Después de seis años de especulaciones sobre cómo se produjo el cruel asesinato del pequeño Lorenzo González Cacho, el secretario del Departamento de Justicia, César Miranda, ofreció esta tarde un relato con pormenores de la pesquisa que finalmente ha propiciado acusaciones criminales sobre el violento ataque que cobro la vida del niño de ocho años.

Según la prueba recopilada, no cabe la menor duda de que Luis Gustavo Rivera Seijo, alias El Manco, es el único responsable de la muerte de González Cacho, ultimado en medio de un escalamiento en su hogar, en la urbanización Dorado del Mar, sostuvo Miranda. 

El letrado sostuvo que de acuerdo con prueba documental y testifical Rivera Seijo se metió en la casa a robar y se presume que pensó que no había gente en la casa. Explicó que el hombre entró a la cocina, abrió la nevera, tomó jugo y comió galletas. En ese lugar tomó un cuchillo y subió al segundo nivel de la estructura. Entonces, según contó el titular de Justicia, ahí se percató de que había personas en la residencia. 

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 “Agarró un cuchillo filoso de un bloque de cuchillos. Subió la escalera al segundo nivel, pero se percata que había personas en la casa. Él pensaba que estaba vacía. Confunde el pasillo de salida y da a la habitación donde dormía Lorenzo con su hermanita en la misma cama. Percibe que el niño lo ha visto y lo agrede (con) tres puñaladas”, manifestó Miranda al mencionar que hay cuatro declaraciones que sustentan esta versión.

“El mismo (Rivera Seijo) reconoce que recuerda cuando fue el golpe, cuando se rompe el tabique de la nariz”, agregó el funcionario, acompañado por el fiscal general José Capó; la jefa de la Fiscalía Federal, Rosa Emilia Rodríguez, el fiscal federal Timothy Henwood, así como los tres fiscales estatales que trabajaron la pesquisa final que da pie a la acusación formalizada esta tarde: Maricarmen Rodríguez, Mario Rivera Geigel y Aracelis Pérez.

Después de atacar al niño, en su huida de la casa Rivera Seijo olvidó un teléfono celular, al igual que una bolsa en la que guardaba documentos de su excarcelación, ocurrida horas antes, un cepillo y pasta dental. 

Al continuar su relato sobre el crimen, Miranda dijo que la hermana menor de Lorenzo se despertó “y le dice a su madre que su hermanito la había mojado con sangre”. Entonces descubren al menor gravemente herido.

Cacho esa noche dijo a las autoridades que el menor se había caído de la cama y Miranda pareció justificarla al decir que la pesquisa reveló que el niño se había caído de la cama en varias ocasiones. Luego el funcionario insistió que esta acusación es sobre Rivera Seijo y no atiende ningún asunto relacionado con una exoneración de Cacho.

El licenciado Miranda manifestó que Rivera Seijo contó a las autoridades que soltó el cuchillo en una casa, pero no fue recuperado. También el ahora acusado relató que esa noche durmió en una casa abandonada y se cubrió con unas “persianas de madera”. 

“Todo eso se corrobora al detalle. La lavadora que él decía que estaba en el lugar, estaba en el lugar. Las persianas estaban allí”, dijo.

“Él (Rivera Seijo) confesó en cuatro ocasiones distintas. Digamos que cinco porque, antes de confesar a agentes del FBI, se lo había admitido a un padrastro… Esas cuatro confesiones que hace, con la ayuda del FBI, con los fiscales, se ha validado totalmente. Por eso es que con tranquilidad de espíritu hemos radicado la acusación en el día de hoy”, puntualizó Miranda.

Subrayó que la investigación realizada bajo su administración echó por la borda una serie de teorías sobre el asesinato, incluyendo las que implicaban a Cacho y amigos de la fémina en el crimen. “Todas ustedes las conocen”, sentenció Miranda al referirse a teorías ampliamente debatidas públicamente y alentadas en parte por exsecretarios de Justicia. 

En el pasado, funcionarios como el exsecretario de Justicia, Guillermo Somoza y el exprocurador general, Obdulio Meléndez llegaron a señalar a Cacho como sospechosa del asesinato y en otros momentos se identificaron a los amigos de la fémina como presuntos implicados.

Esas teorías, “ninguna se sostiene. No hay datos que las validen. Los datos que hay son para desmentirlas”, aseguró Miranda. “Hay siete historias, las tengo todas y ninguna de las siete se sostiene. Las personas definitivamente no estaban allí”, insistió en referencia a Jesús Genaro Camacho, Arnaldo ‘Naldy’ Colón y William Marrero, identificados como amigos de Cacho, supuestamente presentes en la casa en la fecha del crimen. 

