Y es que con dos poderosas alineaciones frente a frente, con variedad de jugadores con potencia en sus bates, el mejor lanzador podría sufrir sobre el terreno del estadio Charros de Jalisco, conocido como un paraíso para los bateadores.

Durante una transmisión televisiva en español del partido del jueves entre México e Italia, los narradores locales comentaban que en este estadio es algo común ver partidos que terminen con marcadores de dos cifras en cuanto a las carreras. Los juegos que se acaban 1-0, por ejemplo, son minoría.

Eso pareció confirmarlo el mismo encuentro del jueves, en el que Italia disparó cuatro cuadrangulares y México dos, incluyendo uno del mismísimo primer bateador del partido, el azteca Esteban Quiroz, un zurdo quien por su condición de primero al bate no debería mostrar tanto poder, pero consiguió desaparecerla por la banda contraria fácilmente.

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De hecho, durante las prácticas de bateo Primera Hora pudo observar un verdadero Home Run Derby de algunos jugadores de México hacia la banda derecha, que mide unos 330 pies, al igual que la esquina contraria. Incluso hubo uno que logró conectar unos cuatro consecutivos por encima de las gradas localizadas tras la verja del derecho.

Al parecer, la explicación es de altura.

Resulta que la zona en que localizan la ciudad de Guadalajara y la de Zapopan, que es donde efectivamente está situado el estadio Charros de Jalisco, tiene una altitud que varía entre los 1,500 y 2,000 metros sobre el nivel del mar.

Esto compara con los 1,600 metros de altitud sobre el nivel del mar del afamado Coors Field, hogar de los Rockies de Colorado, y conocido por las cifras de jonrones allí conectados.

Según se ha explicado el fenómeno del Coors Field, a mayor altura sobre el nivel del mar el aire es menos denso, y esa menor densidad provoca menos fricción, por lo que la pelota sale del bate casi a la misma velocidad con que fue lanzada y viaja más lejos al encontrar menos resistencia en el aire.

Así que el Grupo D, además del ‘Grupo de la Muerte’ podría terminar bautizándose como el ‘Grupo del Centellazo’.

Otro detalle curioso es que el terreno sintético del recinto posee unas características pocas veces vistas en los estadios de Puerto Rico, y es que en vez de ser totalmente verde y dejar descubiertas solo las zonas con tierra alrededor de las bases, el estadio jalisciense muestra un color que simula tierra en las áreas que están entre primera y segunda y segunda y el campocorto.

Habría que ver si esto afecta de alguna manera el rodado de la pelota o desorienta a los infielders.