Madrid - La victoria de la selección francesa por 65-52 ante una irreconocible selección española, en los cuartos de final, truncó el sueño mundialista español en una pesadilla de la que tardará mucho en despertar.

La selección española comenzó mal en ataque, con intentos fallidos de Pau, Marc, y triples que no entraron de Rudy y Ricky. Francia, por el contrario inició el partido derrapando y con un 8-0 casi impensable en apenas tres minutos.

Boris Diaw con dos triples al hilo y un Joffrey Lauvergne muy concienciado de su trabajo bajo los aros lideraron la primera ventaja de los campeones de Europa.

España no tardó en responder con una defensa más acoplada y transiciones ofensivas rápidas que los galos intentaban, una vez si y otra también, cortar con falta personal al precio que fuera. El resultado, un parcial de 0-10 para los nacionales que pasaron del 11-2 al 11-12 en menos de cuatro minutos.

La selección francesa siguió con su trabajo abnegado en defensa y con mucha velocidad de balón en ataque y la española volvió a ralentizar su juego con lo que se llegó al final del primer cuarto con un empate a 15.

En el segundo periodo, los pívots franceses siguieron con su excelente trabajo, trabando el juego español con su defensa y circulando entre ellos el balón en la ofensiva hasta acabar descolocando a los españoles.

El marcador volvió a ser reflejo de esta diferencia de juego, 26-21.

El equipo español, además de bajar en defensa, estuvo especialmente romo en el tiro de tres puntos y hasta el minuto 18 no pudo José Manuel Calderón anotar el primero al décimo intento del equipo.

Pau Gasol, con 6 puntos fue el máximo anotador nacional al descanso. Un dato que habla por sí solo. Si a esto le unimos los 2 puntos de Marc Gasol y otros 2 de Serge Ibaka, tenemos la fotografía de las penurias del juego de España.

Por primera vez en el campeonato del Mundo la selección española se encontró en serios problemas y se fue al vestuario con un inquietante 35-28.

Un Palacio a reventar y una ovación durante casi un minuto, antes de iniciarse el juego, insufló ánimos a los jugadores españoles que salieron con rabia en el tercer cuarto. Una canasta de Pau y una defensa en la que Francia agotó el tiempo de posesión, se sucedió con un contraataque de Sergio Llull y otra defensa modélica. Otra canasta de Pau y Francia tuvo que pedir tiempo muerto, 35-34 ante la que parecía que se le venía encima.

España estaba intentando deshacer el nudo gordiano en el que se había convertido el partido y no acababa de encontrar una fuente fiable y continua de puntos, mientras que la selección francesa siguió defendiendo más que fuerte sin importarle el número de personales que tuviera que hacer.

Para finalizar el tercer cuarto, Chacho Rodríguez y Rudy Fernández reeditaron el alley-hoop que conoce medio mundo y Pau cercenó de raíz el último tiro francés con un tapón que supo a gloria y que dejó a los galos con solo 7 puntos anotados en todo el cuarto.

Después de 30 minutos de errores e imprecisiones las penurias españolas no acabaron, porque poco más de tres minutos después Francia volvió a adelantarse en el marcador, 51-45. El Palacio madrileño pareció enmudecer porque el problema era muy serio (42-24 en rebotes para Francia en esos momentos).

La estrella de los españoles se apagó definitivamente. El sueño mundialista se trocó en pesadilla cruel.