban, era un jugador de dominó consumado y ese era el bar que frecuentaba.

El ingenio detrás del insólito velatorio recae en la Funeraria Marín, conocida por embalsamar y preparar cuerpos de una forma fuera de lo común. (luis.alcaladelolmo@gfrmedia.com)

La hermana, muy parca, indicó que Aguayo Collazo murió la semana pasada y que lo estaban velando  desde la noche anterior.

Se celebraba la vida del joven. El número 23 que colgaba de la pared y las bombas así lo demostraban.

Los dolientes, en su mayoría jóvenes, escuchaban música y conversaban con los familiares. Nadie comentaba, nadie era bienvenido, solo “su gente”.

Su padre, José Aguayo Calderón, muy afligido y con cerveza en mano, indicó que era su hijo más pequeño.

“Tenía 23 años, con dos días”, dijo.

¿Por qué lo quisieron velar así? 

Porque la mamá, el hermano y la hermana  lo quisieron poner así y hablaron con la Funeraria Marín.

¿Le gustaba jugar dominó?

Le gustaba jugar dominó y también billar.

¿Venía mucho a este bar?

Sí, porque él vivía aquí. Vivía arriba. La mamá también vive aquí. Es la dueña del negocio.

¿Aquí está la familia?

Están los familiares y vecinos. Aquellos que están allí son de Morovis. Vinieron de Morovis. 

“Yo estoy bien afectado. Yo lo supe el domingo porque mi compadre me llamó el domingo pasado;   cuando yo llegué el domingo vi a sus hermanas  y a su mamá llorando ahí al frente. Ahí supe que había muerto”, expresó don José.

¿Cómo murió?

Fue a tiros.

¿En qué lugar?

En el parque de San José. Ellos estaban  aquí, desde temprano llegaron aquí. Andaban cuatro. Le celebraron el cumpleaños el jueves.

La entrevista concluyó. Un joven con amabilidad pidió que se abandonara el bar.

Mientras, la fiesta continuaba, se escuchaba música y se daban el trago en entera privacidad. 

Aguayo Collazo fue uno de tres individuos que fue asesinados el pasado domingo. 

Se informó que él  tenía récord delictivo por sustancias controladas.

Al examinar el cuerpo de Aguayo Collazo, la Policía le ocupó un arma de fuego.

En el tiroteo, otras cuatro personas resultaron heridos de bala.

El sepelio de Jomar, llamado ahora “el muerto jugando dominó”, será hoy en el cementerio de la capital en Río Piedras,  a las 10:00 de la mañana.

Velorios inusuales

Nuevamente, el ingenio detrás del insólito velatorio recae en la Funeraria Marín, conocida por embalsamar y preparar cuerpos de una forma fuera de lo común.

La Funeraria Marín ha realizado otros velorios exóticos como la de un boxeador que fue colocado en un cuadrilátero, la de una anciana velada en una mecedora y otro cadáver en su motora.

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