De aquí como el coquí… los primeros niños apicultores certificados en Puerto Rico y Estados Unidos.

Una nueva cepa de criadores de abejas se desarrolla en Puerto Rico a través de la Escuela de Apicultura del Este, una institución en la que durante los pasados cuatro años se han certificado 11 menores –actualmente entre los 9 y 17 años de edad– que participan de rescates de colmenas alrededor de la Isla. Incluso, algunos actúan como instructores de quienes se desean insertarse en este fascinante mundo.

“Aquí tienes a los únicos niños rescatistas de abejas que hay en la isla y en Estados Unidos. Ningún estado tiene nenes certificados y preparados como los de nosotros. Estamos hablando de niños que participaron de operativos de rescate de abejas después del huracán María y de muchos que en sus hogares tienen apiarios y producen miel para el consumo y venta”, destacó orgulloso Hermes Conde, director y fundador de la escuela, fundada en el 2013 en Fajardo.

Entre el grupo se destaca Adriana González Correa, quien a los 7 años se graduó del curso que se completa con 36 horas de estudios -dividida en 12 sesiones- en la que los alumnos reciben educación teórica y de laboratorio con un enfoque principal en el manejo de colmenas con interacción directa con los insectos.

“Adriana ha demostrado que las niñas, además de jugar con muñecas, también están capacitadas para ejercer trabajos de agricultura asociado generalmente a los hombres, como el que hacemos nosotros como apicultores”, destacó Conde sobre la pequeña que actualmente tiene 9 años.

La alumna de cuarto grado de la escuela Camilo Valles Matienzo, en Luquillo, conversó con Primera Hora sobre su incursión en la apicultura y sus planes dentro de esta industria apícola.

Indicó que fue a través de su progenitor, Jonathan González, también apicultor, que se interesó por la crianza de abejas. Pero al principio le asustaba un poco ser picada por los insectos. Ese temor se fue disipando cuando ingresó a la escuela que dirige Conde donde, a través de cada clase, fue encariñándose con las abejitas y conoció su importancia en el medio ambiente y la agricultura.

Recordó una anécdota, ocurrida después del huracán María (septiembre de 2017), cuando participó de un rescate de una colmena instalada en un camión de la Autoridad de Energía Eléctrica. “La única mano que cabía para sacar a las abejas era la mía, porque las de los demás eran muy grandes… me acuerdo que una abeja se me metió dentro del traje y tuve la suerte de que no me picó”, relató quien ha participado en una veintena de rescates en diversos municipios.

Después del huracán, el secretario del Departamento de Agricultura, Carlos Flores, determinó que el 80% de las colmenas del país fueron afectadas por lo que rescatar la mayor cantidad de insectos era esencial para ponerlas a reproducirse nuevamente. De hecho, a fin de apoyar este esfuerzo recientemente Agricultura destinó materiales a apicultores del patio.

Dentro de los planes de Adriana como apicultora está ampliar el apiario que tiene en su hogar, donde actualmente hay seis colmenas que ya han producido varios galones de miel que ha vendido en su comunidad. Por lo pronto, disfruta de compartir a través de redes sociales vídeos educativos sobre el tema en el que enfatiza que “las abejas son bien importantes, porque polinizan más del 80% de los productos que nos comemos”.

Próximamente, por recomendación de su instructor, iniciará clases de genética con Giray Tugrul, el reconocido profesor y coordinador de la industria apícola en la Universidad de Puerto Rico, Río Piedras, quien se unirá como recurso a la Escuela de Apicultura del Este.

Natanael Nales, de 17 años, es otro joven probado como rescatista, participando en más de 50 operativos de esta índole. De hecho, es el único menor de edad certificado como instructor en la isla, según explicó Conde.

“La experiencia ha sido muy buena y me ha ayudado mucho en lo personal… antes no me gustaba hablar con las personas y ahora lo hago todo el tiempo para enseñarle a la gente”, expresó el joven ceibeño, cuyo hermano Jathniel Nales, de 13 años, también hace sus pininos en la industria.

Entre las maravillas que ha aprendido el par de hermanos, junto al resto del grupo, es conocer que hay diferentes tipos de abejas, entre ellas los zánganos (integrantes masculinos de la colmena), la reina (abeja de mayor tamaño y cuya misión principal es mantener la vida en la colmena, pues es la única hembra fértil) y las abejas obreras (que son la más numerosas, no fértiles y encargadas de hacer gran parte del trabajo de la producción de miel).

La adolescente Kiarimar Carrión, residente en Culebra, es otra de las niñas que ha demostrado dotes especiales como criadora de abejas. Junto a su familia ha desarrollado una microempresa en la isla municipio donde vende la miel producida por las abejas que cuida con mucho amor.

“Trabajo la miel para la venta junto a mi papá… me encanta. Todo lo que hemos sacado lo vendemos porque la gente no nos da break”, manifestó orgullosa.

Son muy necesarias

·        Las abejas son el único insecto que produce comida para los humanos

·        La reina puede poner al día hasta 2,000 huevos, lo que equivale a uno cada 45 segundos.

·        Las abejas utilizan su lengua para succionar el néctar de las flores. Luego van a la colmena y transfieren ese néctar a otras abejas obreras, quienes durante media hora “masticarán” ese néctar que, finalmente, se convierte en miel.

·        La abeja de Puerto Rico es dócil y mercadeable, pues es un híbrido entre la abeja africana y la abeja europea, lo que la convierte en un insecto menos agresiva que sus predecesoras y capaz de defender la colmena y combatir los ácaros que afectan a este tipo de animal a nivel mundial. Es decir, tenemos en la isla “una súper abeja”, según explicó en una entrevista previa con Primera Hora la investigadora Jenny Acevedo.