El episodio de anoche de Game of Thrones fue el primero de este año que no provocó un frenesí en los foros cibernéticos ni las redes sociales tras su transmisión. Titulado “First of His Name”, el capítulo levantó el pie del acelerador y proveyó un leve respiro a la serie para posicionar las piezas sobre el tablero de cara a la segunda mitad de la temporada, pero esto no significa que no ocurrieron cosas importantes. De hecho, anoche salió a la luz una revelación bastante trascendental que invita a reexaminar todo o que ha acontecido en Westeros desde el principio del programa, pero la misma fue expuesta sin resaltar debidamente su magnitud.

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La trama arrancó en King’s Landing con la coronación de Tommen Baratheon como el nuevo rey de los Siete Reinos. La ceremonia sirvió para reintroducir la guerra fría que se desata entre Margaery y Cersei, la primera haciéndose la desinteresada en ser reina y la segunda realizando su mejor esfuerzo para no reírsele en la cara. Ambas apenas han empezado a sacar las garras en la lucha por el corazón de Tommen, y las actrices Natalie Dormer y Lena Headey se desempeñaron muy bien al balancear su lenguaje corporal entre un descarada hipocresía, el temor y la ira.

“First of His Name” le dedicó casi toda su atención a las mujeres de Game of Thrones, y esta escena fue la perfecta introducción a esta cualidad del episodio, que continuó con una breve reunión entre Cersei y su padre, Tywin, discutiendo la boda entre ella y Loras Tyrell así como la de Tommen con Margaery. Cersei es una mujer sedienta de poder que siempre se ha visto a merced de lo que dictan los hombres en su vida, y aquí una vez más está siendo utilizada para asegurar el futuro de los Lannister. Tywin le explica que la corona le debe mucho dinero al Iron Bank de Braavos (ciudad que visitaremos por primera vez la próxima semana), por lo que una doble unión matrimonial con los Tyrell sería no solo beneficiosa para ellos, sino necesaria.

Al otro lado del Mar Estrecho, Daenerys Targaryen se ve envuelta en su propia crisis de poder. A pesar de haber conquistado Meereen y ahora contar con 93 navíos que le permitirían invadir Westeros y reclamar el Trono de Hierro, la Madre de los Dragones se debate entre perseguir esta ambición o hacer lo correcto cuando se entera de que las dos ciudades que había liberado están siendo nuevamente esclavizadas. “¿Cómo puedo gobernar siete reinos si no puedo controlar la Bahía de los Esclavos?”, se pregunta Daenerys, demostrando la madurez del personaje. La Khaleesi decide quedarse para poner en orden su recién conquistado reino, y es aquí donde los creadores de la serie verdaderamente harán valer lo mejor de su talento al adaptar material de los libros que no es fácil de transferir a la televisión como buen drama.

Un pasaje muy memorable del texto original que ciertamente se prestaba para una mejor exposición lo vimos en el Eyrie con la llegada de Petyr Baelish y Sansa Stark al castillo de su tía, Lysa Arryn, a quien no veíamos desde la primera temporada. Sansa llega al Valle de Arryn bajo una falsa identidad y creyendo que finalmente se encuentra en un lugar seguro, pero Lysa rápidamente le arrebata la paz dejando ver lo desquiciada que siempre ha estado, acusándola de haberse acostado con su querido “Littlefinger” cegada por los celos y el rencor que siente hacia su hermana Catelyn, de quien Baelish siempre estuvo enamorado.

Es aquí donde descubrimos a través de Lysa que “Littlefinger” fue el que le proveyó el veneno para matar a su marido, Jon Arryn, la ex Mano del Rey que obligó a Ned Stark a tomar el puesto luego de que Lysa –también bajo órdenes de “Littlefinger”- le escribiera a Catelyn acusando falsamente a los Lannisters de la muerte de su esposo. En síntesis, que TODO el caos en el que ha estado sumido Westeros desde el primer episodio de la serie ha sido a raíz de “Littlefinger”, la sigilosa figura en el trasfondo que desató una guerra entre siete reinos sin levantar una sola espada. Es una revelación sumamente significativa que en los libros cae como una bomba. Sin embargo, en la serie se realizó de manera tan apresurada y sin mayor fanfarria que apenas pareció un petardo, aunque aún es posible dedicarle la atención que merece más adelante en la temporada.

El desenlace del episodio se concentró en la pequeña batalla en Craster’s Keep entre un grupo del Night’s Watch y sus excompañeros amotinados. El ataque sorpresa culminó con la rápida (¡y brutal!) muerte del vil Karl a manos de Jon Snow, quien jamás se enteró de que su hermano Bran estaba a pasos de él. Tras escapar de las manos de Locke matándolo a través de la posesión del cuerpo de Hodor, Bran decide marcharse sin revelarle su presencia a Jon, sabiendo que este no le permitiría continuar con su misión hacia el norte para encontrar al cuervo de los tres ojos. Es una decisión difícil pero necesaria, no solo para el personaje sino para reencaminar a la serie tras una leve desviación en la historia. De haber juntado a Bran y Jon, aunque fuera brevemente, a la larga hubiese tenido consecuencias mayores en la historia. 

Decir que “First of His Name” ha sido el episodio más “flojo” de la temporada sería correcto aunque injusto. Fue un capítulo sólido –muy bien dirigido por Michelle MacLaren- que avanzó la trama lo necesario para colocar a los personajes donde tienen que estar antes de lo que se avecina. Y lo que se avecina promete ser de lo mejor que se ha visto en Game of Thrones hasta ahora.