Según declaró Miranda, un examen de triangulación realizado a los teléfonos a esos tres hombres comprobó que no estuvieron en la residencia en Dorado al momento del crimen.

“La persona que sí estuvo en la noche hizo llamadas desde su casa. Tenemos la hora en que salió de la casa”, dijo sin mencionar el nombre de Cacho. 

De acuerdo con Miranda, el FBI intervino en este caso desde 2010, pero se “cortó” por los próximos dos años. La fiscal Rosa Emilia Rodríguez explicó que Justicia no interesó la colaboración y no fue hasta 2013, cuando Luis Sánchez Betances asumió el puesto directivo en Justicia que se le pidió nuevamente ayuda a la entidad federal. 

Esa colaboración se incrementó en 2014 y ese mismo año Miranda le pidió a la entonces fiscal federal, María Domínguez, que entrevistara a Rivera Seijo. Una vez se produjo la entrevista, Domínguez le aseguró que el hombre estaba lúcido y que dijo toda la verdad, resaltó el titular de Justicia en la extensa rueda de prensa. 

“Era lo que faltaba para sentirme tranquilo”, exclamó al destacar lo satisfecho que se siente con la acusación encaminada momentos antes. Reiteró estar “tranquilo en mi conciencia” al acusar al hombre declarado en el pasado inimputable tras un diagnóstico que lo describió como esquizo-afectivo tipo bipolar.

“La inimputabilidad es una defensa y se levanta en su momento. La procesabilidad es otra defensa y se plantea en su momento. Sería irresponsable no acusar a una persona por esa alegación de que no es imputable”, argumentó Miranda.

“El que le falte un brazo no es óbice para que haga las cosas que ha hecho anteriormente”, agregó. 

La fiscal Rodríguez, mientras, dijo antes los periodistas que se sintió frustrada por lo que consideró un rechazo de parte de Somoza a la colaboración que las agencias federales brindaron en 2010, aunque no tenían jurisdicción primaria en la pesquisa del crimen. 

 “Hablamos con El Manco y nos dio una confesión. Tratamos de lograr que lo que habíamos tomado se tomara en consideración y eso no prosperó. Hay que preguntarle a los que estaban a cargo del Departamento de Justicia en el 2010. (Luis) Fraticelli (exjefe del FBI) y yo decidimos no dar más apoyo. No era en aquel momento bienvenido y se suscitó una situación en que había personal de Justicia diciendo que nosotros nos habíamos metido en alguno que no era… se nos dijo que no teníamos que hacer nada ahí”, dijo Rodríguez.

Preguntado sobre el asunto, Miranda respondió que no entraría en “procesos mentales y anímicos” de sus predecesores.

En investigación del crimen de Lorenzo González Cacho intervinieron 36 agentes del FBI, así como decenas de agentes estatales. La pesquisa incluyó 40 informes con 120 entrevistas, apoyadas por la Policía y el Instituto de Ciencias Forenses 

La pesquisa alude a detalles sobre como el ahora acusado “depositó un teléfono celular en un brazo de una butaca” de la casa y lo olvidó al salir corriendo de la residencia, planteó Miranda. 

Explicó que esa unidad telefónica, robada en circunstancias que no precisó, permitió eventualmente entrevistar al querellante del robo. 

Explicó que horas antes de que El Manco penetró a la casa de Cacho había sido excarcelado por error. Salió del complejo carcelario Sabana Hoyos, en Arecibo, tras ser acusado por el asesinato del deambulante Oscar Pacheco García. En ese momento estaba sumariado por la agresión contra el individuo, lo que redundó en un cargo de tentativa de asesinato, en ese momento. 

Tras ser excarcelado indebidamente, Rivera Seijo solicitó transportación a un ciudadano, explicó Miranda. Agregó que la intención del recién liberado era llegar a Santurce, pero lo dejaron en Dorado, donde vivía su madre, justo en la urbanización Dorado del Mar. Aunque caminó al vecindario de su progenitora Rivera Seijo expresó que dudaba obtener albergue en la casa de su mamá y eventualmente penetró a la casa de Cacho.

Durante la conferencia de prensa se formularon preguntas sobre fallos investigativos en este caso y, aunque Miranda evitó argumentar sobre gestiones realizadas en cuando no estuvo a cargo del Departamento de Justicia reconoció detalles como que no se tomaron huellas a la nevera de la cocina donde se asegura estuvo Rivera Seijo e ingirió galletas. Aunque la evidencia refleja que abrió la nevera y tomó jugo, no se le tomaron huellas a la nevera pero sí se recuperó la envoltura de las galletas, indicó.